La Asamblea Nacional francesa dio comienzo ayer lunes al debate sobre la impopular reforma de las pensiones impulsada por el gobierno de Emmanuel Macron, en vísperas de una nueva jornada de protestas organizadas por los sindicatos, que están frontalmente en contra de retrasar la jubilación.

Las discusiones parlamentarias, en las que el bloque “macronista” deberá ganarse el apoyo de otros grupos políticos al carecer de la mayoría absoluta (la perdió en las legislativas de 2022), se prometen arduas, con distintas mociones y 20.000 enmiendas a revisar en los próximos quince días.

Los conservadores de Los Republicanos se presentan como la única baza posible para lograr esa mayoría, dada la oposición firme de los grupos de izquierda y de la extrema derecha.

La tensión se hizo patente ya desde esta primera sesión, que se tuvo que suspender a los pocos minutos de empezar, cuando el ministro de Trabajo, Olivier Dussopt, debía tomar la palabra, ante numerosas quejas opositoras por cuestiones de procedimiento.

“Estoy muy orgulloso de presentar, en nombre del Gobierno, este proyecto de ley”, aseguró Dussopt cuando finalmente pudo dirigirse a la Asamblea, ya que el texto “asegura” el futuro del sistema de pensiones a la vez que contribuye a la meta del “pleno empleo”.

El orden del día de la jornada está protagonizado por una moción de rechazo total al proyecto de la coalición Nupes –que aglutina al Partido Socialista, a La Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon, a los ecologistas de EELV y al Partido Comunista– y por otra que reclama un referéndum presentada por la ultraderechista Agrupación Nacional (RN), la formación de Marine Le Pen.

“Vamos a utilizar todos los medios a nuestra disposición para que este texto no sea votado”, afirmó Le Pen.

Esos medios incluyen votar a favor de las iniciativas contra las pensiones que presenten los grupos de izquierda. – Efe