Es la perla de la bahía. La isla de Santa Clara, declarada Centro de Interés Nacional hace más de cuatro décadas, es una de las atracciones de Donostia, especialmente en periodo estival, cuando sus 5,6 hectáreas se llenan de visitantes. Su concurrida playa y sus miradores ofrecen algunas de las vistas más espectaculares de la capital guipuzcoana y sus merenderos ofrecen cobijo en los días más calurosos del año, en medio de un entorno natural especial. 

La visita a Santa Clara es uno de esos planes imprescindibles que deben hacerse, al menos, una vez al año. Con niños, entre amigos o con el simple pretexto de hacer algo de ejercicio, la isla ofrece distintos servicios para disfrutar de una jornada veraniega. 

Arnaitz Rubio Barco que acerca a los visitantes desde el puerto de Donostia hasta la isla de Santa Clara

La mejor manera de acercarse a Santa Clara es hacerlo en barco. La empresa Motoras de la Isla lleva desde 1942 ofreciendo este servicio. Actualmente operan dos líneas entre el 1 de junio y el 30 de septiembre: la roja ofrece un recorrido de apenas unos minutos desde el puerto hasta el embarcadero desde las 10.00 horas hasta las 20.00 horas con una frecuencia de 30 minutos (aunque puede variar en función de la meteorología) y su precio es de 4 euros ida y vuelta. Para quienes además deseen disfrutar de un paseo en barco por la bahía, la línea azul ofrece transporte a la isla además de un paseo marítimo de 30 minutos con visión submarina por 7 euros. Las salidas desde el puerto donostiarra tienen lugar a las 12.00, 13.00, 14.00, 15.30, 16.30, 17.30, 18.30 y 19.30 horas y durante la última salida del día no se permite el desembarco en la isla.

Santa Clara es un lugar muy concurrido en los días de buen tiempo por lo que si se desea comer allí, conviene madrugar para coger sitio

Los amantes del deporte también pueden alquilar tablas de paddle surf o piraguas en la playa de Ondarreta y remar hasta la pequeña playa e, incluso, los más deportistas pueden hacerlo nadando (se tarda alrededor de 20 minutos cuando hay marea baja).

Santa Clara ofrece tres rutas para realizar andando, todos ellos debidamente señalizados y que llevan hasta el faro, el punto más alto de la isla, a 48 metros de altitud, y que bordean la isla. Se trata de recorridos sencillos, fáciles de hacer por personas de cualquier edad. Estos caminos están rodeados por una serie de merenderos, mesas y bancos de piedra que suelen estar muy solicitados los días de buen tiempo, por lo que si la idea es la de comer en el lugar, lo más recomendable es madrugar. 

La isla cuenta además con un chiringuito con una pequeña terraza, aunque al igual que sucede con los merenderos, las mesas no pueden reservarse por lo que suelen estar muy solicitadas. 

Chiringuito de la isla de Santa Clara RUBÉN PLAZA

Durante la marea baja, Santa Clara cuenta con una pequeña playa que hace las delicias de los bañistas y de los amantes del sol. En las horas de la pleamar, dispone de una piscina de agua natural. Además, cuenta con todos los servicios de seguridad: como socorristas, duchas o baños, al igual que cualquier otro arenal de la costa guipuzcoana. 

Desde junio de 2021, el faro acoge la obra Hondalea de la escultora donostiarra Cristina Iglesias. Se trata de una obra excavada en la casa del faro que incorpora la peculiar geología y ecología de la costa vasca y la bravura de las aguas del océano que rodean la isla. 

Obra Hondalea, de la artista donostiarra Cristina Iglesias RUBÉN PLAZA

Para poder acceder al faro es imprescindible reservar previamente. Las visitas guiadas, que se ofrecen en castellano, euskera, inglés y francés, tienen una duración de dos horas y un precio de 25 euros por persona, mientras que la entrada libre es gratuita pero también está sujeta a reserva previa.