El error que muchos cometen al comer fruta
Un pilar fundamental de una alimentación saludable, rica en vitaminas, fibra y antioxidantes que ayudan a prevenir enfermedades y mantener el organismo en equilibrio
La mayoría de nosotros aprendimos desde pequeños a pelar la fruta antes de comerla. Ya sea por costumbre, por higiene o por evitar sabores amargos o texturas desagradables, lo cierto es que muchas veces acabamos tirando a la basura una parte del alimento que podría aportar numerosos beneficios. En los últimos años, nutricionistas y expertos en salud han comenzado a cuestionar esta práctica generalizada, alertando sobre lo que realmente se pierde al desechar la piel de muchas frutas.
Relacionadas
¿Es mejor pelar la fruta o no? Como casi todo en nutrición, la respuesta no es categórica. Depende del tipo de fruta, del estado de su piel, del origen del producto y, por supuesto, de las preferencias y condiciones de cada persona. Sin embargo, la ciencia tiene algunas respuestas claras que pueden ayudarnos a tomar decisiones más informadas.
¿Es más sano el jamón cocido o la pechuga de pavo?
La piel: una fuente olvidada de nutrientes
Las cáscaras de muchas frutas no solo son comestibles, sino que también contienen una alta concentración de fibra, antioxidantes, vitaminas y minerales. En algunos casos, la mayor parte de estos compuestos se encuentra precisamente en la piel o justo debajo de ella.
Por ejemplo, en una manzana, hasta el 50% de la fibra y un alto porcentaje de la vitamina C están en la piel. Lo mismo ocurre con frutas como el melocotón, la pera o incluso las uvas, cuya piel es rica en polifenoles, compuestos antioxidantes que pueden ayudar a reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares y a mejorar la salud celular.
Los nutricionistas coinciden en que cuando pelamos la fruta, muchas veces eliminamos la parte más interesante desde el punto de vista nutricional. De hecho, las pieles contienen compuestos bioactivos que no están presentes en la pulpa o que están en menor cantidad.
¿Y los pesticidas?
Una de las principales razones por las que muchas personas prefieren pelar la fruta es la presencia de pesticidas y otros residuos químicos. Es una preocupación válida, especialmente en frutas de producción convencional. Sin embargo, los expertos señalan que este problema puede minimizarse con un buen lavado bajo el grifo y, en algunos casos, utilizando un cepillo de cocina suave.
Además, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) recuerda que los límites máximos de residuos de pesticidas están estrictamente regulados en la Unión Europea y que la mayoría de las frutas que llegan al mercado contienen niveles muy por debajo de lo permitido.
Aun así, quienes quieran ir un paso más allá pueden optar por fruta ecológica, que suele tener menos residuos químicos. Esto puede ser especialmente recomendable si se desea consumir la piel de frutas como manzanas, peras o ciruelas.
¿Cuándo pelar es recomendable?
No todas las pieles son iguales ni todas las frutas deben comerse con cáscara. Hay casos en los que pelar es la mejor opción, ya sea por seguridad, digestibilidad o simplemente por sabor.
Frutas como el plátano, la piña, el kiwi o la chirimoya tienen una piel demasiado dura, fibrosa o desagradable como para ser comestible. También en el caso de algunas personas con problemas digestivos, como el colon irritable, la piel de frutas con mucha fibra insoluble (como la uva o la manzana con piel) puede resultar irritante.
Por otra parte, si la fruta presenta golpes, moho o zonas dañadas en la piel, pelarla puede ser una forma de evitar ingerir posibles contaminantes o toxinas.
La importancia de la fruta en una dieta variada y equilibrada
Pelar o no pelar la fruta no es simplemente una cuestión de hábito, sino una decisión que puede influir en nuestra salud, en el aprovechamiento de los alimentos y en el medio ambiente. Si la fruta es de buena calidad, está bien lavada y la piel no representa un obstáculo insalvable, consumirla entera es una opción muy recomendable.
Eso sí, como siempre en nutrición, lo más importante es la variedad. Ya sea pelada o no, lo que realmente importa es que la fruta esté presente a diario en nuestra alimentación. Porque, al final, no se trata de comer perfecto, sino de comer mejor. Y quizás la próxima vez que tengas una manzana en la mano, te lo pienses dos veces antes de pelarla.