Bilbao - Ha sufrido mal de altura, momentos en los que la cabeza parecía estallarle, aún así está dispuesta a repetir una experiencia similar a la de Objetivo Chimborazo, pero con más preparación, incluso en el vestuario, porque reconoce que ha pasado frío y ha grabado en condiciones extremas.
Sara Gandara (Lezama, 1981) es muy joven pero en ETB ha hecho muchos formatos. Su fondo profesional hay que buscarlo en los deportes, primero en la redacción y después dando la cara en la temporada de regatas. Ha presentado casas singulares en Ongi Etorri, ha dado paso a reportajes en Euskal Herria zuzenean o se ha puesto el delantal para meterse en un programa de cocina. Sin contar que durante un tiempo fue la persona que los fines de semana nos ponía al día sobre el tiempo que íbamos a disfrutar desde Eguraldi. Le gusta el sol más que el frío y se siente contenta con todos los medios en los que ha trabajo. También tiene un recuerdo para los momentos en los que escribía en Hemendik, suplemento de DEIA. Se considera una profesional todoterreno, le gustan los retos y probar todo tipo de sensaciones, incluso subir a un volcán como el Chimborazo.
¿Cómo ha vivido ’Objetivo Chimborazo?
-Hemos tenido momentos muy duros. El tiempo, cuando teníamos que estar grabando, era muy malo. Tuvimos días de viento, lluvia, todo era gris y no levantaba, apenas se veía el Chimborazo. Ni que decir tiene que los concursantes tienen un mérito del copón.
De eso se trata, que los concursantes sufran, ¿o no?
-Puede ser, pero hacer un esfuerzo físico como el que han hecho todos ellos tiene un mérito impresionante. Hay que verlo para saber lo que es.
¿Por qué se apunta usted a un reality de aventura tan extremo?
-Básicamente, surge de las ganas que tengo de probar algo fuera de los deportes. Llevaba como dos o tres años bastante tranquila en deportes y me apetecía volver a hacer algo diferente; llegó esta propuesta y no tuve ninguna duda.
¿Es aventurera?
-Bueno, creo que todos tenemos algo de aventureros. Hay gente más cómoda, también es cierto, y gente a la que le gusta probar cosas nuevas. A mí, me gusta este tipo de experiencias porque te da tiempo de conocer otros países, de conocer a gente, y también he podido ver cómo trabajan en otras productoras.
¿Resulta difícil aguantar sin hacer ningún comentario sobre quién es el ganador o ganadora de ‘Objetivo Chimborazo’?
-Tienes que mentalizarte de que has vivido todo el concurso y que no puedes decir absolutamente nada. Es difícil, la gente te pregunta y tú tienes que tener la boca cerrada. Debes pensar que si te escapa algo le quitas todo el misterio al reality. Es complicado aguantarse y que no se te escape una sola palabra que pueda identificar al ganador.
¿Repetiría la aventura o después de vivir dice eso de “si lo sé, no vengo”?
-Repetiría. Pero iría mucho mejor preparada. Procuraría que no ocurrirían cosas que han ocurrido en este programa.
¿Qué le faltaba?
-Saber que íbamos a grabar a partir de 3.500 metros de altura.
Parece un detalle importante, ¿no se lo habían comentado?
-Sabíamos que íbamos a estar en todos los mundos donde se desarrollaría el concurso; tanto a nivel de mar como en la selva. Finalmente, decidimos que necesitábamos aclimatarnos a la altitud y sacrificamos el resto para grabar en montaña.
¿No se hacía idea de lo que podía suponer esa altitud?
-No, claro que no. En la península no hay nada tan alto como el Chimborazo. He descubierto todo lo que implica una grabación de esta naturaleza.
¿Por ejemplo?
-Que me fatigo y que me cuesta respirar y hablar al mismo tiempo. Volvería, pero repito que iría mejor preparada, incluso también con la ropa.
¿Llevaban ustedes poca ropa?
-No llevábamos nada de abrigo, nos sorprendió mucho el frío que hacía. La presentadora de Castilla-La Mancha y yo andábamos cambiándonos la ropa para aparentar parecer algo diferentes en cada programa.
Ahora entenderá al presentador Julian Iantzi cuando también se queja de la dureza de sus ‘realities’.
-Sí. De hecho, colgamos una foto en Twitter en la que estábamos la otra presentadora y yo grabando. Al poco rato nos escribió él preguntándonos qué tal llevábamos la altitud. Le contesté que fatal; el día anterior, me había dado mal de altura, subimos hasta los 5.000 metros y lo pasé fatal, parecía que la cabeza me iba a estallar. Iantzi me dijo que así eran este tipo de aventuras, pero que había que sacar el trabajo. Se hizo así, pero lo pasé francamente mal.
Resulta más tranquila la mar más movida que se pueda presentar en una regata, ¿no?
-Ja, ja, ja? En la mayoría de los casos sí. Aunque cuando hay marejadas en las regatas, al margen de lo que es la prueba, fuera del agua, también se pasa mal. Pero no es un malestar físico que parece que te va a estallar la cabeza.
Aun así, repetiría.
-En esta profesión está bien probar cosas nuevas y salir un poco de la franja de comodidad que tienes. Siempre que estás muy ocupada echas de menos la tranquilidad, y al revés también. Nos gusta lo que no tenemos en ese momento. Son experiencias que hay que vivirlas.
¿Le apetece experimentar con otros formatos?
-Sí, claro, siempre estoy dispuesta a hacer lo que ETB considere oportuno. Creo que me adapto bien a cualquier situación. Es complejo porque no siempre aciertas en todos los ámbitos, pero que no sea por no intentarlo. Lo que quiero es aprender, que me den la oportunidad de aprender.
¿Qué le falta por probar en televisión?
-Estar fuera de la pantalla, detrás de la cámara y tener la oportunidad de crear, de hacer cosas que puedan llegar a emitirse.
¿Le satisface más estar en televisión que escribir en un periódico?
-Todo tiene su encanto. Cuando escribía para DEIA, me sentía muy a gusto. Es tu momento con la pantalla y con el teclado, dejas que tu imaginación fluya. En un formato en televisión, un programa en directo, como pueden ser las regatas, tienes que sacar el contenido en ese momento y lo intentas sacar bien, pero es más inmediato.