El Gobierno del canciller alemán, Friedrich Merz, cumple 100 días en el cargo en medio de múltiples crisis por resolver, que van desde lo económico hasta la difícil situación internacional y ante la presión que representa la fortaleza que sigue mostrando en las encuestas la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD). Merz llegó a la jefatura de su partido, la Unión Cristianodemócrata (CDU), con el propósito declarado de reducir a la mitad a la AfD, recuperando a los votantes conservadores que se habían alejado de su formación decepcionados ante el giro hacia el centro de la era de Angela Merkel.

Desde entonces, la AfD ha duplicado sus resultados electorales convirtiéndose en los últimos comicios generales en el partido más fuerte de la oposición. Merz ha interpretado ese repunte como una reacción a la gestión del Gobierno y defiende la idea de que a la ultraderecha sólo se le puede detener con un cambio de política en muchos campos, empezando por la lucha contra la migración irregular. Sin embargo, tras las elecciones ya era claro que Merz no iba a poder hacer un giro radical en muchos campos debido a la constelación parlamentaria que le obligaba a formar una coalición, a la que también pertenece la Unión Socialcristiana (CSU) bávara, y el Partido Socialdemócrata (SPD).

El fin de la austeridad

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El primer compromiso de Merz se dio antes de su investidura e incluso antes de la formación del nuevo parlamento. Uno de los principios que tradicionalmente la CDU/CSU ha defendido a rajatabla es el de la austeridad, por lo que, durante la campaña, Merz había defendido el llamado freno a la deuda anclado en la constitución que estipula que el déficit no puede estar por encima del 0,35% del PIB. En medio de las negociaciones de coalición, la CDU/CSU y el SPD acordaron una reforma constitucional que introducía una excepción para el freno a la deuda para todo gasto en Defensa que supere el 1,0% del PIB y, además, creaba un fondo especial para inversiones de 500.000 millones de euros financiado con deuda pública. La CDU/CSU y el SPD tuvieron además que ganarse el apoyo de Los Verdes para la reforma que fue aprobada por el parlamento anterior, antes de que se constituyera el nuevo.

Merz ha justificado ese giro por dos motivos. Uno fue el encuentro de Volodímir Zelenski con Donald Trump en la Casa Blanca, que dejó más claro que antes que Alemania tendría que asumir más responsabilidad en Defensa. El otro motivo fue un examen de las cifras que le llevó a la conclusión de que la ofensiva de inversiones era necesaria para reactivar la economía.