Estás haciendo ejercicio y de repente notas un dolor agudo y punzante en el costado, entre el pecho y el abdomen. Esta molestia es el temido flato, denominado en términos médicos dolor abdominal transitorio (DAT). Aunque puede sufrirlo cualquier persona, es más habitual entre los deportistas y, aunque resulta incómodo y a veces muy doloroso, en la mayoría de los casos es transitorio y no es nada grave ni síntoma de ninguna enfermedad o lesión.

La ausencia de una causa clara que provoque esta molestia hace que existan diferentes teorías acerca de su origen. De hecho, lo más probable es que no se deba a una sola causa, ni que afecte a todas las personas por igual.

El flato suele aparecer en actividades que implican movimientos repetitivos del torso, como por ejemplo correr. Por eso, una de las teorías que tratan de explicarlo es que el dolor aparece por las tensiones en los ligamentos que unen el diafragma con otros órganos del cuerpo como el estómago, los intestinos, el hígado o el bazo. Con el movimiento, el diafragma se va hacia arriba para expulsar el aire, y los órganos, por su peso, tiran hacia abajo.

Otra teoría es que el flato se debe a una falta de riego sanguíneo en el diafragma causada por un esfuerzo excesivo que concentra la sangre en otras partes del organismo.

Otra posibilidad estaría relacionada con la respiración. Si respiramos de forma entrecortada nuestro cuerpo no tendrá suficiente oxígeno por lo que el diafragma se restringe provocando dolor y flato.

Un hombre se lleva las manos al costado derecho. Freepik

Hay quien apunta como posible causa del flato a la excesiva rigidez que algunos deportistas tienen en la musculatura de la columna vertebral.

Y una quinta teoría, tal vez la más extendida, es que esa molestia tenga su origen en el roce del peritoneo, la membrana que recubre las vísceras, con el estómago. Si corremos con el estómago, lleno el peritoneo podría irritarse con el movimiento oscilatorio de la carrera y causarnos dolor.

Cómo evitar el flato

Para evitar sufrir flato, en cuanto notes los primeros síntomas debes utilizar la respiración abdominal. Fortalecer los músculos del abdomen haciendo estiramientos, dejar margen para hacer la digestión antes de hacer ejercicio o llevar una alimentación saludable te harán menos propenso a sufrir esa molestia.

Estar hidratado, mantener una postura corporal adecuada evitando balanceos bruscos del torso y evitar el consumo de suplementos energéticos hipertónicos también alejarán de ti la posibilidad de sufrir un ataque de flato. Además, recuerda, a mayor intensidad del ejercicio también es mayor el riesgo de padecerlo.

Una mujer con cara de dolor y las manos en el costado mientras hace ejercicio. Freepik

Qué debes hacer si te ocurre

En primer lugar debes presionar con los dedos en la zona abdominal donde te duele. Después inspira profundamente y llena los pulmones de aire. Manteniendo la presión con las manos, exhala el aire lentamente y libera el abdomen de forma que los músculos se relajen.

Otro truco es respirar profundamente varios segundos para eliminar el aire almacenado. Hazlo inclinado hacia adelante para que el diafragma permita la circulación del aire.

También te puede ayudar estirar la zona abdominal uniendo ambos brazos y llevándolos hacia arriba para liberar la tensión. Combina los estiramientos con masajes suaves y circulares en la zona.

Evita ingerir alimentos como bebidas carbonatadas, verduras crucíferas, leche, patatas o legumbres antes o durante la práctica de ejercicio.

Finalmente, si el dolor es muy fuerte y no se pasa lo más recomendable es que acudas al médico para que haga una valoración.

¿Flato o gases?

Tanto el flato como los gases intestinales suelen presentar los mismos síntomas, por lo que no es difícil confundir ambas molestias. Una forma de aliviar el dolor es tomar un té de hierbas, concretamente de alguna de esas que tienen propiedades antiespasmódicas que facilitan el tránsito intestinal. Algunos de los tés más recomendados para esos casos son:

- Té de anís

- Té de genciana

- Té de hojas de aguacate

- Té de cardamomo

- Té de toronjil

- Té de jengibre