Destino que emociona por su encanto sencillo y rural, de fuerte raíz medieval, Ainhoa no llega a los 700 habitantes pero es considerado como el pueblo más bello de Iparralde. Es famoso por sus pintorescas casas blancas con entramado de madera roja, su iglesia y el verde de sus colinas.
Situado a en torno a una hora de camino desde Donostia, entre el valle del Nive y la muga navarra, Ainhoa es ya famosa en medio mundo por la belleza sencilla de su única calle principal, levantada en el siglo XII para acoger a los peregrinos en su camino a Santiago de Compostela. Antiguo núcleo de pastores, es famoso el contraste de su verde entorno natural y las fachadas rojas y blancas de sus antiguas casas.
Etapa del Camino de Santiago, fue construido en forma de bastida y consta de una sola calle, muy larga y bordeada por viviendas de estilo labortano que datan del siglo XVII y de principios del siglo XVIII, y que están orientadas hacia el oeste. Muchas poseen dinteles sobre las puertas, tanto en piedra como en madera, indicando la fecha de construcción, pero a veces también con información adicional sobre los habitantes de dicha vivienda. La más emblemática es la casa Gorriti.
La plaza principal está organizada en torno al frontón y junto a la iglesia, y se anima al visitante a descubrir los rincones del pueblo por la trasera de las viviendas, entre jardines y huertas, y los bajos de las casas, con comercios que venden productos locales o de artesanía. Incluso acoge un restaurante como La Ferme Ithurria, con una Estrella Michelín.
Cumbre, capilla y estelas
En lo alto del pueblo y desde un camino empedrado se puede ascender al monte Atsulai, de apenas 400 metros, itinerario que se cubre en menos de una hora. Desde arriba se pueden admirar unas vistas espectaculares, con el pueblo a sus pies, el monte Larrun al fondo e, incluso, Pirineos y el océano en días de buen tiempo.
Además, la cumbre del Atsulai esconde una bella sorpresa: la capilla de Notre Dame de l’Aubépine, Arantzazu en euskera, que todavía hoy acoge procesiones anuales. En su entorno aparecen también una serie de estelas discoidales y tres grandes cruces que datan de finales del siglo XIX, de 1898.
Como rutas a realizar por la zona proponen la de Sare a Ainhoa y de esta al Col des Veaux. Además, en la web de Pays Basque se ofrece un listado con alojamientos y lugares de restauración para reponer fuerzas.