A pesar de que han pasado 75 años desde la batalla de El Alamein, la leyenda del general Rommel, que dirigía a las tropas nazis en ese crucial episodio de la Segunda Guerra Mundial, vive en la memoria colectiva de Egipto y en algunos de los museos del país.

Cerca de la frontera egipcia con Libia, en la ciudad de Marsa Matruh, fue reabierta hace poco la cueva-museo de Rommel, donde el conocido como El Zorro del Desierto planificó las estrategias que le permitieron infligir duras derrotas a los aliados, hasta que entre el 23 de octubre y el 5 de noviembre de 1942 sus hombres perdieron una batalla clave en el desarrollo de la contienda. Con entrada y salida al mar Mediterráneo, donde hoy existe una playa que lleva el nombre de Rommel y que es la más popular de la localidad, la cueva custodia algunos de los enseres personales del general nazi, como una gabardina, un sombrero, un baúl de viaje y algunas armas.

El museo, que fue inaugurado en 1977 y cerrado en 2010 para su remodelación, tiene una estancia principal en la que están expuestos los planos del norte de África, donde Rommel lideró el avance de las tropas nazis y fascistas desde Libia hasta Egipto, pero en El Alamein tuvo que batirse en retirada cuando estaba a las puertas de Alejandría. Cuando Egipto se encontraba aún bajo ocupación británica, muchos deseaban la victoria de los alemanes e italianos, que estaban dispuestos a hacerse con el país del Nilo -y con todo Oriente Medio-, por lo que Rommel se convirtió en un libertador para algunos egipcios que coreaban en aquel entonces: “Quddam ya Rommel!” (¡Adelante, oh Rommel!).

75 años después, su figura no se ha visto empañada, tal y como demuestra una mujer de mediana edad llamada Safá, que lleva a sus hijos para que vean la cueva del general y conozcan esta parte de la historia de Egipto, “al igual que les llevo a ver las pirámides”, asegura.

El desierto noroccidental de Egipto sigue escondiendo minas debido a la dificultad de eliminar los explosivos por las características del terreno, su amplitud y la falta de recursos. Las minas fueron plantadas de forma arbitraria por las tropas del Eje y los aliados y no aparecen en los mapas bélicos de la época. Además, se desplazan con el movimiento de las dunas, lo dificulta aún más su localización, explicó el general Fathy Mansur, del regimiento de desminado del Ejército egipcio.