LOS ilustradores pretendemos abrir una gran alfombra a un mundo mejor, para que ese mundo no sea tan despiadado". En cierto modo, esta frase resume el pensamiento de un idealista, de un soñador que sigue tratando de cambiar el mundo (su rededor) armado con una pluma o un lápiz de grafito. Jon Zabaleta (Hernani, 1950) lleva 40 años sumido en esa tarea ardua, y cual Sísifo insiste en colorear una vida que a veces se presenta en blanco y negro. DEIA le rinde un pequeño homenaje y le otorga ahora el premio honorífico del II Concurso de Cómic Rekalde-Ortzadar, que el guipuzcoano recibirá el 3 de octubre.
El acto de entrega tendrá lugar en la Sala Rekalde de Bilbao, coincidiendo con la inauguración de la exposición anual de KMK, donde se muestran los mejores trabajos presentados al concurso de cómic que organiza el suplemento sabatino Ortzadar. En su edición de mañana, el suplemento ofrece una extensa entrevista del premiado, que desgrana su ideario, sus miedos y sus alegrías de cuatro décadas: "Siempre he visto el mundo a través de imágenes. Confieso que estoy totalmente seducido por el dibujo".
Zabaleta emborronó su primer papel en blanco en los 60, pero fue en los difíciles años 70 cuando despuntó, gracias en parte a su trazo intuitivo y mordaz, que denunció repetidas veces el inmovilismo y la crueldad del régimen franquista de un modo sutil. "A través del mundo infantil pude hacer todo eso. Me sentía cómodo en esa atmósfera, para mí era una forma de evasión. (...) Ese mundo te da muchas posibilidades: humor, libertad, poesía..., y la opción de comunicar cosas complejas de un modo simple. De ese modo pude contar cosas que por aquel entonces eran clandestinas", recuerda Zabaleta. Él expresaba con imágenes lo que otros no podían decir con palabras.
El artista ha colaborado con infinidad de publicaciones, entre las que se encuentran Ipurbeltz, Argia, los desaparecidos Euskaldunon Egunkaria, Egin Hitza y Akullu, Euskadi sioux o Erlea. Además, el artista hernaniarra ha ilustrado decenas de libros y ha creado carteles que han quedado fundidos con hechos notorios de de nuestra historia reciente.
En 2005 el Koldo Mitxelena de Donostia organizó una extensa exposición con la obra de Zabaleta, reuniendo sus trabajos más significativos: ilustraciones hechas a tinta, acuarelas, acrílicos... y otros trabajos menos conocidos, como cuadros y collages repletos de colorido.
DEIA ha querido rendirle este modesto pero sincero homenaje a un hombre que alimentó la imaginación de miles de niños y mayores que se arrimaban por primera vez al mundo del euskera y la cultura vasca, allá por los 70 y 80.