Bilbao - A Lydia Bosch ser actriz le parece un juego divertido, no pesan las muchas horas de grabación o las incomodidades de rodar en verano tramas de invierno, puede más la vocación que las dificultades. Sin identidad le parece muy potente y de tal intensidad que le gustaría que durase muchas temporadas y que Luisa, su personaje, pudiera desarrollar todas sus complejidades.

Si se sienta delante de la televisión, ¿cómo se ve en el papel de Luisa?

-Soy muy mala espectadora de mis propios personajes. Siempre veo que se me ha escapado algo, no soy objetiva, me cuesta verlo como espectadora; pero lo que sí puedo decir es que es un personaje con el que estoy disfrutando y al que todavía estoy conociendo.

Hoy termina la temporada, ¿no se ha hecho aún con el personaje?

-Al principio, te dan un esbozo de lo que puede ser, pero son personajes vivos y no sabes los derroteros de la imaginación de los guionistas y por dónde llevarán al personaje. Yo estoy descubriendo y sorprendiéndome con las reacciones de Luisa.

Una serie muy dramática.

-Sí, no tiene muchos términos medios?

En televisión se pasa bruscamente de hacer todo comedia al drama más intenso.

-Es cierto. Pero es que en la vida hay comedia y drama. Lógicamente, esta serie tiene que ser dramática. Aunque no es realidad pura y dura, está basada en un drama, los niños robados. Cualquier historia que pueda desencadenarse de un hecho tan terrible tiene que ser un drama. Si a todo ello le unes, en el caso de esta serie, el sentimiento de venganza que lleva María dentro, no puedes esperar que haya el menor atisbo de relajar el drama. Y eso que no has visto lo que va a pasar...

Cuéntenoslo.

-Es que no puedo contar casi nada de lo que sucederá en el episodio final...

¿Tiene segunda temporada?

-No se ha dicho de forma oficial, pero parece que hay segunda temporada. En el último episodio quedan aún muchas cosas por resolver.

Este es su regreso en firme al trabajo después de un periodo de poca actividad.

-Sí con un personaje con continuidad. Últimamente, por diversas razones, yo había hecho solo incursiones en alguna serie pero éste sí es un papel en el que yo voy a estar de forma más continuada en televisión. Esperemos que tenga muchas temporadas y que la gente lo siga viendo. Sin identidad tiene una historia muy potente que contar. Creo que la gente está deseando ver las consecuencias de la venganza de María.

¿Echaba de menos meterse de lleno en televisión?

-Sí, claro. Me considero una actriz vocacional, como todas las personas que disfrutan en el ámbito de su profesión. Si tienes la fortuna de trabajar en lo que te gusta, es una necesidad. Estás incompleta si no lo haces.

A veces, la vocación también queda aplastada por las dificultades.

-El trabajo de actriz es como un juego, no importan las dificultades. Una cosa muy curiosa en los rodajes es que la parte de invierno la haces en verano y la de verano en invierno, puede resultar incómodo, pero da lo mismo. Puedes estar quince o dieciséis horas grabando, pero qué te importa si el personaje es atractivo. No importan esas dificultades, por lo menos en mi caso.

¿Se involucra con el personaje?

-Este trabajo, además de un juego, es como una terapia personal, los personajes te permiten vivir y hacer cosas que tu realidad personal no te lo permite.

Muchos años ante las cámaras.

-Y tanto que muchos. Empecé a los 19 años en mi maravilloso Un, dos, tres... Siempre lo he llevado muy dentro y como bandera. Fue empezar en la universidad más maravillosa del mundo y bajo las órdenes de Chicho Ibáñez Serrador. Tuve también la suerte de empezar cuando solo había dos cadenas y eso hacía que la gente fuera más fiel a lo que se emitía.

¿Ahora es infiel?

-Ja, ja, ja. A lo mejor decir infiel suena fuerte, pero con toda la variedad de canales, con todas la contraprogramaciones que hay por las audiencias, la gente cambia más de cadena. Muchas veces no puedes seguir series o programas que te gustarían porque coinciden y no puedes desdoblarte.

¿No había antes problemas de audiencias?

-Siempre estabas expectante por si gustaba o no, pero no había estas guerras de ahora. En estos momentos, cuando te levantas lo primero que haces es mirar las audiencias. No tengo conciencia de que antes movieran un programa. Estos dos últimos capítulos se cambiaron de los martes a los jueves para evitar su coincidencia con el Mundial de fútbol. Antes no había esta presión tan brutal.