Comenzó como financiera en el centro de IKEA en Barakaldo y 17 años después ocupa uno de los puestos más altos de la corporación multinacional a nivel mundial. Ríe cuando se le dice que lleva una vida muy nómada después de pasar antes por Madrid y por Milán. Una vida imposible sin la colaboración familiar y ella pone el foco en su marido, Mikel Izagirre: “Mi marido es un santo. Es mi apoyo, mi guía, mi referente y es un feminista”. Mientras transcurría la entrevista recibió la noticia de que IKEA había firmado un acuerdo para amueblar la residencia del Athletic en Lezama.

De Bilbao a Suecia y ocupando uno de los puestos más elevados en la organización de IKEA. ¿Un largo camino?

—Ha podido ser largo, pero también muy gratificante. Estoy muy orgullosa de lo que he hecho, miro atrás y digo: ¡Qué bien! Nunca pensé que esta iba a ser mi trayectoria.

Vive en Dinamarca y trabaja todos los días en Suecia, dicho así...

—Vivo en Copenhague y la central de IKEA está en Älmhult. Es la ciudad que está más al sur del país. Entre Copenhague y Älmhult hay un puente muy famoso por una serie.

Resulta curioso cambiar todos los días de país para ir a trabajar.

—Normalmente, lo hacía con mucha tranquilidad. Ahora, con el tema covid es diferente. Nos tenemos que hacer test porque estás cambiando de país y los tienes que tener. Solo es media hora de trayecto en coche. Esta situación tiene una parte buena: conocer más lugares y la posibilidad de explorar más. Soy una persona muy curiosa.

Es también muy sorprendente la forma en la que IKEA se ha colado en las vidas de los ciudadanos. En la mayoría de las casas hay un elemento comprado en una de sus tiendas.

—La idea de IKEA es muy sencilla y a la vez muy ambiciosa, es crear un día a día mejor para la mayoría de las personas y está relacionada con la vida en el hogar. Se trata de ayudar a vivir de forma sostenible, cómoda y segura. Este mensaje ha calado mucho en la sociedad. IKEA está dentro de nuestros hogares y nuestros hogares hoy en día son mucho más que antes, son nuestro refugio. En los 25 años que llevamos en España y los casi ochenta en el mundo entero, nos hemos convertido en una parte de la mayoría de los hogares.

¿Cuántos años lleva en Dinamarca?

—Llevo año y medio. Antes, estuve cuatro años y medio viviendo en Milán. Hay que sumar los cuatro que estuve en Madrid. Así que llevo unos diez años fuera de Bilbao.

Una vida de ejecutiva muy nómada.

—Nunca hubiera pensado lo de nómada. Lo seré, pero, no sé si es por el bilbainismo, no he perdido para nada el punto de referencia. Incluso te diré que lo tengo hasta más anclado. En cuanto podemos, escapamos a Bilbao. Queremos que nuestros hijos tengan claras sus raíces, su casa, que sepan cuál es su origen. Los días de partido nos vestimos del Athletic. Creo que el estar fuera hace que el vínculo con la tierra sea más fuerte aún.

Tiene tres niños que van de país en país. ¿Se ha acostumbrado bien a tanto cambio? Supongo que serán multilingües.

—Hablan inglés, italiano y un poco de danés y alemán. Por supuesto, castellano. Son unos máquinas. Los niños en esto son maravillosos. Se adaptan mucho a las circunstancias, antes que los mayores. No tienen prejuicios. Es una de las muchas cosas que nos ha dado mi empresa. IKEA apuesta mucho por las personas, por sus capacidades, su talento, la formación, la promoción interna... No solo me ha enriquecido a mí, han enriquecido a mi familia. Ha dado la oportunidad a mi marido y a mis hijos de vivir en diferentes países y de vivir, casi, diferentes vidas.

En este caso, es su marido el que sigue su ritmo profesional.

—Mi marido es un santo. Es mi apoyo, mi guía, mi referente y es un feminista. Mikel (Izagirre) es esto y mucho más. Necesitamos más Mikeles por el mundo. Es atípico y te das cuenta que la sociedad todavía no está del todo habituada. Además, te das cuenta de que es así. Nos ha pasado que la gente que nos presentan se dirige a él y pregunta: “¿Dónde trabajas? ¿Por qué habéis venido a Italia?”. Parece que aún seguimos acostumbrados a que sea al revés. Él sigue trabajando a distancia en una empresa vasca. Es una maravilla que se pueda trabajar a distancia. Es una suerte que los dos podamos seguir nuestra carrera profesional.

¿Resulta fácil acostumbrarse a la vida danesa? Es totalmente diferente a la nuestra.

—Las diferencias vienen bien. En Madrid aprendimos unas cosas, otras en Italia y aquí aprenderemos nuevas costumbres. La vida nómada, me ha encantado el término, lo que nos ofreces es disfrutar en cada sitio de lo bueno. Todos los sitios tienen cosas maravillosas y cosas no tan buenas. Dinamarca es un país muy puntero en muchas cosas. El sistema funciona a la perfección. Es un país en el que los niños son muy importantes, hay infinitas oportunidades de educación. Estamos disfrutando de esa parte buena, de una sociedad más implicada. Es una sociedad muy vanguardista en temas de igualdad, de sostenibilidad... Y pienso que para los niños es maravilloso.

La veo encantada. ¿De verdad que echa de menos Bilbao?

—Ja, ja, ja... No tengas ninguna duda, cada día de mi vida, pero la vida te lleva por muchos caminos. También puedo decir que Copenhague es una ciudad muy segura. Mis hijos con 12 y 11 años van solos en el metro, van solos al colegio, se mueven solos por la ciudad. Cada sitio tiene sus cosas y nosotros intentamos aprender lo bueno que nos ofrecen los lugares a los que vamos. Intentamos explorar y disfrutar de lo bueno a la vez que echamos de menos nuestra tierra. Yo soy de Bilbao de toda la vida.

¿Qué echa de menos?

—Todo. La familia, la cuadrilla, los amigos de Deloitte, hice muy buenos amigos... Echo de menos el poteo, un pintxo. En cuanto acaba el colegio salimos pitando para Bilbao.

¿Cómo se ha vivido la pandemia en un país como Dinamarca?

—Yo tengo dos experiencias en este sentido. En Suecia no ha habido tantas reglas, no ha recortado las libertadas, y en Dinamarca han sido muy cautelosos. Hemos estado cerrados bastante tiempo sobre todo en la última ola. Lo que se ha hecho es un sistema de testeo continuo. Hay un montón de lugares donde te puedes ir a hacer un test, gratis y sin cola. Ahora, los restaurantes, las peluquerías o los gimnasios te piden una PCR. Vas te la haces y en quince minutos tienes un mensaje en el móvil. No es la idea venir a vivir a un sitio y encontrarte con una pandemia que te limita mucho. No te permite conocer a más gentes.

¿Cuáles son sus aficiones?

—Viajar. Es una afición que tengo bastante olvidada. Viajo mucho por trabajo, pero también lo hago mucho personalmente. Me encanta explorar el mundo. Soy muy inquieta, curiosa, me gusta socializar. Me gusta mucho la gastronomía, a través de ella se conocen las culturas. Me gusta pasar tiempo con la familia. Tengo un trabajo que demanda mucho de mí y el tiempo libre me gusta dedicarlo a la familia y amigos.

Creo que es muy del Athletic.

—A muerte. En casa tenemos todos camiseta, bandera y de todo. Este año hemos pasado unos cuantos disgustos a distancia. Aun así, con disgustos incluidos, somos del Athletic a muerte. Tenemos un corazón muy rojiblanco en casa.

Tiene tres hijos. ¿Es fácil la conciliación?

—Diego, María y Mikel así se llaman mis hijos. ¿Qué preguntas me hace? Soy muy optimista y tiendo a ver siempre el vaso medio lleno. Nunca es fácil, sobre todo cuando tienes un trabajo que demanda tanto de ti. Es una cuestión de voluntad y de aceptar que la perfección no existe. Tienes que aceptar que no vas a llegar a todo, a la perfección. Tengo que reconocer que me he perdido alguna función del colegio o decir que no a un viaje de trabajo porque coincidía con el cumpleaños de uno de mis hijos. El primer paso es aceptar que tienes que hacer equilibrios y que a veces te perderás algo familiar y otras tendrás que posponer un tema profesional. Perfecta no soy y, por tanto, a todo no llego.

Supongo que hay que saber tomar decisiones por prioridades.

—Por supuesto. Trabajo en una empresa que encaja en mis valores. Todo es cuestión de planificación familiar. Tengo un marido con el que comparto al 50% las responsabilidades de la casa y hay que ser positiva y ver las oportunidades. Como decía, no todo es perfecto, pero cuando miro todo en su totalidad, veo que mis hijos están teniendo la oportunidad de conocer mundo, de hablar idiomas... Así que es posible lograr el equilibrio, Mikel, mi marido, lo pone fácil y yo intento ponerlo fácil también.

Imagino que es consumidora de su empresa, ¿no?

—Bueno. Pero lo era antes, esto no es promoción. Cuando en Bilbao no teníamos IKEA, hice algún viaje a Madrid a llenar el coche y volver. Además, el trabajo me surgió de una forma casual. Trabajaba en Deloitte y una amiga de una selectora de empleo me dijo: “Ha venido una empresa que busca financiero y te pega mucho. Es una empresa innovadora, es una empresa de valores...”. Y de esa forma empezó todo. Hice una entrevista hace 17 años y aquí sigo. Nunca pensé que iba a estar tanto tiempo en una empresa.

Su balance parece muy positivo.

—Lo es. He ido cambiando de puesto y eso es importante. Se me ha permitido crecer profesionalmente y también personalmente. Sí que consumo nuestros productos, pero creo que es bueno conocerlos.

¿Tiene previsto volver?

—Tengo intenciones de regresar, algún día lo haremos. Seguimos manteniendo la casa en Bilbao. Creo que mi corazoncito lo dejé en Ikea Barakaldo. La tierra tira mucho, está la familia los amigos. Volveré en algún momento, no sé si pronto o tarde, pero lo haré.