El jueves de la semana pasada, Alberto Núñez Feijóo pisó su enésimo charco. El presidente del PP se despidió de los periodistas felicitando a quienes pudieran descansar unos días, y diciendo a quienes no pudieran tomarse ese respiro que “las vacaciones están sobrevaloradas”. Su ocurrencia incendió las redes porque, con independencia de que fuera un probable ejemplo de retranca galega, no fue ejecutado con demasiada habilidad política: escogió un tema con el que no conviene bromear si no se quiere aparentar una falta de sensibilidad con quienes no pueden irse de vacaciones por problemas económicos, de salud o de otra índole. Una broma todavía más delicada si la realiza alguien en posiciones de poder, más aún en tiempos de descrédito de la política. Este domingo, días después del incendio, Feijóo quiso aclarar que era una broma, y quiso solidarizarse con las personas que no puedan irse de vacaciones y enviarles “mucho ánimo”. Pero volvió a dejar otro dardo: “A quien no sabe distinguir una broma le diría: tómate un albariño y descansa”.
Feijóo se refirió a esta polémica por propia iniciativa en el discurso que llevaba preparado en la fiesta del albariño de Cambados, lo que significa que lo llevaba escrito y él mismo sacó el tema, sin preguntas de la prensa. Tras una reflexión más amplia sobre el Estado español que él quiere y sobre la necesidad de aparcar el ruido, recomendó “un poco de sentido del humor". Estas fueron sus declaraciones íntegras este domingo: “El otro día dije que, para quienes no pueden tomar las vacaciones, para millones de autónomos, millones de parados, miles enfermos o para gente que está estudiando, dije que las vacaciones estaban sobrevaloradas y se lió un pequeño asunto en redes sociales. A quien no sabe distinguir una broma le diría: tómate un albariño y descansa. Y desde aquí envío mucho ánimo a quienes tienen que trabajar en verano”, zanjó. El jueves había dicho: “Si ustedes pueden descansar algunas semanas, los felicito. Los que no puedan descansar, que sepan que las vacaciones están sobrevaloradas”. Se escucharon algunas carcajadas entre el auditorio y él sonrió, dando a entender que era una broma, pero no llegó a decir expresamente que pretendiera quitarle hierro para animar a los allí presentes ni tuvo ninguna palabra sobre los parados, los enfermos o los obligados a trabajar, algo que sí se vio obligado a hacer este domingo viendo la dimensión que había tomado el asunto.
Otro chiste de Feijóo
Feijóo ejerció de gran mestre (maestre) en la ceremonia del albariño, un ambiente festivo donde, quizás por esa razón, no hizo referencias a la investigación al exministro Cristóbal Montoro por haber beneficiado supuestamente a empresas gasísticas, ni realizó referencias expresas a la política, más allá de jugar con unas metáforas y comparaciones con el albariño. Y, hablando de frases que debe matizar o que dice que no ha llegado a pronunciar, quiso mostrarse especialmente inspirado: “En Madrid me critican porque dicen que he dicho una frase que no he dicho, que no soy presidente porque no quiero. Tenía pensado dimitir de un cargo, gran mestre del albariño, para traspasar esta responsabilidad al actual presidente de la Xunta. Me avisaron de que solo se abandona por defunción. No tengo ningún interés en dimitir del cargo”.
Sin "trincheras"
El presidente del PP había empezado su discurso en galego, después pasó al castellano, y reivindicó “esa Galicia y esa España alegre y abierta, que no vive instalada en el conflicto ni se deja arrastrar por la crispación”. “Una España donde cabemos todos, independientemente de lo que pensemos, de dónde vengamos o a quién votamos, porque sabemos trabajar juntos, brindar juntos y reconocernos en lo mucho que tenemos en común. Esa España existe y esta aquí en la fiesta del albariño. En esta fiesta las coaliciones son muy sólidas, casi todo el mundo sabe el presupuesto que trae y no prorroga el del ejercicio anterior. Si hace falta un referéndum, que sea para decidir qué maridaje es el mejor. Y, a partir de ciertas horas, ya todo es una cuestión de confianza”, dijo.
Añadió que “España vive tiempos inciertos donde hace falta templar pero también actuar”. “Hace falta menos espectáculo y más propósito”, sostuvo. Y, a pesar de cómo ha empeorado la relación con PNV y Junts por las alianzas del PP y Vox, por sus recursos contra las transferencias o sus maniobras diplomáticas para frenar las lenguas cooficiales en Europa, dijo: “Sabéis que no vengo a alimentar trincheras, sino a tender puentes, a decir que claro que es posible otro clima político, más respeto y menos ruido, más acuerdo y menos cálculo, más trabajo serio y menos teatro”.