Bilbao. Un fácil juego de palabras da permiso para llamarle Mariano Lejarreta -nada que ver con la política, gracias a Dios...- durante estos días, habida cuenta que el legendario Junco de Berriz acaba de ser nombrado Romero de Honor de la Virgen de Begoña, la Amatxu de todos los vizcainos. Aguarda la ascensión con más nervios, incluso, que las vísperas de los colosales puertos franceses del Tour. No porque sea un hombre cargado de pecados, sino porque no le gusta hablar en público. Lo suyo es pedalear en silencio, tranquilo.
¿Recuerda la última vez que dijo ¡virgencita, virgencita... que me quede como estoy!?
Sí, claro. Cuando me caí bajando Autzagane, en Amorebieta. En ese momento se me vino la vida encima y solo pensaba en volver a andar.
¿Rezó?
No lo recuerdo, creo que no. Estaba tirado en la carretera y tenía el dolor físico más grande que he sentido jamás. No podía respirar bien y pensaba... ¿saldré de esta?
¡Salió!
Salí.
El pueblo le reconoció como a su pequeño dios ciclista...
Dios, no, ¡qué va! Yo corría con el corazón. No sabía hacerlo de otra manera. Para mí la felicidad era andar en bicicleta y hacer feliz a la gente. A cada día que pasa más convencido estoy de que hacía lo correcto.
¿Qué hace un Tambor de Oro donostiarra 'coronado' Romero de Honor de la Virgen de Begoña? ¿Con cuál de las dos distinciones se queda?
Ja, ja, ja. No puedo distinguir una cosa de otra. En este tipo de cosas no hay que hacer diferencias porque nacen del reconocimiento del pueblo .
¿Pero reconocerá que es extraño?
Visto desde fuera, tal vez. Pero en Gipuzkoa siempre he tenido mucho arraigo. No en vano, un año también fui elegido mejor deportista guipuzcoano, así que... Al fin y al cabo, somos todos lo mismo y venimos todos de la misma madre.
¡La Amatxu de Begoña!
Ja, ja, ja. Sí, claro que sí. Pero fíjese, mi madre, que era guipuzcoana, también me inculcó mucho cariño por la Virgen de Itziar.
¡Ay, Dios mío! Sin enredarnos, que le quitan los honores... ¿Se reza en el pelotón?
Sí, algunos sí. He conocido ciclistas que se santiguaban cada dos por tres y antes de las contrarrelojes he visto hacerlo a muchos.
Confiese, ¿cuántas veces ha suplicado que acabe un puerto mirando al cielo?
Por supuesto que sí, muchas veces. ¡Cuántas veces no habré dicho, por Dios, que acabe esto de una vez!
Hay quien le concede a la religión valores casi sobrenaturales...
Yo estuve interno en los Salesianos de Deusto, así que mira si lo sabré, ja, ja, ja... Para mí basta con ser buena gente y respetar al prójimo. Con eso es suficiente.
¿A qué le suenan los discursos y las acciones del Papa Francisco?
Lo que dice el Papa Francisco me suena mejor que lo que decían otros. Pero hay que ser respetuosos con la forma de pensar de cada uno.
Mira a la Iglesia y piensa que...
Que tenía que ser más abierta de lo que es. Uno de sus grandes problemas es haberse enfrascado con las tradiciones y haberse quedado atrás, muy atrás.
Explíquese
Todo en la vida es evolución y la religión también tiene que avanzar por ese camino.
Cuesta, dicen
El hombre progresa no solo fisiológicamente, en su físico, sino también en sus ideas y en la tecnología que maneja. No puede quedarse quieta. No sirve una Iglesia del siglo I en el siglo XXI.
¿Sobre eso pregonará ante el altar de la Virgen de Begoña?
No lo sé aún. Como no tengo experiencia en estas cosas, preguntaré a los más avanzados. Es lo que he hecho durante toda mi vida: preguntar al que sabe más que yo. ¿No es mala fórmula, verdad?