Una vez más estamos a las puertas de un cambio de hora; en esta ocasión, debemos adaptarnos al horario de invierno y por ello, en la madrugada de este domingo 27 de octubre, retrasaremos los relojes una hora (a las 3 serán las 2)

Pese al regalo inicial que supone poder dormir una hora más esa noche, para algunas personas el cambio de hora puede tener consecuencias tanto a nivel físico como mental. "Nuestro cerebro se adapta bastante bien, pero el cambio de hora puede causar somnolencia, cansancio o hacer que al día siguiente nos cueste más dormir, estemos más distraídos e incluso nuestro estado de ánimo puede verse afectado", explica Diego Redolar, neurocientífico y director de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

Una mujer con síntomas de agotamiento.

Por qué nos sentimos cansados

Redolar señala que estas sensaciones se deben a que "puede haber cierta desregulación de los ritmos circadianos", ya que nuestro cerebro está programado para regular cada 24 horas los ritmos biológicos principales, como el ciclo de sueño-vigilia y la liberación de determinadas hormonas, como la melatonina o el cortisol. Por eso, si introducimos algún cambio horario que implica alterar ese periodo de 24 horas, el cerebro necesitará más tiempo para reajustarse

"Normalmente, necesitamos un día, desde un punto de vista fisiológico, para volver a adaptarnos a ese cambio de hora, subraya Redolar, pero hay población más vulnerable, como las personas mayores o los niños, que quizá necesiten un poco más de tiempo para que el cerebro vuelva a regular esos ritmos circadianos de manera correcta", añade.

Por lo general, esa sensación de cansancio, somnolencia o embotamiento mental del día siguiente al cambio de hora, comparable a una resaca, es un proceso temporal que simplemente evidencia que su cerebro necesita adaptarse a la nueva situación. "El impacto que puede tener el cambio de hora en la salud de las personas es pequeño", tranquiliza el experto, subrayando que se trata de un proceso natural y temporal. 

Cómo adaptarse al cambio de hora

Aunque el grueso de la adaptación al cambio de hora depende del propio cuerpo y de ese período de tiempo necesario para ajustarse, sí podemos contribuir a que sea un proceso más cómodo y rápido, como explica un artículo publicado en el blog de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC en el que participa como experto el propio Diego Redolar.

Así, entre las principales medidas que podemos adoptar para llevar mejor el cambio de hora está respetar las rutinas habituales como irnos a dormir a la hora de siempre, realizar actividades relajantes antes de acostarnos y mantener la mente ocupada, siempre mejor al aire libre, paseando, haciendo ejercicio o practicando deporte. Por último, podemos prestar atención a la alimentación, eligiendo para ese día una dieta ligera basada en alimentos de temporada.

La realidad es que el cambio de hora puede suponer una incomodidad el primer siguiente, pero con un poco de adaptación ayudaremos a nuestro cerebro a gestionarlo mejor para pasar página rápidamente.

Un hombre mira el móvil ante su dificultad para conciliar el sueño.

Polémica recurrente

El cambio de hora es una cuestión polémica que, en España, llevó al Gobierno a encargar a una comisión el estudio de la reforma de la hora oficial, que elaboró un informe al respecto. Su respuesta fue que había que evitar un "cambio precipitado en los husos horarios mientras no exista un consenso compartido y una difusión práctica a nuestra ciudadanía de los riesgos y oportunidades que comporta".

Según señalaron entonces desde esta comisión, "tras mantener el horario actual durante ochenta años, la población española ha desarrollado una adecuación a ese horario y no hay suficientes razones para modificarlo".

En paralelo, la Unión Europea debate desde hace años sobre la posible supresión del cambio de hora estacional bianual. El Consejo Europeo ya presentó, en 2018, un proyecto para eliminar los cambios de hora, apoyado por el Parlamento un año después.

El proceso está a la espera de la decisión del Consejo, donde se requiere una mayoría cualificada de los Estados miembros que, hasta ahora, se ha resistido, por lo que los europeos seguimos cambiando la hora dos veces al año