Bromea diciendo que le hubiera gustado ser un galán maduro, “pero aún no he conseguido ese papel soñado”, ríe el actor bilbaino. Cuando se tiró a una piscina sin agua como es la profesión de intérprete siguió el impulso que le dictaba el corazón. No le ha ido nada mal si se mira en perspectiva, aunque no niega los tiempos difíciles y oscuros. Hace poco más de 40 años el cine le dio su primera oportunidad con La fuga de Segovia. Antes de llegar esta película se ha había curtido en el mundo del teatro independiente. Es premio Nacional de Teatro y este año ha estrenado una de las historias que más ha calado entre los espectadores Cinco lobitos. Dirige y actúa, pero prefiere ser actor.

Lleva tanto tiempo en el oficio que ya no se acordará ni de cuando no era actor.

—Ja, ja, ja... Tengo el vago recuerdo de que fui oficinista de uno de los juzgados municipales de Bilbao. Recuerdo más las trampas que hacía para escaparme de la oficina con cualquier pretexto para ir a ensayar. Me acuerdo del peligro que suponía combinar los ensayos para el teatro de aficionados, era lo que hacía entonces, con un trabajo serio.

Ahora mucha gente quiere ser funcionario y usted lo deja todo, un puesto para toda la vida y un sueldo fijo, para ser titiritero y vivir a salto de mata.

—Lo dejo con el consiguiente escándalo familiar y no me arrepiento de haberlo hecho. Visto con la distancia que hay, creo que hice muy bien. Era ir contracorriente y en un momento en el que ser actor no estaba bien visto. Era una cosa rara: cómo iba a ser actor el hijo de doña Aurora y don Pedro. No estaba bien visto, se suponía que éramos gente de mal vivir.

Muchos años después tiene el reconocimiento del público y la crítica y es reconocido por los espectadores. Además, está al frente de un proyecto como Pabellón 6.

—Este proyecto me hubiera gustado ponerlo en marcha muy al principio. Me habría encantado tener una sala, tener un espacio, de trabajo y de exhibición. Cuando yo comencé, esto era impensable. Poner un teatro en un espacio industrial era una utopía. Los tiempos han cambiado y ahora todo se ve con más naturalidad, que pueda haber salas para teatro o conciertos que no sean los lugares centrales de las ciudades. Supongo que las nuevas generaciones podrán aprovechar este tipo de escenarios.

¿Es Pabellón 6 teatro alternativo?

—A veces se habla de teatro alternativo como si fuera una definición magistral. Creo que es una equivocación. De hecho, ahora muchos espectáculos a los que se consideraban alternativos te los encuentras en los teatros municipales. Pabellón 6 no se define como una sola cosa. No se concreta como un espacio moderno, transversal o de empoderamiento. Me sorprende cuando oigo algunas definiciones. Parece que el nuevo vocabulario para que sea correcto se tiene que usar con demasiada soltura. Creo que el término alternativo es dudoso. Pabellón es un proyecto abierto y de diferentes tendencias.

En Pabellón trabaja rodeado de gente muy joven.

—Es muy saludable. Tienes una rara sensación, hay mucha distancia. Estás frente actores y actrices que tienen 20 años, a veces ni siquiera. El arco de edades marca una distancia importante entre las nuevas y las viejas generaciones. Pero es muy rejuvenecedor y te mantiene vivo para tener una perspectiva diferente. Te duele y te llama la atención la corta memoria histórica y cultural que tienen estas nuevas generaciones. Tienen la desgracia de haber nacido en un momento de superinformación, pero también de velocidad.

¿La actualidad tan intensa se come al pasado? Quizá no hayamos sabido transmitir memoria histórica en el ámbito de la cultura.

—Tal vez. Lo que quiero decir es que cuando podrían saber muchas cosas, cada vez saben menos. Si preguntas quién fue Álex Ángulo o por el teatro independiente en España, no tienen ni idea. Incluso saben más de actores y actrices de series y de películas que de gente de teatro. No hay memoria, es muy corta. No hay experiencia de la transmisión en un oficio como el nuestro que es pura artesanía.

Le hemos visto mucho en cine y televisión, pero parece que es el teatro el que ha tirado de usted. Es el medio que le mueve y le conmueve.

—Es en el teatro donde he aprendido todo y donde uno respira con más tranquilidad. El cine se ha portado bien conmigo, me ha querido y me sigue queriendo. Es de agradecer por ser actor este un oficio donde lo más difícil es permanecer, estar. Afortunadamente he permanecido en el teatro, he permanecido en el cine y también en la televisión. Quizá porque he buscado las proporciones adecuadas, también puede ser por eso. En ninguno de los medios he pretendido ser un triunfador o hacer una carrera rápida. Me he movido, pero sin hacer demasiados aspavientos, he podido seguir navegando. Lo he conseguido y estoy muy satisfecho. Pero lo que te digo, nunca he sido un triunfador nato, no era lo que quería.

Ha hecho muchos papeles secundarios y ahora le llegan los protagonistas.

—Ahora me dan papeles de señor mayor. Yo quería ser un galán maduro, pues no hay manera. Todos los papeles que me dan son de señor mayor con alzhéimer; señor mayor con demencia senil; señor mayor normal; señor mayor abuelo... Ja, ja, ja. En serio. Es una alegría. Yo bromeo mucho con esto y digo: Ahora estoy empezando a cogerle el tranquillo y me sale mejor los papeles después de cincuenta años de profesión.

No será una carrera de triunfador, como usted dice, pero sí una carrera de continuación. No hay año que no haya tenido un proyecto.

—Es algo que agradezco al cine, no me ha dejado. Eso a pesar que yo no tengo ni representante. Hay varios papeles que yo quiero mucho. Uno de ellos es el último el de Cinco lobitos, también Negociador... Es una suerte que llegue a estas alturas de la jugada con una cartera de proyectos interesante, numerosa y variada.

‘Cinco lobitos’ ha sido todo un éxito. ¿Veían cuando hacía la película que podía convertirse en toda un revelación?

—No. El éxito siempre es impredecible. Sí se veía que era un guion estupendo. Era muy especial y una mirada muy especial. Lo que no se sabía era que una película muy pequeñita con cuatro personajes y con el tema de la maternidad como protagonista. La maternidad es algo que está en la calle, pero no interesa como materia cinematográfica. No es un película de acción, es una película de sentimientos, de emociones. Siempre queda la duda del resultado que pueda tener una historia contada desde una perspectiva tan personal.

Una historia que le enamoró, ¿no?

—Por supuesto. Es una película que hicimos con mucho cariño, pero ninguno de nosotros esperaba que tendría el impacto que está teniendo.

Vamos al plano más personal. De Bilbao de toda la vida.

—Ja, ja, ja... Lo soy, aunque no presumo de eso. No ejerzo de bilbaino y es como desaprovechar una oportunidad.

¿Y eso?

—Pues no lo sé. Quizá es que no soy de presumir. Eso que he hecho mucho teatro ligado a Bilbao, referido a mi ciudad, incluso me han acusado de localista en alguna época. No ejerzo de bilbaino, pero amo mucho a esta ciudad, vivo aquí. Veo la ría todas las mañana desde mi ventana. Soy feliz aquí. Prefiero estar aquí, aunque me dio el ramalazo de escaparme a Madrid y olvidarme de Bilbao. Soy feliz de haber tenido aquí mi infancia y mi adolescencia; también mi vida profesional.

Empezó en el mundo de la interpretación hace cincuenta y cinco años. ¿Cree que ha cambiado mucho?

—Sí, claro que ha cambiado. Yo empecé el oficio en un momento de cabezonería, en el que te inventas este oficio en el País Vasco. No había escuelas, no había nada. Ni siquiera había actores veteranos profesionales que te pudieran asesorar. Ahora mismo, las nuevas generaciones cuentan con escuelas de teatro. El haber recuperado el Arriaga como centro de producción. Cada vez hay más producciones con compañías y gente de aquí. Se ha avanzado mucho.

¿No siempre ha sido así el Arriaga?

—No. Fíjate en Karraka nos tuvimos que inventar un falso director para poder entrar en el Arriaga con Hoy última función.

¿Se inventaron un director? ¿Coló?

—Sí. Era el nombre de un director polaco que no existía, que lo pusimos para que Iturri nos dejara entrar. Fue en los 90 y fuimos el primer grupo teatral vasco que pisaba el Arriaga.

¿Por qué?

—Con el director del teatro no había manera de entrar, decía que no estábamos a la altura de las circunstancias. Ahora hay más proyectos del propio Arriaga. Ahí ha estado El viaje a ninguna parte o la reposición de Bilbao, Bilbao. En febrero saldrá un proyecto en torno a textos de Pío Baroja, que también voy a dirigir. Ha variado mucho el panorama, creo que a mejor.

¿Qué se siente más, director o actor?

—Actor. Estoy más cómodo y más feliz cuando actúo. Tengo mejor las pulsaciones y la tensión arterial la tengo mejor. Todos los baremos se me alteran cuando dirijo. Estoy mejor como actor. Tengo más miedos cuando dirijo. Controlo los nervios en un estreno cuando soy actor, pero no puedo evitar la inseguridad cuando soy el director. Como actor he ganado lo que he enfermado como director.

¿Cómo se han relacionado en su vida el dinero y su profesión?

—Sigue siendo una actividad insegura. En el teatro es el medio que menos se cobra. Es el que más abajo está en la escala. Una obra de teatro son dos meses de ensayos, es el que más esfuerzos requiere. Más luego las funciones. Una película. Se vive de ello, a veces es posible. Afortunadamente hay más producciones de teatro, de cine y de televisión. A pesar de que ahora haya más trabajo, sigue siendo una profesión muy insegura. Aquello que las madres decían: Búscate un trabajo serio y después haces teatro. No se ha arreglado, todo sigue escenógrafo. Ser actor, director, dramaturgo o escenógrafo no es una actividad segura.

¿Merece la pena?

—Por supuesto que sí. Sumando todo, en mi caso, ha merecido la pena. Nunca me he arrepentido. Pero he pasado penurias enormes, las he superado por mi cabezonería, por mi amor a la profesión.l

“Cuando yo empecé había que inventarse como actor en el País Vasco. No había escuelas ni actores veteranos que fueran profesionales”

“Estoy más cómodo y más feliz como actor. Tengo más nervios cuando dirijo. Controlo los nervios cuando actúo”

“Ser actor, director, dramaturgo o escenógrafo siguen siendo hoy en día profesiones de riesgo. La inseguridad siempre está al lado”

“Recuerdo las trampas que hacía en la oficina cuando trabajaba en los juzgados municipales, ponía cualquier excusa para ir a ensayar”

“Yo quería ser un galán maduro, pero no hay manera, los papeles que me dan son de señor mayor normal o señor mayor con alzhéimer”