Carles Puigdemont está dispuesto a cumplir con su palabra. “Sé que mi retorno puede comportar la detención y el ingreso en prisión, quién sabe por cuánto tiempo”, aventura el líder de Junts sobre un retorno de exilio que prevé tenga lugar “en muy pocos días”. Una “posibilidad real”, la de su arresto, que descarga en buen parte en la cesión de apoyos de Esquerra hacia el PSC para investir a Salvador Illa, jornada en la que el expresident quiere estar presente en el Parlament con todas las consecuencias y que, desde luego, alteraría el escenario de la coronación del dirigente socialista hasta reducirla a un segundo plano, colocando también el foco en Moncloa. Así lo constató ayer quien fuera jefe del Govern en un carta de tres páginas como respuesta a los resultados de la votación de las bases republicanas, que por exiguo margen se entregaron a la decisión de su cúpula de permitir la designación de Illa como máximo mandatario de la Generalitat a cambio de un pacto con el Ejecutivo de Pedro Sánchez por el que, entre otras cosas, Catalunya gozaría de soberanía fiscal, algo que debe pasar por el Congreso, donde hay tantas reticencias –incluso en las filas del bloque de la investidura– que es complicado que salga adelante. De ahí la crítica de buena parte del independentismo hacia Esquerra por permitir entregar el poder a un aliado del artículo 155 mediante una contrapartida difícilmente realizable.

Salvador Illa recibe la felicitación de su equipo tras la reunión de la Ejecutiva celebrada ayer. | FOTO: EFE

Puigdemont reconoce en la misiva que publicó ayer que desde el entorno de Junts le han instado a aplazar su vuelta, y afeó de paso las palabras de la secretaria general de ERC, Marta Rovira, cuando dijo que su detención es perfectamente evitable e innecesaria. Pero el prócer de JxCat asegura que desea anteponer sus principios. “Así como ir al exilio fue una decisión política, volver del exilio –casi siete años después– también lo es. Hacía falta poder mantener la posición política y defenderse de la represión española en mejores condiciones de lo que no se puede hacer desde una prisión”, sobre todo en una cárcel española, recordó, para calificar de extraordinario el resultado del trabajo hecho desde el extranjero, sumado a la tarea del independentismo desde Catalunya. Tras constatar el “desgaste” en este espectro, sobre todo fruto de la represión del Estado, y pese a haber conseguido una ley de amnistía, Puigdemont contempla un aparato judicial preparado para incumplir la medida de gracia, lo que cataloga como “golpe de estado híbrido”, y sostiene que si situación procesal nunca será “objeto de negociación” ni contribuirá a renuncias. Defenderá la independencia a través la “negociación bilateral cuando se den las condiciones” o con “la acción unilateral si es la única alternativa al alcance”.

A su parecer, si le detienen se demostrará que hay jueces que desobedecen la ley y que el Gobierno del Estado lo observará con “la indolencia del resignado”, ya que ve al Ejecutivo de Sánchez más interesado en la imputación de la mujer del presidente, Begoña Gómez, que en el incumplimiento de la amnistía. Y avisa: “Quien se crea que esto no tendrá consecuencias se equivoca. Esta actitud antidemocrática y antiliberal de los aparatos del Estado no es intrascendente” en el proceso hacia una Catalunya independiente, añade. No en vano, cree que su arresto habría que entenderlo en clave de “confrontación contra un régimen demofóbico, y no de lamento o de victimismo”, porque ve mucho trabajo por delante, y por eso emplazó a recuperar la unidad. “Como me comentó un asistente al acto en Banys d’Arles, no se trata de verter lágrimas sino de sacar las garras”, tiró de metáfora.

“Guera sucia” de esquerra

“Si se salen con la suya, imagino lo que me espera y sé lo que debo hacer”, predijo, en alusión directa también a Esquerra, a quien reprendió por “el impacto negativo que tendrá para Catalunya un Govern de carácter españolista” ahora que los republicanos deciden investir a Illa. “Antes de dar los votos para un Govern del PSC en Catalunya hacía falta explorar otras alternativas, incluida la repetición electoral”, entiende Puigdemont, quien precisó que lanzaba esta misiva horas después de la votación de la militancia de Esquerra –que avaló a su dirección con solo un 53,5% de los votos– para que no le acusaran de chantaje emocional ni de interferir en el proceso interno del partido. Asimismo, aludió a ERC al hablar de “campañas de desprestigio y ataques personales” que él sufrió, como una campaña cuando, en las elecciones de 2017, anunció que volvería si le investían, pero el pleno en que le debían votar se acabó suspendiendo. “Visto lo que hemos conocido con el escándalo de las campañas de guerra sucia organizadas por ERC, tengo pocas dudas de cómo se alimentó aquella”, censuró.

“Un patrón que ahora nos encontraríamos con más intensidad”, según él: cree que, si no regresa ahora, se pasaría de la comprensión inicial de que trabajara por la independencia desde el extranjero, evitando la cárcel, a una gran campaña de denigración personal. Así, solicitó “expulsar las malas artes y la toxicidad como tácticas de beneficios partidistas” y centrarse en recuperar a la ciudadanía decepcionada con la política, aludiendo a ese sector de la sociedad que se abstiene, que está en otros partidos o que cree que “fórmulas simples y automáticas resolverán cuestiones enormemente complejas y cambiantes”. Por todo ello, no duda del horizonte en Catalunya con Illa: “un Govern de carácter españolista, alérgico a la plena normalización de la lengua catalana y que no tendrá ninguna capacidad de negociación real con el Gobierno español para resolver un conflicto histórico”.

La política es un ejercicio de realismo, no de fantasía”, le replicó sin embargo Illa, quien, además de firmar ya su acuerdo con los comunes, aseveró que el acuerdo de financiación estampado con ERC “no va contra nadie” y que los cumplirá “íntegramente”, en claro mensaje hacia los recelos levantados en barones del PSOE, con los que él mismo ya ha conversado. El líder del PSC comunicó al presidente del Parlament, Josep Rull, que tiene la mayoría para ser investido y que desea abrir una nueva etapa ahora que, a su juicio, “ha ganado la buena política”.

Junts avisa

Junts, que reunió a su Ejecutiva, avisó de su fuerza en el Parlament y el Congreso: “Haremos valer nuestros votos para seguir avanzando hacia la independencia”, en lo que puede entenderse como un serio aviso a Sánchez tras lamentar que ERC “haya optado por la peor de las alternativas posibles, el PSC más españolista de la historia”. l

El obstáculo final de illa

Depende de una diputada de las juventudes de esquerra

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La investidura de Salvador Illa depende de una de las veinte diputadas de ERC, Mar Besses, que forma parte de Jovent Republicà, una organización juvenil que baraja votar no, lo que dejaría al candidato socialista sin la mayoría que necesita. Jovent Republicà es para ERC “la organización política referente en el ámbito juvenil”, pero el protocolo de relaciones entre ambas entidades no determina que el representante de estas juventudes en la Cámara deba votar lo mismo que el resto del grupo parlamentario. Sí precisa ese texto que el Jovent Republicà deberá actuar “bajo la línea política general y la dinámica electoral emprendida por ERC”. La decisión sobre el voto de Besses la tomará un consejo nacional de Jovent Republicà, que se reunirá de forma extraordinaria mañana por la tarde. Sus cerca de mil militantes tienen entre 14 y 28 años y parte de ellos también están afiliados a ERC, pagando una cuota reducida.

Sus estatutos fijan como guía el “trabajar desde el socialismo, el feminismo, el ecologismo y el republicanismo para la consecución de una sociedad justa, igualitaria y democrática en unos Països Catalans libres, soberanos y federados en la Europa de los pueblos”.