Declarado Monumento Natural por el Gobierno de Cantabria y situado a menos de hora y media de Bilbao, en un monte cercano a Cabezón de la Sal, se erige orgulloso un bosque de secuoyas, especie introducida en Europa en el siglo XIX y que, en este caso, sus casi mil ejemplares alcanzan los 40 metros de altura.

El paseo entre estos ejemplares espectaculares y con la luz filtrándose entre ellos ofrece momentos realmente mágicos

Canadá y Estados Unidos, en este segundo caso en Palo Alto, en California, ofrecen los ejemplos más conocidos de secuoyas gigantes. Aunque la afluencia de visitas se ha incrementado en los últimos años, muchos desconocen la existencia de un bosque de secuoyas –de menor altura, eso sí– haciendo muga con Bizkaia. Además, constituye la masa forestal más amplia de esta especie en el continente europeo.

La luz filtrándose entre los árboles. A. Portero

Estas secuoyas se ubican en Monte Corona, a escasos kilómetros de Cabezón de la Sal. Es la denominación que recibe un conjunto de montes de los términos municipales de Udías, Comillas, Valdáliga y una parcela llamada Monte Cabezón. En este último se encuentra el bosque de las Secuoyas declarado Monumento Natural por decreto del Gobierno de Cantabria en el año 2003, que forma parte de la red de Espacios Protegidos de Cantabria.

Cuenta con itinerarios adaptados para personas con movilidad reducida, aparcamientos, un mirador y hasta un merendero

El bosque, que se remonta a los años 40 del siglo pasado, tiene una extensión de 2,5 hectáreas y cuenta con unos 850 ejemplares de una altura media de 40 metros y un perímetro medio de los troncos de dos. Se trata de un bosque de “secuoyas bebé”, ya que esta especie puede alcanzar más de 1.000 años y medir unos 115 metros de altura, como el ejemplar más alto con 115,55 metros, llamado Hyperion, localizado en el Parque Nacional Redwood, al norte de San Francisco.

El bosque forma parte de la red de Espacios Protegidos de Cantabria. A. Portero

Reducto de silencio y paz, está dotado de una red de senderos e itinerarios que permiten realizar pequeños recorridos y admirar su espectacularidad. Este bosque ofrece un placentero paseo donde el silencio, la luz y el ambiente que crean estos gigantes tiene algo de “mágico”. Hay itinerarios adaptados, aparcamientos, mirador y merendero.