Tenemos cinco sentidos para percibir nuestro día a día, pero existe una jerarquía implícita que convierte la vista en el sentido más universal de todos. A través de nuestra mirada construimos el mundo, tenemos nuestras percepciones, establecemos relaciones… A veces no somos conscientes de la importancia de este sentido y, por ello, el Día Mundial de la Visión busca sensibilizar a las personas sobre los diferentes tipos de afecciones visuales que existen, además de poner en valor los posibles tratamientos que pueden evitar que el paciente pierda la vista.

La prevención, de la misma forma que ocurre en cualquier área de la salud, es clave para que nuestros ojos sigan funcionando correctamente. En consecuencia, a través de un examen visual, el óptico-optometrista es capaz de determinar si padecemos algún defecto refractivo (miopía, astigmatismo o hipermetropía) pero también se pueden detectar indicios de posibles patologías como cataratas, glaucoma, degeneración macular asociada a la edad… y que la persona sea derivada al oftalmólogo.

#LoveYourEyes

Este año, la Agencia Internacional para la Prevención de la Ceguera (IAPB) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) han propuesto el hashtag #LoveYourEyes para poner el foco de atención sobre el problema de la discapacidad visual y reclaman a los líderes que el cuidado ocular sea accesible, inclusivo y asequible para todos, en todas partes.


Problemas visuales que pueden interferir en el aprendizaje

Pero, ¿desde qué edad hay que hacer una revisión y cuáles son los síntomas que deben hacer saltar nuestras alarmas? Desde la web del grupo oftalmológico Miranza explican que el proceso de desarrollo y maduración del sistema visual no es definitivo hasta la adolescencia. Por ello, los controles y exámenes periódicos en la infancia permiten detectar de forma precoz aquellas situaciones en las que este proceso madurativo se está apartando de los patrones normales, pudiendo así actuar para reconducir esta condición.

Aconsejan realizar una primera revisión oftalmológica entre los tres o cuatro años, antes de que los niños y niñas entren a primaria salvo que observen alguna cosa que les preocupe antes. Si existen antecedentes familiares de patologías oculares o recomendación por parte de su pediatra, deberían realizar una revisión oftalmológica con anterioridad. Para los más pequeños es complicado expresar las molestias oculares que sienten, por lo que la observación de los adultos es clave para detectar cualquier problema.

Para los más pequeños es difícil explicar si sienten molestias visuales o no ven bien. Pexels

Percibir si desvía un ojo o ambos, si tuerce la cabeza con regularidad, si le cuesta identificar a personas u objetos conocidos o si se acerca demasiado a los objetos son algunas alarmas que nos deben poner en guardia. Pero no son las únicas; si el niño/a siente molestias con la luz, si se frota los ojos con mucha frecuencia o los tiene enrojecidos, si tiene el párpado caído, se queja de dolor de cabeza o presenta un bajo rendimiento escolar se debe acudir al especialista para una revisión.

Los expertos recuerdan que es conveniente, siempre que no haya ninguna patología base ni algún síntoma, hacer revisiones oftalmológicas una vez al año entre los 3 y 10 años y cada dos años para los jóvenes de 11 a 16 años.

Revisiones periódicas de la vista

Del ojo vago (ambliopía) a la degeneración macular, los expertos alertan de las múltiples razones por las que visitar una vez al año al oftalmólogo. La revisión anual sirve para controlar la progresión de ciertos tipos de ametropías (alteraciones en la refracción), en especial la miopía, que puede afectar al desarrollo académico en los niños y niñas.

Asimismo las revisiones pueden evitar cegueras prevenibles, como en el caso del glaucoma, una enfermedad relacionada con la ceguera que se puede prevenir realizando una comprobación de la presión intraocular de forma periódica, y de otras pruebas no invasivas. Asimismo, las revisiones anuales pueden diagnosticar precozmente patologías vinculadas al envejecimiento, como las cataratas o la degeneración macular asociada a la edad.

Pero, además, ante la presencia de ciertos síntomas se debe acudir inmediatamente al oftalmólogo: si se ven puntos o elementos flotantes, se siente dolor intenso ocular, se tienen náuseas y vómitos repentinos o se nota pérdida de campo de visión. También son síntomas preocupantes la sensación de tener una cortina que cubre el campo de visión, la visión borrosa, la sensación de arenilla o, incluso, la visión doble. Todas estas señales indican un problema que, de ser tratado a tiempo, puede evitar males mayores así como la pérdida de visión, por lo que resulta clave actuar con rapidez.

Recomendaciones para cuidar de la vista

Las personas también podemos tomar un papel más activo en nuestra salud ocular, empezando por revisar nuestra vista anualmente y manteniendo una dieta equilibrada y saludable, que ayuda al buen funcionamiento de nuestro organismo, así como de la vista. Consumir algunos alimentos de forma regular puede prevenir el deterioro de este órgano fundamental.

Vegetales o frutas como el brócoli, la zanahoria o las naranjas brindan vitamina C que contribuye a la mejora de los vasos sanguíneos y mantienen protegidos los ojos del sol. El salmón, por su lado, mejora la sequedad ocular y reduce en un 30% la posibilidad de sufrir cataratas. O, por ejemplo, las nueces y los cacahuetes están compuestos por Omega-3, vitamina B y proteínas que aportan beneficios al fortalecimiento de los músculos de los ojos.

Una alimentación equilibrada ayuda a proteger nuestros ojos. Pexels

Otro requisito indispensable para cuidar de nuestra vista es proteger los ojos de los rayos UV con gafas de sol adecuadas. Antes de comprar las gafas hay que asegurarse de que tengan el distintivo CE, la identificación ISO 1836:1997 y el grado de protección que ofrece contra la radiación ultravioleta (UV). No se trata de una cuestión menor, ya que si en el momento de adquirirlas no se tienen en cuenta todos los requisitos, se puede acabar sufriendo patologías oculares importantes.

Por otra parte, es fundamental cuidar la higiene de los ojos lavándose asiduamente las manos, especialmente, con el uso de lentes de contacto. Descansar adecuadamente durante las noches, utilizar una buena iluminación para trabajar o estudiar son, además, acciones necesarias para una óptima visión.

Uso de las pantallas 

Por último, no debemos pasar por alto el uso abusivo de las pantallas en nuestro día a día. La fatiga ocular, el escozor, el picor o el enrojecimiento son algunos de los síntomas relacionados con un exceso de exposición ante las pantallas, lo que puede conllevar que aparezcan o se agraven diferentes trastornos asociados a la actividad en visión próxima, como estrabismos y espasmos acomodativos o miopía.

Es recomendable intentar disminuir la exposición a las pantallas, hacer descansos, así como mantener una buena distancia. También es importante mantener una buena hidratación en la superficie ocular, utilizando colirios de lágrima artificial si es necesario, e ir corrigiendo el hábito de acercar demasiado la vista a las pantallas. Los profesionales aconsejan intensificar y favorecer actividades al aire libre y espacios abiertos y la práctica de deportes al aire libre para mejorar la salud visual y la salud en general.