La desconfianza de las bases de ERC hacia los socialistas, en plena crisis interna en la dirección del partido independentista, está obligando a los republicanos a tensar la cuerda de la negociación con el PSC, en la recta final de las conversaciones para la investidura de Salvador Illa.

Los contactos entre los equipos negociadores de ERC y PSC son permanentes, teniendo en cuenta que el tiempo se agota, ya que los republicanos marcaron finales de julio como límite para alcanzar un preacuerdo, que, en caso de alcanzarse, tendría que ser ratificado por la militancia de la formación independentista en una consulta.

Según diversas fuentes de la negociación, lo que parecía una negociación bien encarrilada podría tambalearse en los últimos metros, por el miedo de la dirección de ERC a un hipotético rechazo de las bases a un pacto con el PSC.

A los recelos de los republicanos hacia los socialistas se le añade el malestar hacia una dirección dividida, en la que ya no se disimulan las divergencias entre un Oriol Junqueras que aspira a recuperar la presidencia del partido en el congreso de noviembre y una Marta Rovira que ha anunciado que se retirará entonces como secretaria general y que es partidaria de una amplia renovación, como otros pesos pesados de ERC, entre ellos Pere Aragonès.

La reciente polémica por la campaña de falsa bandera contra el último alcaldable de ERC por Barcelona Ernest Maragall, promovida desde las estructuras del partido, ha acabado de agitar las aguas entre una militancia desconcertada y que podría plasmar su estado de ánimo con un voto de castigo a la dirección en la consulta sobre un eventual preacuerdo con el PSC para la investidura de Illa.

Esta semana arrancó con una sucesión de gestos de aproximación con los socialistas, como el anuncio sobre el traspaso de 1.520 millones en los próximos tres años a la Generalitat, 1.058 de ellos vinculados con Rodalies y 450 para I+D, partidas que responden al pacto PSOE-ERC del año pasado para la investidura de Pedro Sánchez.

El buen clima tuvo continuidad el miércoles, cuando Sánchez y Aragonès sellaron en el Palau de la Generalitat el traspaso de la gestión del Ingreso Mínimo Vital a Cataluña, un apretón de manos que parecía allanar el camino a las negociaciones entre ERC y PSC.

Expectación

Fuentes de ambas partes negociadoras señalaban a mediados de semana que, si las conversaciones culminaban con éxito, el próximo lunes podría anunciarse un preacuerdo, que sería sometido días más tarde a la consideración de las bases de ERC y, si el resultado fuese positivo, Illa podría ser investido la semana del 5 de agosto.

Sin embargo, fuentes de la negociación apuntan que la incertidumbre ante la reacción de las bases está llenando de dudas a la dirección de ERC, que no está claro que acabe suscribiendo un pacto si cree que la militancia lo tumbará.

En las últimas horas, la portavoz de ERC, Raquel Sans, reconoció que ve “posible” que los equipos negociadores cierren un acuerdo, aunque las bases de Esquerra tienen “mucha desconfianza” hacia el PSOE. Para Sans, existe “voluntad de entendimiento” entre ERC y el PSC, lo que le hace pensar que el “acuerdo es posible”, pero serán los 8.700 militantes quienes darán o no luz verde a un pacto.

Una “financiación singular” es la principal reclamación de ERC, que defiende que Cataluña salga del régimen común de financiación, pero los republicanos también exigen garantías de cumplimiento de los acuerdos, porque la “sensación” de la militancia, según Sans, es que los acuerdos con los socialistas “a veces quedan en papel mojado”.