Lleva casi cuatro décadas metiéndose en vidas ajenas. Disfruta cada papel y sus personajes llevan un sello muy particular. Lo demostró con Maritxu en Allí abajo y con Miren en Patria..

Esta de nuevo de rodaje.

—Es un personaje pequeño en una película basada en un libro de Gabriela Ybarra, El comensal. Esta dirigida por Ángeles González-Sinde y trata del secuestro y el asesinato de Javier Ybarra. Es una novela que yo ya había leído, la devoré, estaba muy bien.

Después de 'Patria', vuelve al tema de ETA con 'El comensal'.

—Sí. Se empieza a hablar mucho de estos temas y están saliendo historias que tratan sobre ellos, aunque sean historias diferentes.

¿Tiene algún proyecto más a corto plazo?

—Voy a empezar en una serie para Antena 3. Aún no ha anunciado nada la cadena y no creo que pueda hablar mucho de ello, pero estoy muy ilusionada con este nuevo trabajo.

¿Cuántos años en la profesión?

—Unos 38 años, voy a hacer 58 en junio y empecé con 20 en esto. Uy, Dios mío, cómo ha pasado el tiempo. No sé si es bueno esto de hacer cuentas. Bueno, sí, hemos vivido y lo hemos pasado bien.

Muchos años para una profesión tan inestable y en la que muchos tiran la toalla.

—Lo de tirar la toalla no lo he pensado, pero sí que es inestable. También es apasionante y divertida. Hay etapas mejores, peores; pero entre que una tiene ganas de currar, tiene vocación y un poco de locura, aquí estamos. Le echas un poco de amor y humor a la vida y sobrevives, vas hacia delante. He tenido suerte en la vida, no me puedo quejar. He ido enlazando trabajos. Además, soy como muy todoterreno.

Van a pensar que lo mismo vale usted para un roto que para un descosido.

—Ja, ja, ja... Eso estaría bien, así tengo más trabajo. Soy muy batallera y me apunto a todo, a un bombardeo si es necesario. Me da igual: teatro, doblaje, tele, cine... Todo bienvenido sea. No estamos para elegir.

Los tiempos no dan para ser muy exquisitos, ¿no?

—Hay límites, sí. Pero es difícil que un proyecto no te encaje. Por el momento, acepto las propuestas que llegan. Además, me ilusiono con todos los personajes, a todos les doy el alma.

Cambia muy rápido de género. La vimos en una comedia como 'Allí abajo' en el papel de Maritxu y después como Miren en un drama, 'Patria'.

—Sobre todo en el mundo audiovisual, especialmente en televisión, he hecho más comedia. A mí se me identifica más con la comedia. El teatro a lo mejor me ha dado la oportunidad de ser más dramática, aunque también he hecho mucha comedia en el escenario. Después llegó Patria, ese pedazo de drama, y estuve muy a gusto. Para un actor es muy grato cambiar de registro, es estimulante. La verdad es que me gusta todo, yo no hago ascos a nada. También me pasa una cosa, cuando estoy en modo drama, pienso lo bien que me vendría una comedia...

Y cuando hace una comedia quiere hacer un drama, ¿no?

—Pues sí. Siempre hay algo de querer lo que no tienes en esos momentos. Creo que he hecho todos los géneros.

Le queda pendiente hacer ciencia ficción.

—Sí y terror. Bueno, terror seguro que doy de lo fea que puedo llegar a salir...

No exagere.

—Es verdad. Pero en serio, no me importaría hacer una peli o una serie de terror.

¿No tenía pensado hacer otra cosa?

—No lo tenía muy claro, ¿quizá irme a Bilbao a hacer Bellas Artes? No lo sé. Pero justo abrieron la escuela de teatro ese año, el curso que acabé yo COU y me di cuenta de que tenía esa vocación, quería ser actriz; para suerte o desgracia, soy vocacional.

¿Suerte, desgracia?

—Sí. A veces la vocación te hace disfrutar más, pero en ocasiones también sufrir más. En las rachas malas, dices: Tenía que haber hecho otra cosa, quién me mandaría dedicarme a esto... Pero cuando estás medio ahogada, siempre te sale algo y empalmando una cosa con otra han ido pasando los años.

¿Es difícil ser actriz en Euskadi?

—Es difícil ser actriz en general. Es un oficio en sí mismo raruno, particular y complicado. Vives en una constante inseguridad. Pienso que en Euskadi ni tan mal, hay sitios que pueden estar peor. Yo no me quejo por ser actriz en Euskadi. Aquí hay una pequeña industria de cine y televisión. Hay compañías de teatro que hacen producciones muy sólidas y que están muy reconocidas a nivel estatal.

¿Nunca ha tenido la tentación de asentarse en Madrid?

—Sí, no voy a decir que no. Todos y todas hemos pensado en asentarnos en Madrid. A mí me encanta como ciudad. A veces piensas en lo que hubiera pasado si me hubiera ido allí con 20 años. Te planteas cómo hubiera sido tu carrera. Pero es de difícil respuesta, bueno difícil no, imposible. Decidí quedarme y tampoco me arrepiento de ello. Además, como he ido enlazando trabajos de forma encadenada, tampoco he reflexionado sobre lo que pudo haber sido y no fue.

Miren es un personaje que impresiona por muchos motivos.

—Es un personaje durísimo. Miren es una madre que pone por delante de todo a su hijo. Ella tiene muy claro su dolor y su amor de madre. Es un personaje un tanto torpe gestionando las emociones, no tiene los mimbres necesarios para hacer frente a la situación que está viviendo.

¿Un amor irracional?

—Un amor de madre, un amor que le provoca un gran dolor, pero la supervivencia es así. Cuando no te queda otra, lo que haces es aferrarte a tu dogma, a tus sentimientos.

¿Es raro ver a la gente con mascarilla en el teatro?

—Mucho. Sobre todo cuando haces comedia, la risa te llega como con sordina. Te acostumbras, pero lo que hacemos los actores es agradecer a todos los que van a vernos. Hay ganas.