Ferrones con don de lenguas en Legazpi
La fundación que gestiona la ferrería de Mirandaola ‘ficha’ a extranjeros para atender a turistas y estudiantes
Legazpi es una localidad estrechamente vinculada a la siderurgia y la ferrería de Mirandaola es su principal reclamo turístico. En ella, los ferrones muestran cómo se trabajaba el hierro en el siglo XVI. ¡Poco imaginaban aquellos hombres que la actividad que tantos dolores de cabeza les daba se convertiría en un espectáculo que atraería a miles de visitantes! Y menos aún que en una ferrería se hablarían idiomas extraños para ellos. Pero así es. Mirandaola atrae cada vez a más foráneos y Lenbur Fundazioa está fichando extranjeros para que hagan de guías.
Olatz Conde, de Lenbur, explica que una atracción turística como Mirandaola necesita renovar y hacer más atractiva su oferta continuamente. “Queríamos ofrecer un nuevo producto a los centros escolares y, para ello, analizamos cuáles eran sus necesidades. Vimos que en muchos colegios imparten algunas asignaturas en inglés y decidimos hacer la presentación de la ferrería en inglés”, explica la legazpiarra.
Fue ella misma la que comenzó en ello, pero no le acabó de convencer. “Los profesores me decían que lo hacía bien, pero los niños no son tontos. Nos pareció más adecuado contratar a una persona cuya lengua materna fuera el inglés y nos pusimos en contacto con un irlandés que reside en la comarca: Kevin McLoughney”.
El primer fichaje extranjero de Mirandaola resultó ser del mismo país que John Aldridge, el primer foráneo de la era moderna de la Real. McLoughney, además de dar explicaciones a los niños, atiende a los extranjeros que vienen de visita de trabajo a las empresas legazpiarras. “Tras las reuniones, suelen venir al parque de Mirandaola a tomar el aire. Es más cómodo que desplazarse hasta Donostia y más agradable que ir directamente al hotel. Les ponemos en marcha la ferrería, pinchamos un disco de trikitixa, asamos chorizo en el fuego de la ferrería y charlan un rato con Kevin”, comenta Conde. De esta manera crean un ambiente que no tiene nada que envidiar al del vestuario de la Real. En la fundación Lenbur están muy contentos con el irlandés. “Todavía no sabe mucho sobre ferrerías, pero no es necesario. La ferrería de Mirandaola no necesita grandes explicaciones. Lo importante es ofrecer a los visitantes la oportunidad de charlar con alguien en su propio idioma”.
De hecho, cuentan también con un francés, un alemán y un polaco. “Si alguien nos pide un chino, lo conseguiremos. Estamos creando una lista de personas que dominan distintos idiomas. De todos modos, no es suficiente con que hablen el idioma en cuestión. También es muy importante su aspecto: tienen que tener pinta de ferrones, les tiene que quedar bien el traje, tienen que ser capaces de hacer un poco de teatro y tener poca vergüenza. Kevin, por ejemplo, suele contar chistes”. Vamos, que no basta con ser extranjero: también hay que ser buen futbolista. Perdón, guía.
McLoughney lo es. Y, además, se ha integrado mejor que muchos futbolistas. Es lo que se dice un fichaje rentable. Este irlandés tiene 49 años y lleva un año en Euskadi. “La primera vez, vine con un grupo de música. Me gustaron mucho los montes, la gente, la comida... Hace un año decidí quedarme aquí”.
Cuando le ofrecieron trabajar en Mirandaola, no se lo pensó dos veces. “Me gusta mucho la ferrería de Mirandaola. En Irlanda no he conocido ningún otro sitio similar. El trabajo de los ferrones me parece muy duro, pero quizá me atreva a probarlo algún día. ¿Por qué no?”, concluye el John Aldridge del Mirandaola Ferrón Club.
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