Llega a las salas comerciales Aprendiendo a vivir, la ópera prima del cineasta israelí Matan Yair, que también firma el guion de la historia. En su debut en el mundo del largometraje de ficción, presenta una historia con cierta moraleja, que ahonda en la adolescencia y las dudas, miedos y retos que plantea el tener que elegir el futuro de uno mismo. Y enfrentarse a ello.
El protagonista de Aprendiendo a vivir es Asher, un joven de 17 años, muy impulsivo y con un gran temperamento, que está atravesando una difícil etapa en el instituto. Además, mientras que su padre Milo le insta a trabajar en el negocio familiar de andamiaje, su profesor de literatura Rami quiere que se centre en sus estudios para conseguir un futuro mejor. Dividido entre lo que quiere y lo que debe hacer, una repentina tragedia le hará decantarse por uno de los caminos y poner a prueba su madurez.
Relación paterno-filial El peso de la tradición y la importancia de la familia cobran peso protagonista en la historia, cuyo hilo conductor coquetea también con las relaciones paterno-filiales, ya que Asher todavía mantiene respeto hacia su padre -de hecho, es la única persona a quien parece temer-, pero no termina de conectar con él y no comparte sus expectativas.
En cambio, las clases con Rami parecen ser el único lugar donde el protagonista no pierde los estribos, pero la relación con su maestro no es la más correcta. Todo ello resultado, al fin y al cabo, de una ausencia de confianza y entendimiento que provocarán que Asher deba madurar por su cuenta y prácticamente a marchas forzadas y obligadas. E incluso la propia realización lo remarca, ya que Matan Yair coloca la cámara sobre su principal personaje y no se aleja de él, ofreciendo siempre su punto de vista y perspectiva.