En cada rincón del Estado encuentras refugio en un parador desde hace casi un siglo, bien sea en castillos o palacios donde te tratan como a un rey, espacios de diseño vanguardistas o claustros que invitan a la desconexión y a la relajación. El invierno es un buen momento para contratar uno de ellos, así que les ofrecemos datos sobre los dos existentes en Euskadi, ambos sitos en palacios: el de Hondarribia, en Gipuzkoa, y el de Argomaniz, en Araba.

Comodidad, elegancia, servicios de todo tipo, sobre todo relacionados con la gastronomía, vistas espectaculares… Esa es la propuesta de los paradores estatales, que, en el caso de Euskadi, se circunscriben a únicamente dos, ninguno de ellos en Bizkaia, y que se pueden visitar en febrero aprovechando la oferta incluida en el paquete Febrero Romántico.

En el que fuera el castillo de Carlos V se encuentra el Parador de Hondarribia, situado junto a la muga con Iparralde. Es una construcción del siglo X destinada a la defensa militar sobre el río Bidasoa, lo que explica los gruesos muros y la altura del edificio, en el que se alojaron el emperador Carlos V, Felipe IV y V, y el mítico pintor Diego Velázquez.

Imagen del parador de Hondarribia al anochecer.

El interior del parador de Hondarribia guarda múltiples tesoros, entre los que destacan los tapices diseñados por otro pintor, el flamenco Rubens, con el tema de la Historia de Aquiles. Resulta de una importancia vital para quienes se alojen en él conocer que, dado su carácter histórico, el acceso peatonal a su edificio presente “algunas dificultades”.

Por su parte, el Parador de Argomaniz, en Araba, en el concejo del municipio de Elburgo, ocupa un elegante palacio renacentista desde el que se domina toda la llanura alavesa y la Sierra de Gorbea. Ubicado en el Palacio Larrea, es un lugar ideal para desconectar y relajarte en sus zonas de lectura, terraza o jardines.

Arquitectura vasca

Uno de los lugares más especiales es su restaurante Aletegui, situado en el antiguo granero del palacio. Sus ventanas en forma de ojo de buey son características de la arquitectura vasca y mantiene el artesonado original de madera del siglo XVIII.

El edificio, que data de 1712, ocupa el Palacio de los Larrea, cuyo escudo preside la fachada. Debido a su ubicación estratégica, siempre funcionó como encrucijada de culturas: por él pasaron romanos, cristianos, musulmanes, judíos e incluso caravanas procedentes de Flandes y Francia.

Antiguo convento de los Carmelitas Descalzos, fue usado como cuartel de las tropas francesas durante la Guerra de la Independencia. De hecho, se dice que en él Napoleón planeó el asalto a Gasteiz.