Como cada día, el autor del bosque mágico de Ugasko, un septuagenario bilbaino que empezó hace año y medio a tallar figuras y animales en troncos de árboles caídos, se dirigía el pasado viernes hacia su remanso creativo. “Ya en la distancia se percató de que no veía los ojos del búho, que son blancos y se ven desde muy lejos. Se imaginó que había pasado algo porque ya habían sucedido algunas cosas antes y pensaba que podía volver a ocurrir”, explica su profesora, la escultora Amaia Conde.

Los peores presagios de este amante de la naturaleza y el arte se cumplieron con creces al llegar al tramo de la senda de Potongo donde lucían sus obras, destrozadas “la noche anterior” en un acto vandálico. “Todo lo que pudieron romper lo rompieron y lo apilaron en la entrada para obstaculizar el paso, excepto un tronco gigante y el que está clavado en la tierra, donde estaba el Basajaun, que lo pintaron entero”, repasa los desperfectos Conde.

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En imágenes: El bosque mágico de Ugasko crece con nuevas creaciones Jose Mari Martínez

Aunque no quieren “hacer especulaciones” porque desconocen la autoría de este ataque, sospechan que “debieron ser varios individuos, al menos tres, porque la barricada que levantaron al inicio del camino para que no se pudiera pasar la hicieron con todos los troncos que rompieron del parque y unas piedras enormes que no las mueve una sola persona”.

Ante semejante “desastre”, al escultor anónimo le invadió “la tristeza porque es un sitio donde lleva más de año y medio trabajando a gusto en la naturaleza” y conversando con su público. En este tiempo, dice Amaia, este jubilado bilbaino “había entablado relación con mucha gente. Siempre explicaba lo que estaba haciendo y la gente estaba entusiasmada con el parque y le animaba”. Tal es así que le “daba pena que lo hubieran destrozado por toda esa gente con la que había establecido vínculo, que iba cada cierto tiempo para ver cómo avanzaba, que disfrutaba del parque y ya no iba a poder hacerlo”.

Aunque “estaba afectado”, pasadas unas horas ya había “digerido” el disgusto. “Me dijo que, al final, quien no pierde todo no pierde nada porque él ya había empezado a trabajar en otra zona, más alejada de caminos”, apunta Conde, quien aclara que no tiene pensado reparar sus obras, sino tallar otras en “zonas menos conflictivas”.

“Que no vaya la gente”

Cuenta Conde que su medio centenar de alumnos, compañeros de taller del creador del bosque mágico de Ugasko, acogieron con “sorpresa y desagrado” la noticia y “le dieron un montón de ánimos” a través del grupo de WhatsApp que comparten. “Una alumna ha propuesto que vayamos los que queramos y limpiemos por lo menos las pintadas, pero tiene que querer él”, aplaza.

También recibió el consuelo del escultor Fito Cuevas. “Le dijo que se lo tomara como si fuera una obra efímera, que él y otros escultores también han sufrido sabotajes en piezas”, relata Conde. Los ánimos parece que surtieron efecto. “Mi alumno me decía: Yo he disfrutado y aprendido mucho tallando todo esto, me llevo eso y la relación con la gente”, a la que pide “que no vayan al bosque para evitar conflictos y porque ahora mismo da pena verlo”.