En un territorio aislado sobre el paisaje llano de la altiplanicie de los montes de Iturrieta se abre el imponente desfiladero del río Musitu. De su interior, entre las localidades de Roitegui y Musitu, nada queda a la vista salvo su profunda escotadura en la que penetramos para conocer los secretos del pasado. Las aguas de la meseta se concentran para confluir en la inclinación de la altiplanicie hacia el sur, donde se abre el barranco. Rompe el suave paisaje sin apenas relieve alrededor. Su cañón alcanza los seiscientos metros de distancia entre los dos acantilados verticales que lo delimitan.

Para recorrer el cañón vamos a Musitu. A medida que nos aproximamos por la carretera local, aparece el pueblo solitario y envuelto de vegetación, luciendo un conjunto rural hermoso y recóndito al pie de la zona más baja del desfiladero. La carretera acaba en el pueblo, y a partir del aparcamiento, a la entrada, haremos el camino de ida y vuelta a Roitegui

Atravesamos el pequeño núcleo con su iglesia de San Martín, dejándola a la derecha, para tomar la calle de frente que asciende y desemboca en el camino hacia el desfiladero señalizado como PR-61.

Enseguida, la pista comienza a bajar en paralelo al barranco. Llegamos a un cruce de caminos señalizado con una cruz de madera y una pequeña escultura de un montañero. Seguimos por la derecha entre hayas y arces que ocupan la zona más umbría. En la ladera de enfrente, por su orientación sur, crecen los quejigos donde se concentra la humedad y las encinas en los lugares más secos.

Las nieblas se enganchan en la humedad del fondo. JUAN CARLOS MUÑOZ

Después de una pronunciada curva y de cruzar el barranco El Bojal, salimos a una amplia campa, la Pieza del Concejo. Más adelante salvamos por puente otro barranco, el de Zufino, que acoge las aguas de la regata Aranbaltz. Estamos en el fondo del valle, el borde del cañón queda a ciento veinte metros sobre nuestra cabeza mientras que las hayas y el bosque de galería envuelve con su frescor.

A la derecha distinguimos un cairn que indica el acceso al molino de Igoroin, en la otra orilla. La abundancia de agua garantizaba el accionamiento de la maquinaria de la molienda y por ello estuvo habitado durante trescientos años Igoroin, que en 1962 despidió a la última familia que lo habitó.

Después de ver varios barrancos de la otra margen del río alcanzamos las ruinas del despoblado de Igoroin. La vegetación y la nostalgia ocultan los montones de piedra que fueron sus viviendas. El sonido de las abundantes cascadas y la belleza que el bosque adquiere en la época otoñal, con los bellos matices cromáticos que adquieren las hojas de hayas y arces, bien merecen seguir ruta hacia la cabecera del barranco.

A partir del pueblo la pista se convierte en sendero estrecho que sigue al río. En ascenso y en escasos doscientos metros llega a una bifurcación. Por la derecha nos acerca al río y a algunas de sus más espectaculares cascadas en apenas setecientos metros de recorrido.

Retornamos al cruce y seguimos por la izquierda entre quejigos, remontando hacia la cabecera del río y su cascada principal. Varios pequeños senderos permiten explorar las cascadas que lucen a cada cual más original en época de lluvias. Cruzamos el arroyo más arriba por un rústico puente de troncos de piedra, ya cerca de la cabecera del barranco. Una senda estrecha entre árboles remonta a una zona de cultivos fuera del barranco. El poste señalizador orienta los pasos hacia una caseta del depósito de aguas desde donde vemos la carretera que comunica Erroeta [Onraita] con Erroitegi [Roitegui], a unos doscientos metros.

Ficha práctica

  • Tipo de recorrido. Lineal, de dificultad baja.
  • Punto de partida. Partimos de Musitu y llegamos a Erroitegi. 
  • Distancia. 4,6 km.
  • Tiempo. 2 h.

No te puedes perder. Hemos de subir a la ermita de Santa Teodosia, puerta del vecino valle de Arana. En el puerto de Zanarrila divisamos, rodeada de árboles, como un fresno centenario, y su albergue. Son base para iniciar rutas con vistas por la divisoria de aguas. Antaño fue lugar donde descansaban los peregrinos y arrieros que atravesaban la Montaña Alavesa.

También los vecinos se reunían en la ermita y dirimían pleitos en torno al uso de los pastos y los árboles. Desde Erroitegi la subida hasta la ermita es de poco menos de tres kilómetros. Se puede prolongar descendiendo hacia el atractivo valle de Arana, a San Vicente de Arana, para lo que seguiremos el sendero PR A-66.

RUTAS POR EUSKAL HERRIA

ÁLAVA Cañón de Igoroin

Del libro Rutas a foces, gargantas y desfiladeros de Juan Carlos Muñoz y Mar Ramírez

Editorial: Sua Edizioak