Estar cansados o muertos de sueño, tener los ojos secos por el uso excesivo de pantallas, el picor que producen las alergias o simplemente tratar de aclarar la vista al despertar son algunos de los motivos más habituales por los que nos frotamos los ojos

En esas situaciones, se produce una falta de lubricación natural que hace que nuestros ojos estén muy secos. Al frotarlos, estimulamos las glándulas lagrimales que van a segregar las lágrimas que humedecerán y aliviarán esa sequedad ocular. 

Este acto reflejo de frotarnos los ojos, que repetimos de forma inconsciente multitud de veces a lo largo de la vida, es una costumbre que a priori no parece grave, pero que, sin embargo, implica ciertos riesgos para la salud visual.

El problema es que, cuando nos frotamos los ojos, lo hacemos con las manos, los dedos o incluso con los nudillos, que pueden introducir en el ojo agentes infecciosos, además de poder dañar la córnea y dar lugar a la aparición de lesiones en la superficie de esta. 

Una mujer alivia la sequedad ocular con lágrima artificial. Freepik

Según explica el doctor Fernando Llovet, oftalmólogo y cofundador de Clínica Baviera, nuestros ojos pueden sufrir distintos problemas a los que hay que prestar especial atención. Algunos de ellos son:

1- Derrames oculares. Romper alguno de los capilares que riegan el tejido es una de las consecuencias más comunes cuando nos llevamos las manos a los ojos y frotamos. Esto provoca un enrojecimiento de la esclera (la parte blanca del ojo) y, además, puede llegar a producir un derrame ocular que aparecerá como una mancha roja en el ojo.

2- Lesiones en la superficie del ojo. Aunque toquemos nuestros ojos suavemente y con delicadeza, en la superficie de estos puede ocultarse algún cuerpo extraño como arena, polvo o incluso una pestaña propia. Al ejercer presión, se corre el riesgo de raspar la superficie del ojo, y la córnea o el ojo en general pueden verse dañados.

 3- Infecciones como la conjuntivitis y la queratitis. Uno de los principales problemas que aparecen al frotarse los ojos son las infecciones. Sin darnos cuenta, llevamos a la superficie del ojo, al párpado y a la piel de alrededor, los gérmenes que tenemos en las manos. Estos, al tener una protección inferior a otras zonas del cuerpo, pueden infectarse fácilmente y derivar en problemas tan comunes como la conjuntivitis.

Una mujer con sueño se frota el ojo. Freepik

4- Problemas estéticos. Otro de los problemas es lo que puede llegar a sufrir la piel de los párpados y de las zonas cercanas al ojo. Esta es muy fina y sensible a este tipo de presiones y puede favorecer la aparición de arrugas alrededor de los ojos (arrugas perioculares).

 5- Queratocono. En los casos más graves, ante un excesivo frotamiento de los ojos, la presión que se ejerce sobre ellos también puede derivar en lo que se conoce como queratonono, una deformación de la superficie ocular, y en concreto, de la córnea. Es importante poner remedio cuanto antes, ya que esta enfermedad puede derivar en otros problemas de visión importantes.

Para evitar estos riesgos, el doctor Llovet recomienda implementar en el día a día ciertas rutinas como lavarse las manos de forma regular, parpadear abundantemente o en caso de tener una mayor molestia, hacer uso de lágrimas artificiales para favorecer una correcta lubricación y humectación del ojo.