El pequeño pueblo de Bizkaia que conquista a la revista Viajar
Un municipio diminuto que según la revista conserva su esencia medieval y se rodea de paisajes naturales únicos
Lanestosa es el municipio más pequeño de Euskadi con apenas 1,3 kilómetros cuadrados de superficie, pero guarda en su interior un conjunto urbano medieval que parece haberse detenido en el tiempo. Su casco histórico es uno de los mejor conservados de Bizkaia y pasear por sus calles empedradas y estrechas es recorrer siglos de historia. Las casas de piedra, con balcones de madera.
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La iglesia de San Pedro, levantada en el siglo XVIII, se erige como símbolo religioso y cultural, mientras que el puente medieval, que cruza el río Calera, recuerda la importancia que tuvo Lanestosa como punto de paso entre la meseta y la costa. Este trazado urbano no ha sufrido apenas alteraciones, y eso lo convierte en un pequeño museo al aire libre, donde su populación actual convive con su herencia medieval.
Un entorno único
Además de su valor patrimonial, Lanestosa se encuentra en un enclave privilegiado, rodeado de montañas y valles que atraen a senderistas y amantes de la naturaleza. Muy cerca se extiende el Parque Natural de los Collados del Asón, en Cantabria, un espacio protegido que destaca por sus cascadas, desfiladeros y bosques.
Este entorno permite al visitante combinar la visita cultural con excursiones al aire libre, rutas de senderismo y actividades deportivas. El verde de los prados y las laderas que rodean el pueblo hacen que la llegada a Lanestosa sorprenda ya desde la carretera y que nos de ganas de explorar sus alrededores.
Su tesoro subterráneo
Uno de los atractivos más destacados de la zona es la Cueva de Pozalagua, situada a poca distancia del pueblo, en pleno corazón de las Peñas de Ranero. Esta cueva es célebre por albergar la mayor concentración de estalactitas excéntricas del mundo, formaciones que crecen en todas direcciones desafiando la gravedad. Su hallazgo en 1957 la convirtió en una referencia internacional para la espeleología, y hoy es visitada tanto por expertos como por turistas que buscan una experiencia distinta.
El recorrido habilitado permite adentrarse en un espacio mágico bajo tierra, donde la naturaleza ha esculpido durante millones de años un paisaje interior único. La visita a Pozalagua complementa a la perfección el paseo por Lanestosa, mostrando que este rincón de Bizkaia ofrece tanto belleza en la superficie como en su interior.
Un pueblo pequeño con vida tranquila
Otro motivo por el que Lanestosa enamora es su ritmo de vida pausado, algo cada vez más valorado en tiempos de prisas y ciudades ruidosas. Con poco más de 200 habitantes, se trata de un lugar donde la cercanía vecinal sigue siendo la norma y donde el visitante es recibido con hospitalidad. La plaza del pueblo, los pequeños bares y los comercios locales refuerzan la sensación de comunidad y las fiestas y tradiciones mantienen vivo un legado cultural que se sigue transmitiendo generación tras generación.
Muchos visitantes destacan que lo que hace especial a Lanestosa no es solo lo que se ve, sino también lo que se siente: la calma de un pueblo auténtico que ha sabido conservar su esencia y que ahora empieza a ser reconocido como uno de los destinos más atractivos de Bizkaia.
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