Haceel mercado mundial de productos y servicios 3D se puede hasta triplicar en cinco años.

Si la revolución industrial trajo el consumo de las élites; el modelo T de Ford, el consumo de las masas (con el abaratamiento de precios), ¿serán las impresoras 3D las que traigan el consumo de los individuos? Haces tu propio diseño (o lo compras), y lo fabricas en casa por adición de materiales. Esto traería cambios en cómo se centraliza la fabricación, la organización de las sociedades o la normativa de propiedad intelectual, por coger algunos vectores de cambios relevantes.

Pero más allá del caso de las impresoras, creo que este fenómeno se enmarca en un contexto bastante más amplio de descentralización de la economía. Una descentralización de activos y modelos económicos de nuestro día a día que tiene mucha relación con la tecnología. Tenemos comunicaciones descentralizadas: Internet en sí mismo. Sin esa descentralización, la wikipedia, o conceptos como “Open Data” u “Open Science”, nunca hubieran sido posibles. Tenemos producción energética cada vez más descentralizada: microgeneradores de energía eólica o solar, como concepto de relevancia de cómo servirnos a nosotros mismos, sin intermediarios.

Tenemos finanzas descentralizadas: conceptos como el crowdlending o crowdfunding, que descentralizan la captación de capital, y que permite a un emprendedor conseguir aliados en múltiples lugares. Por otro lado, la revolución fintech, que rompe el concepto de banco central que intermedia en todo. Tenemos trabajo descentralizado: plataformas que permiten localizar talento en cualquier lugar, y a autónomos, romper su barrera geográfica. Tenemos organizaciones e instituciones descentralizadas: la economía digital descentralizada con una infraestructura en red con Blockchain, permite el intercambio de valor sin intermediarios. Algunos ya han bautizado al Blockchain como la tecnología más disruptiva desde que apareció Internet.

Vistos estos conceptos y movimientos, algunos ya empezamos a soñar y vislumbrar una nueva era. Arquitecturas descentralizadas y tecnologías abiertas (es decir, orientadas a la sociedad para su uso abierto), pueden permitir una nueva era de innovación. Cuando se desintermedia la cadena, la intermediación del valor se debe reinventar. Y nace una oportunidad de repensar esas estructuras lineales que hemos tenido desde que estudiamos a Porter, Drucker o Taylor como el paradigma reinante.

Quizás hoy en día debamos abrir la mano también a la posible presencia del concepto de economía circular. Es decir, construir soluciones evitando pensar en dónde acabarán los materiales, no lo veo sostenible. Pensar en Uber o AirBnB como plataformas de referencia sin entender las consecuencias que tiene en nuestro estado del bienestar, me parece preocupante. Entiendo que estamos viviendo una migración de lo que han sido cadenas de valor a lo que pueden ser redes de valor. Un entorno de múltiple interacción y relación entre los agentes económicos y sociales, donde el efecto mariposa está más presente que nunca, y donde no podemos entender la aplicación de algo sin entender sus consecuencias.

El gran Schumpeter ya adelantó esta posibilidad, que fueran los emprendedores los que trajeran el mayor vector de cambio frente a empresas y gobiernos. Si dotamos al emprendimiento de estas herramientas para construir nuevos contextos y nuevas formas de crear e intermediar valor, quizás podamos revertir alguna de las tendencias decadentes de Europa. Si por algo hemos destacado siempre por estos lugares es por entender la actividad económica más allá del lucro de determinadas personas. Y por ello sinceramente creo que esta descentralización de la economía representa una oportunidad para humanizar nuevamente la distribución de poder con la tecnología y la reversión de su valor social a la ciudadanía.

Es momento de entender este cambio y de protagonizarlo.