En la amplia oferta turística de la localidad asturiana de Ribadesella destaca la ruta senderista de casi seis kilómetros existente en torno a los denominados acantilados del infierno, esculpidos en las rocas a golpe de mar y durante el transcurrir de los siglos. Las familias deben tener un cuidado especial con los txikis, al igual que con las mascotas, que deben ir siempre atadas.

En cualquier punto de esta ruta disfrutaremos de las esculturas que el mar ha ido esculpiendo en la roca a lo largo de los siglos. Entre monte bajo, vacas y cabras, veremos pequeñas embarcaciones de la cercana Ribadesella faenar en las aguas del Cantábrico, buscando el pescado para que los lugareños y los turistas lo degustemos fresco al acabar su tarea.

La ruta de estos acantilados tiene una longitud de 5,6 kilómetros y se cubre a pie (solo ida) en algo menos de dos horas. Su dificultad es baja y el nivel de 56 metros. Tiene su salida en el área recreativa de Cuerres y pequeñas penínsulas verticales dan cobijo a los nidos de gaviotas y cormoranes a lo largo del camino.

Podremos ver cómo un enorme tómbolo de roca se erige en un pequeño entrante del acantilado. Dos arcos de piedra gigantes aparecen, mientras caminamos, cual puentes hacia ninguna parte, uniendo fragmentos de acantilado. En el cielo, el busardo ratonero y el cernícalo común son frecuentes, dos cazadores escudriñando el suelo, listos para dejarse caer sobre los pequeños animales que forman parte de su dieta.

Y en el área recreativa de Cuerres, en el extremo oriental de la ruta, aparece la mejor panorámica de los Bufones de Pría y su acantilado, donde el agua se cuela por las cuevas de abajo y sale al exterior por los bufones. Parte de este paseo senderista puede hacerse en BTT, excepto el área recreativa del Infiernu a Ribadesella, ya que existen cierres por presencia de ganado y no se permite el paso en bicicleta.

En la ciudad

Y antes o después del paseo costero se puede disfrutar de los múltiples atractivos que ofrece Ribadesella, una de las localidades más bellas de Asturias. No podemos perdernos una de sus imágenes más icónicas, la del Puente del Sella, donde se realiza el descenso internacional.

Además, destacan el barrio de Portiellu, su casco histórico, con sus humildes casas de pescadores y su escalera de colores; la cueva de Tito Bustillo, reconocida como Patrimonio de la Humanidad; la Ermita de la Guía; los paneles de cerámica de Mingote que narran la historia local; la playa de Marina, de 1,5 kilómetros de extensión, y las casas de indianos.