Quien fuera primer Defensor del Menor del Estado se distancia de la tendencia a divinizar el yo interior y, en lugar de ello, nos desafía e invita en su último trabajo a adentrarnos en nuestro yo profundo. Nos recuerda que, con frecuencia, lo que expresamos en palabras oculta lo que realmente sentimos y pensamos. Nos invita a la sinceridad con nosotros mismos, un camino hacia la autorreflexión y la comprensión de nuestra propia esencia. La vida íntima se convierte así en un faro que ilumina el viaje interior, inspirándonos a explorar las profundidades de nuestra psicología y espiritualidad, uniendo la mente y el alma en la búsqueda de la autenticidad y la verdad personal. “Este libro es una guía para aquellos que desean adentrarse en su propio ser con honestidad y comprensión”, subraya.

Tertulias televisivas de cotilleo, Inteligencia Artificial que pone al descubierto nuestros pensamientos, una vida acelerada... ¿Cómo casa el intimismo con esta realidad del pantallazo rápido?

Casa bien porque, a veces, necesitamos vacunas, antídotos, porque cuando hay un incendio también hay que abrir cortafuegos. Tengo la impresión de que el ser humano es muy cotilla, que nos interesa mucho la vida de los demás, pero en algunas cosillas, porque en otras nos gustaría conocernos más a nosotros mismos. Ahora tenemos tecnologías en las que se desnuda la intimidad, quien lo cuenta todo en las televisiones, en la red, aunque solo sean algunos, porque la inmensa mayoría no lo hacemos.

Usted habla de introspección hasta el tuétano de nosotros mismos. ¿Cómo se combina la algarabía y la competitividad con su propuesta de tranquilidad para reflexionar?

También casa bien, porque al final somos sociables y nos creamos un personaje, pero luego todo el mundo se va a la cama, a donde puede ir acompañado, pero llega un momento en que duerme solo, sueña solo, piensa solo; nació de su madre, pero solo. Esa angustia antológica nos lleva a dar la mejor imagen y a mostrarnos lo más pulcros y diplomáticos posible. Eso está bien, porque dice mucho de la persona, pero, ahora bien, los interrogantes, los fracasos, los miedos íntimos siguen ahí. Imagínese que en un momento determinado la gente te dijera todo lo que piensa, sería terrible. Para vivir hay que mentir mucho y hay que engañarse mucho a uno mismo. He visto a miles de personas en una terapia individual, donde estás a solas y donde saben que no le vas a juzgar, donde saben que no te vas a sorprender de casi nada ya, y a pesar de todo, les cuesta mucho decir y escuchar su verdad. 

Hace algún tiempo las jornadas de reflexión (por ejemplo, ejercicios espirituales) eran casi obligatorias. ¿Apuesta por retomar estos ejercicios para bucear en el interior y buscar al propio yo? ¿O hasta en esto habría postureo?

Postureo hay en todo, sobre todo si sabemos que nos ven. Cuando vas por la calle y chocas y caes al suelo, le dices a la gente que no ha sido nada, aunque a la vuelta de la esquina reconozcas el golpetazo que te has dado. Nos importa mucho el juicio de los demás, eres persona porque estás con los demás, si no serías ser humano. Nosotros tenemos lágrimas, tenemos capacidad de anticipar, tenemos nostalgia, nos hacemos muchísimas preguntas sin respuesta. Ese es el ser humano. En mi época, se hacían los ejercicios espirituales, que más allá del hecho religioso, te permitían concentrarte contigo mismo a través de la oración, que es una forma de hablar con Dios, o, al menos, de estar en silencio; la reflexión siempre es buena, también cuando te estás duchando o vas en el coche. Tampoco hay que irse a un monasterio para reflexionar, para pensar en lo que pensabámos cuando éramos niños, o ahora que tenemos fecha de caducidad pensar cómo interpretan los demás lo que hacemos y decimos, en qué nos confundimos... En nuestra verdadera capacidad de autocrítica. Esto es importante para dar lo mejor de uno mismo, pero sin caer en el egotismo ni en esas cosas actuales de apoyar la autoestima que realmente es solo un juego de vanagloria. 

A una persona alcandora, ¿cómo se le podría explicar las ventajas personales de ser más reflexivo y pausado?

Diría simplemente que la vida hay que llevarla en los propios brazos, que no nos puede conducir la prisa, cosa que no entiendo en una sociedad como la nuestra cuya esperanza de vida, junto con Japón, es la más longeva del mundo y la gente va diciendo que no le da la vida. ¡No le da exactamente según para qué! Hay que hacer las cosas con tranquilidad. Cuando estamos haciendo esta entrevista, no hay que hacer otras. Uno tiene que priorizar la vida. Y en este sentido reflexionar sobre la vida. Lo otro es sobrevivir, correr. Ser consciente de la vida también te hace ser consciente de los miedos, de la angustia, como diferencia de otras especies animales. 

Desde la pandemia se publican infinidad de libros sobre autoayuda con propuestas para ser feliz. ¿Coinciden en algo esas propuestas con las suyas o tienen poco que ver?

No coinciden en nada. Yo soy un tipo serio; me he preparado, he ganado unas oposiciones del Ministerio de Justicia, soy doctor en Psicología, doy clases en la Complutense. Soy bastante simpático, pero serio. No creo en la autoayuda. Si alguien se está ahogando es imposible que se salve tirando de su pelo hacia arriba. Un libro que diga que es de autoayuda está abocado al fracaso. Otra cosa es que si una persona está mal compre un libro, y como le va a ir mal, acabe comprando otro libro de autoayuda. Eso funciona, pero no es serio. Si ojeas mi libro dirás: ¡Dios mío qué proteínico es! Porque La vida íntima no es de autoayuda, sino de compartir criterios, debatirlos o discutirlos. Es un trabajo de un clínico, de alguien que conoce bien los sufrimientos del ser humano y que también él se pregunta en el otoño de su vida qué hacemos con ella. No publico este libro para que una persona lo coja y empiece a profundizar en su vida. También te digo que las personas que van aceleradas, están todo el día de putas o con la cocaína, no van a la librería, y difícilmente leerán un libro. Creo que muchos de los libros de autoayuda, escritos con la mejor voluntad, en el fondo son de autoayuda para quien la escribe. La vida no solo es sentir, es realizar, por lo que todo el mundo es coach.

El ser humano es el único animal capaz de tropezar dos veces en la misma piedra. ¿Su propuesta reflexiva ayudará a evitar estas segundas caídas?

Creo que no. El ser humano tropieza dos veces sin ser consciente del error. Hay otros seres, como los primates, que tienen una memoria distintiva, pero nosotros somos conscientes de que podríamos evitarlo, pero no. Imagínate cuántas personas sufren con su pareja y luego vuelven a casarse. Ese es el ser humano, que es capaz de chocar, de esperanzarse, de proceder al perdón de una persona que le está machacando, de tener ternura... Mi libro impedirá levantar los hombros, tener algún atisbo de algo que le digo, pero va a seguir siendo el mismo con sus creencias, con sus habilidades, con hábitos que no reconocerá, ya sean narcisistas, racistas u homófobos, porque nos engañamos mucho a nosotros mismos.

En el mundo de la inmediatez irreflexiva, del ahora mismo, de modelos míticos y propuestas en dos días que se agotan en tres, ¿cuál es su receta?

Los clásicos en la música, en la literatura, en el teatro. Eso no quita que no podamos estar a la moda, que te vistas a la moda o que tengas un coche híbrido. Todo es moda. El otro día en el supermercado compré una cajita de puré de patata Maggi y me fijé en la frase: Maggi te quiere ayudar. Es genial. Somos así, muy niños; el ser humano es muy inmaduro. El ser humano pide a la especie humana que investigue para conseguir una vacuna contra el covid y lo consigue, pero a los pocos días estamos con la guerra de Ucrania y con la invasión de Israel en Palestina. Ese es el ser humano, que puede tirarse al mar para salvarte o generar el holocausto. La idea angelical no existe. Soy uno de los 52 expertos del Pacto de Estado contra la violencia de género y observo que muchos hombres son muy dependientes de su pareja, la matan y después se suicidan porque si la han matado qué razón tienen ya para vivir. No se suicidan por arrepentimiento, sino por falta ya de razón para vivir. Igual que hay mujeres que no se pueden ir de un entorno a pesar de estar amenazadas; hay que estudiar por qué el ser humano procede a determinadas conductas; si no lo estudiamos haremos muchos minutos de silencio en los Ayuntamientos, pero la efectividad de la acción será escasa.

¿A quién dirige sus reflexiones?

A todo el que quiera reflexionar. Hay algunos que dicen: a mí me gusta mucho Urra, me parece que dice cosas sensatas; será una persona que leerá el libro; otras dirán que soy una persona que tiene sentimientos espirituales y religiosos; y luego están esas personas que te sorprenden, te emocionan y te dicen que leyeron un libro tuyo y que les ayudó. Entonces dices: ¡joder, merece la pena escribir! El libro es de los dos, del que lo publica y el que lo traduce a su manera. No busco el aplauso. Lo malo es que hay gente que opina sin saber y eso es muy peligroso.

QUIÉN ES

Javier Urra es Director Clínico y presidente de la Comisión Rectora Recurra-Ginso (Clínica de Salud Mental, Hospital de Día Retiro y Centro Terapéutico Residencial). Doctor en Psicología y en Ciencias de la Salud. Académico de Número de la Academia de Psicología de España. Profesor de Psicología de la UCM (Cardenal Cisneros). Psicólogo de la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia y de los Juzgados de Menores de Madrid. Participa en numerosos programas televisivos. Fue el Primer Defensor del Menor.