Cinco meses de investigación y ensayos de diversos grupos de científicos trabajando intensamente en la covid-19 han arrinconado, al menos, a tres fármacos que se usaron al principio de la pandemia, uno de ellos la hidroxicloroquina, que han hecho popular los presidentes de Estados Unidos y Brasil por su insistencia en tomarla.

Hidroxicloroquina

De ser uno de los medicamentos con más uso al principio de la pandemia para combatir la COVID-19, la hidroxicloroquina aparece registrada como medicamento sospechoso en 250 de los 327 casos de posibles reacciones adversas en pacientes con coronavirus, según el registro de la base de datos Fedra de finales de julio pasado.

La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios informa en su página web sobre estos casos de reacciones adversas en pacientes con covid-19 que han sido tratados con éste y otros fármacos, según las notificaciones de los sanitarios y los ciudadanos.

Según ha explicado a EFE la doctora Maria Queralt Gorgas, jefa del Servicio de Farmacia del Hospital Vall d'Hebron de Barcelona, la hidroxicloroquina no ha demostrado su beneficio en los enfermos de COVID-19 e incluso en ciertos tipos de personas puede producir efectos adversos cardíacos graves.

"Ha pasado de ser casi el primer medicamento contra la COVID-19 a no usarse apenas", ha indicado la farmacéutica, que pone en el mismo saco a los antivirales lopinavir/ritonavir, que también se han dejado de lado en su hospital.

Remdesivir

Por lo general, ahora se opta, en función de los pacientes, por el fármaco Remdesivir, que se desarrolló inicialmente como tratamiento para la enfermedad del virus del ébola el año 2014, pero presenta también actividad "in vitro" frente a éste y otros virus, incluyendo el coronavirus.

Vall d'Hebron ha participado, junto con otros hospitales del Estado, en dos estudios de una empresa farmacéutica sobre este medicamento. Remdesivir es un antiviral que actúa inhibiendo la replicación de las células infectadas y por tanto evitando que el virus se multiplique.

Se ha descubierto que muestra una actividad antiviral razonable contra otros virus, entre ellos el virus sincitial respiratorio, el virus Junín, el virus de la fiebre de Lassa y, posiblemente, el coronavirus que causa la MERS (síndrome respiratorio de Oriente Medio).

Este medicamento presenta mejores resultados que el tratamiento con lopinavir/ritonavir más interferón y reduce el tiempo de evolución de la COVID-19, según datos de la Agencia del Medicamento española. Otro fármaco que ya no se usa como primera línea para medicar a los pacientes es el Tocilizumab (TCZ), ha explicado Gorgas, que ha precisado que se utiliza en pacientes en los que la enfermedad se alarga más allá de los siete días.

Tocilizumab

El Tocilizumab es un agente inmunosupresor, autorizado para el tratamiento de la artritis reumatoide y el síndrome de liberación de citoquinas asociado al tratamiento con CART (para ciertos tipos de cáncer).

Gorgas ha apuntado que la solución a la COVID-19 "debería ser la vacuna", pero está por ver si las que se experimentan actualmente contarán con una inmunidad total de por vida, aunque sea con recordatorios, como las de la polio o la varicela, o se conseguirá una inmunidad estacional, como la de la gripe.

"La investigación bien hecha requiere tiempo y muchos pacientes" en los que probar una posible vacuna, ha recordado la doctora. Mientras tanto, se deben usar y combinar diversos fármacos para hacer frente "a un virus muy agresivo.