El cardiólogo José Abellán acudió al podcast The Wild Project para hablar con detalle de un tema que preocupa a miles de familias: qué ocurre realmente después de un infarto y cómo se recupera un corazón que ha sufrido este episodio. Su intervención fue un repaso a la evolución de la medicina, a los avances de la cardiología intervencionista y a la importancia de la rehabilitación cardíaca y los hábitos de vida saludables.

Según explicó, “ha sido uno de los grandes avances de la medicina de las tres últimas décadas”, gracias a la creación de redes de atención al infarto que permiten actuar con rapidez. Abellán recordó cómo se trataban estos casos hace solo unas décadas: “cuando un paciente sufría un infarto… se les daba medicación relajante, medicación antiagregante… las tasas de complicaciones eran enormes, el tejido cardíaco sufría tanto que a veces se agujereaba y se moría por complicaciones”.

Un hombre sufre un infarto Freepik

Ese escenario cambió radicalmente con la llegada de la cardiología intervencionista. Hoy, un cateterismo permite abrir la arteria obstruida y salvar tejido cardíaco en tiempo récord. “Desde un acceso periférico… metemos catéteres milimétricos, llegamos hasta el corazón y podemos ver cuál es la arteria que está sufriendo el infarto”, explicó. Todo se hace con el paciente consciente, porque el tiempo es vital: “cuando una persona sufre un infarto, a las dos, tres horas, el 50% del tejido isquémico ya se ha infartado, está muerto. Cuanto más corran, mejor”.

El impacto de esta técnica es inmediato. “Es algo mágico… llegas al punto donde está el coágulo, lo retiras y son segundos en los que el paciente dice ¡ay qué alivio!”, relató Abellán. Una vez resuelta la obstrucción, lo habitual es colocar un stent, una malla metálica que mantiene la arteria abierta: “en la mayoría de ocasiones… dejas un stent… los de última generación son muy finos, sueltan un fármaco antiproliferativo… ahora, si te cuidas, funciona bastante bien”.

Pero el cardiólogo advirtió de un error común tras superar la fase aguda: descuidar los hábitos de vida. “Si tienes un infarto, te ponen un stent y sigues fumando, es peor el remedio que la enfermedad”, alertó. Y es que el éxito del tratamiento no solo depende de la tecnología, sino también de la disciplina del paciente en la etapa posterior.

Abellán destacó la importancia de la rehabilitación cardíaca, un recurso aún poco extendido: “cuando te has visto en la muerte coges mucho miedo… no sabes si puedes caminar por la calle, acostarte con tu pareja o hacer esfuerzo al ir al baño. La gente está cagada de miedo”. En el centro privado que dirigió, intentaban precisamente devolver confianza a los pacientes: “hacíamos crossfit con infartados… entrenaban poco a poco, monitorizados latido a latido, y perdían el miedo a hacer ejercicio. Les cambiábamos la vida”.

Los resultados eran claros. “El 70% de mis pacientes reducían o dejaban medicación… no porque yo fuera antipastillas, sino porque llevaban un estilo de vida adecuado”, contó. Para Abellán, los fármacos son imprescindibles en muchos casos, pero deben entenderse como un complemento: “las pastillas son un parche para lo que normalmente tú no estás haciendo adecuadamente… tenemos que entender que en muchos casos la medicación se puede reducir o evitar si hacemos un buen estilo de vida”.

La medicina actual puede salvar vidas de manera casi inmediata, pero la verdadera recuperación depende de la implicación del propio paciente. “Nuestros hábitos tienen mucho que decir en esto”, concluyó, insistiendo en que dieta, ejercicio y control del estrés son tan importantes como la tecnología más puntera.