podemos estar enganchados al móvil y a un sinfín de tecnologías. Tal vez nos cueste movernos sin recurrir al coche y en nuestra casa encendemos la luz en lugar de subir la persiana... Hemos evolucionado y nos hemos tecnificado, pero aún conservamos una atracción atávica por algunos acontecimientos de la naturaleza. Es el caso del solsticio de verano, fenómeno que corresponde al momento en que el Sol alcanza su máxima posición al norte de la línea del Ecuador. Esto marca el inicio del verano en el hemisferio norte y del invierno en el sur y es el origen de tradiciones ancestrales en muchas culturas.

Así, la pasada madrugada más de 14.500 personas acudieron al monumento megalítico de Stonehenge, en el suroeste de Inglaterra, para contemplar el amanecer del día más largo del año, aunque la lluvia impidió ver el Sol. Los congregados, entre los que figuraban varias decenas de druidas vestidos con túnicas blancas, acamparon en torno al complejo para ver la salida del Sol. Pero, aunque los tambores sonaron puntuales, la lluvia y el cielo encapotado impidieron contemplar el amanecer y el recorrido del Sol entre las piedras del yacimiento.

En declaraciones a la cadena británica BBC, la policía subrayó que la experiencia fue "muy positiva", pese a los 33 arrestos por robos o consumo de drogas o alcohol y un centenar de incautaciones de marihuana.

El anillo prehistórico de Stonehenge, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1986, está formado por grandes bloques de piedra distribuidos en cuatro circunferencias concéntricas y vivió su máximo esplendor hace unos 5.000 años. Aunque los expertos no saben quién lo construyó ni con qué propósito, con cada solsticio, tanto de invierno como de verano, Stonehenge se convierte en el lugar de encuentro de miles de personas decididas a reencontrarse con la naturaleza y rendirle un tributo por ser la fuerza generadora de las estaciones y las cosechas. La simbología y los rituales son parte esencial de todas las celebraciones relacionadas con el solsticio, tanto en Europa como en otros continentes.

los aimaras Es el caso de los aimaras de Bolivia, que ayer celebraron en la ciudadela precolombina de Tiahuanaco la llegada del año 5.520, coincidente con el solsticio del invierno austral. En la ceremonia, los primeros rayos del Sol atravesaron la puerta del templo de Kalasasaya de Tiahuanaco y fueron recibidos por los aimaras y centenares de turistas con las palmas en alto, momento que marcó la inauguración del nuevo año.

Los sacerdotes aimaras hicieron oraciones y ofrendas junto a una fogata levantada en un altar dedicado al Willka Kuti o retorno del Sol, como llaman también a la fiesta que además inicia el cambio del ciclo agrícola para la siembra en el campo. También hay arqueólogos y antropólogos críticos con la fiesta que sostienen que la antigüedad proclamada no tiene sustento científico, ni histórico y fue inventada por agencias de turismo para promover visitas a Tiahuanaco.