Quedamos en el Kröpke. ¿Dónde si no?", me dice mi amigo Dieter cuando le aviso de mi visita a su ciudad como respuesta a la propuesta de cita que le hago. Ciertamente, en Hannover -Janófa, como pronuncian los nativos-, todo el mundo se cita en el mismo lugar, una céntrica plaza presidida por una modernísima cafetería, junto al reloj por excelencia de los encuentros.

La capital de la Baja Sajonia está situada en el corazón de Alemania y su historia se remonta por encima de los ochocientos años. El nombre, según los historiadores, se deriva de Hoen overe, que se podría traducir muy libremente como Alta orilla, correspondiente a las viejas casonas que en un principio se levantaron a orillas del río Leine. Con el paso del tiempo se creó una aldea y ya en el siglo XIII obtuvo el rango de villa. A partir de entonces, momentos de progreso y zozobra que han dado como resultado lo que tenemos ante nuestros ojos.

El Café Kröpke, donde nos encontramos, data del siglo XIX. Nació como Café Robby, pero cambió de nombre cuando lo compró William Kröpke. Adquirió entonces tal popularidad que toda la ciudad bautizó a la plaza donde se encontraba con el nombre del establecimiento. El propio Ayuntamiento oficializó la denominación en 1948. Hannover era entonces un montón de ruinas.

La destrucción

La II Guerra Mundial fue implacable. En la ciudad residía una numerosa colonia judía que, a partir de octubre de 1938, se vio afectada por las disposiciones oficiales. Los nazis deportaron a Polonia a 484 judíos originarios de ella, entre los que estaban los Grynszpan. Uno de los hijos de esta familia, Herschel, se salvó porque en aquel momento se encontraba en París. El muchacho, que tenía entonces 17 años, se tomó la justicia por su mano y poco después, el 7 de noviembre, entró en la embajada alemana de la capital francesa y mató a tiros al diplomático germano Ernst Eduard von Rath.

La reacción fue inmediata, dando origen a la tristemente famosa Noche de los Cristales Rotos, que en Hannover tuvo grandes consecuencias. Se quemó la sinagoga y se empezaron a crear los guettos. De los 4.800 judíos censados en 1938 apenas si quedaba un centenar en 1945.

"La guerra se cebó con Hannover", comenta Dieter. "Los meses de septiembre y octubre de 1943 se malvivieron angustiosamente como consecuencia de los numerosos ataques aéreos que trataban de destruir las fábricas de armamento existentes, especialmente de tanques. Se arrojaron miles de toneladas de bombas que se llevaron por delante el 90% de la ciudad. La reconstrucción se hizo en un tiempo récord, hasta el punto de ponerse a Hannover como ejemplo del ritmo que se debía mantener en el resto del país".

El casco histórico se enorgullece hoy de poseer unos edificios que parecen sacados de un cuento de hadas, gracias a la gran pericia que tuvieron los arquitectos en la difícil misión de devolver a la ciudad el ambiente medieval que poseía originalmente. "Los hannoverianos creemos que el edificio más bonito que poseemos, por sus paredes entramadas y el entorno en el que está situado, es el Ballhof, una antigua sala de deporte convertida hoy en el Teatro de la Comedia. La verdad es que la ciudad está muy cuidada, resultando atractivo hasta el Gartenfriedhof, un cementerio situado en el centro de la city donde están las tumbas de personas célebres, como Carlota Kestner, la Lotte de Los sufrimientos del joven Werther, de Goethe", señala Dieter.

Hilo rojo

En Hannover existe un curioso sistema para que los turistas no se pierdan ni anden por ahí preguntando dónde está un monumento u otro. A partir de la oficina Central de Turismo existe una raya roja en el suelo, el Rote Faden, que cumple la misión de un guía. Si se siguen sus 4,2 kilómetros se pueden ver los treinta y seis lugares más importantes de la ciudad sin necesidad de plano. El final del itinerario se encuentra muy cerca del punto de partida, a los pies de la estatua de Ernest August. La idea no será original, pero sí efectiva.

El itinerario permite descubrir una ciudad con una calidad de vida muy estimable, rodeada de inmensos parajes verdes en los que están las Nanas, las famosas esculturas modernistas de Niki de Saint Phalle, junto a edificios tan notables como el antiguo Ayuntamiento y la inmediata Marktkirche, una basílica gótica del siglo XIV levantada con ladrillo y convertida en el símbolo de Hannover. Es la parte vieja de la ciudad, donde también se encuentran otras dos iglesias de la misma época, la Kreuzkirche y la Aegidienkirche. Las paredes de ésta última -lo único que se conserva-, constituyen el monumento más evocador de tiempos prebélicos, al estilo de la vieja iglesia conmemorativa de la Kudamm, la ruina más bella de Berlín.

El nuevo Ayuntamiento, construido a principios del siglo pasado, dispone de uno de los mejores miradores sobre la ciudad, su torre de cien metros de altura que compite en panorámicas con la azotea del edificio Anzeiger, en la Steintor, con la ventaja en este último caso de que te puedes tomar café mientras te asomas. Hay que coger aire para ver el templo de San Clemente, del siglo XVIII, construido según los modelos de las iglesias venecianas, o la Beginenturm, una vieja torre que tuvo su protagonismo en las acciones de defensa de la ciudad y fue mudo testigo de la famosa guerra de los Treinta Años.

Las zonas peatonales y los parques han desterrado a tranvías y automóviles. También se ha conservado la faceta rústica con un Mercado de las Pulgas que tiene lugar todos los fines de semana. Es uno de los lugares de cita de los coleccionistas y buen sitio para que curiosos y paseantes abran el apetito antes de sentarse para degustar cualquier especialidad gastronómica regional.

La ciudad cultural y ferial

Junto a la Ópera, el ambiente cultural de la capital de la Baja Sajonia está representado por el ya citado Ballhof y el Teather am Aegi, escenario de grandes espectáculos como los musicales Elvis y Un americano en París, o actuaciones a cargo de Gilbert O'Sullivan o Ute Lemper.

En verano hay pocos que puedan sustraerse al placer de escuchar un concierto barroco en los grandes jardines Herrenhausen, donde se programa además la Festwochen, una semana festiva de música y teatro que se desarrolla en un escenario maravilloso, junto a los juegos de agua, que incluyen un surtidor de 70 metros de altura. Impresionante el concurso de fuegos artificiales.

Uno de los espectáculos más solicitados de Hannover es el que se ofrece en el Kabarett Bühne, situado en una antigua casa de baños. Lo que empezó modestamente en un sótano se ha convertido con el tiempo en una referencia. Requiere, eso sí, un dominio perfecto del idioma, ya que las actuaciones se basan en sátiras y frases de doble sentido. En esta ciudad, además, se habla el alemán más puro.

Hannover tiene fama de ser la ciudad más verde de Europa gracias a sus tres grandes áreas de recreo: los Jardines Reales, con el famoso jardín barroco de Herrenhausen en cabeza; el bosque urbano de Eilenriede, y el Maschsee, un gran lago artificial en el que se pueden practicar gran número de deportes o tomar plácidamente el sol en su playa.

¿Pueden creer que de 1714 a 1837 los soberanos de Hannover fueron a la vez reyes de Inglaterra? Por las revistas del corazón creo que estarán al corriente de las veleidades de la nobleza sajona. Ernest August, el primero de la saga Hannover, tiene su monumento frente a la estación principal de ferrocarriles. Monta a caballo sobre un pedestal, lo que equivale a decir que se le dan los honores de emperadores y reyes. A los generales se les suele mostrar de pie y a los civiles, sentados. Todo un reglamento en la monumentalidad.

La primera gran feria de la posguerra se celebró en Hannover en 1947. Su éxito animó a continuar por aquel camino que marcó lo que se dio en llamar el milagro económico alemán. Sus ferias industriales y de informática son hoy las mayores del mundo y las más concurridas, atrayendo cada año a unos 700.000 visitantes. La Hannover Messe, en primavera, es la mayor feria industrial de Europa, con unos 6.000 expositores entre los que suele estar el pabellón de Euskadi-Basque Country.

"Y no olvides decir que aquí la enfermedad más frecuente es la inflamación de amígdalas debido al tiempo húmedo y frío que hace", apostilla mi amigo.