Esto le pasa a tu cerebro cuando pasas un día entero sin mirar el móvil
Desconectar de la tecnología puede ayudar a reducir el estrés y la ansiedad y para evitar ciertas tendencias peligrosas
Pasar un día completo sin mirar el móvil parece casi imposible en una sociedad en la que dependemos de las notificaciones para trabajar, comunicarnos o entretenernos. Sin embargo, esta pausa digital provoca cambios inmediatos en el cerebro. Lo primero que aparece es una sensación de vacío y de alerta constante, porque el organismo se ha acostumbrado a recibir estímulos rápidos.
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El cerebro busca esa gratificación inmediata de los mensajes y redes sociales y, al no obtenerla, entra en un estado de inquietud que se traduce en ansiedad y nerviosismo. No es casualidad que muchos estudios equiparen la falta de móvil a un pequeño síndrome de abstinencia.
Beneficios de desconectar
Cuando se supera esa primera fase de incomodidad, comienza a notarse un efecto distinto. La atención mejora porque no hay interrupciones constantes, lo que permite al cerebro mantener un foco más estable durante las tareas cotidianas. También se activa la memoria a largo plazo, ya que el exceso de estímulos digitales suele saturar la capacidad de retención. El descanso mental se hace evidente y se reduce el estrés porque el organismo deja de estar en alerta permanente por cada vibración o aviso. Incluso el sueño mejora, ya que la exposición a las pantallas altera los ritmos circadianos y al prescindir de ellas el cerebro recupera un patrón más natural de descanso.
El día sin móvil también abre espacio a la interacción directa. El cerebro recupera la capacidad de disfrutar de una conversación sin la tentación de mirar la pantalla y aumenta la percepción que tiene de los detalles del nuestro alrededor. Se trata de un regreso a la atención plena, donde actividades simples como leer, caminar o cocinar se convierten en experiencias más conscientes. Este efecto tiene un impacto positivo en el bienestar emocional, porque se reduce la comparación constante con la vida de los demás que suele generarse en redes sociales, algo muy común sobre todo entre adolescentes. El resultado es una sensación de libertad psicológica.
Una prueba que merece la pena
Aunque no es necesario vivir permanentemente desconectado, dedicar un día a apartar el móvil es un ejercicio que deja huella. El cerebro aprende que puede funcionar sin depender de notificaciones constantes y se fortalece la capacidad de autocontrol. Incorporar pausas digitales de manera regular ayuda a reducir la dependencia tecnológica y favorece una relación más equilibrada con la información. En un mundo hiperconectado, aprender a volver a la vieja normalidad puede ser muy bueno de cara a afrontar el futuro.
Al fin y al cabo, desconectar también es parte de nuestro cuidado psicológico. Como seres humanos, no estamos diseñados para pasar las 24 horas del día conectados a ninguna fuente constante de estímulos que no hagan desconectar del mundo que tenemos frente a nuestros ojos.
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