A Alberto Núñez Feijóo le ha entrado la vena autonomista y, tras visitar Euskadi para rendir homenaje al Estatuto, ayer miércoles pisó Barcelona para tender esta vez la mano al soberanismo, o a lo que él entiende como las esencias de la antigua Convergència. Su forma de tentar fue tan exagerada que hasta se permitió en cierta forma elogiar a Carles Puigdemont, que por un momento dejó de ser un prófugo de la justicia –como tantas veces le ha calificado el PP– para erigirlo en una figura política poco menos que honorable. En su intencionado propósito de venerar su sinceridad, el presidente de los populares soltó: “Hay otros que mienten mucho y el señor Puigdemont todo el mundo sabe lo que pide. En los contactos, no personales ni directos pero sí indirectos, no nos ha mentido, esto es un valor en la política que yo practico”. Descripción con la que Feijóo corroboró explícitamente que existieron contactos con Junts de cara a su intento de investidura.

Pero no se detuvo ahí. “Le conozco. Hemos coincidimos un tiempo, él como presidente de la Generalitat y yo de Galicia. No hemos hablado mucho porque no ha habido ocasión. Yo respeto a todos los ciudadanos de mi país”, valoró Feijóo, no sin recordar que Puigdemont “tiene asuntos pendientes con la justicia que sería conveniente que saldase”. Un mensaje muy alejado de los exabruptos lanzados por su partido durante el último lustro al president en el exilio. ¿El objetivo? Por si acaso, no romper todos los puentes con JxCat, e incluso animándole a dejar caer a Sánchez. Y es que al socialista, además, se le podría hacer muy larga la legislatura si ciertas leyes o iniciativas se la marchan por el sumidero.

En este contexto, en el marco de una conferencia, Feijóo defendió la necesidad de “normalizar las relaciones, desde la discrepancia”, con el nacionalismo catalán, y subrayó que, a pesar de no ser él nacionalista, entiende “perfectamente el sentimiento de tierras como Catalunya, Euskadi y, por supuesto, Galicia”. “No hacen falta que me expliquen la importancia de mantener el catalán como el signo de cultura más importante de este pueblo”, exclamó pese a todas las trabas lanzadas contra su oficialidad en las instituciones. “Sin normalizar las relaciones con el nacionalismo catalán no vamos a poder mejorar el bienestar de los catalanes. Creo que es malo para Catalunya lo que ellos proponen pero vamos a seguir trabajando para Catalunya porque, sin Catalunya, España no funciona”.

El líder del PP negó una vez más su reconocimiento como nación porque, tal y como figura en la Constitución, “Catalunya es una nacionalidad histórica”, denominación que, a su parecer, es la que concita más consenso: “A los nacionalistas les parecerá insuficiente, a los que tienen la concepción de cierto centralismo les parecerá un exceso, pero este es el pacto que nos dimos, lo que acordamos”. Enfocando su discurso en la economía y en resolver las preocupaciones cotidianas de la ciudadanía –”los problemas concretos unen, mientras que los abstractos o artificiales separan”–, Feijóo llegó al punto de dirigirse al electorado de Junts, cuestionando su afinidad con las políticas sociales y económicas del eventual gobierno de coalición entre el PSOE y Sumar. “No sé si a los militantes de Junts le irá bien la política económica, social, de servicios públicos, fiscal y la política industrial de Sumar y del PSOE”, explicó Feijóo, citando en este término los contactos “no directos ni personales” pero sí “indirectos” con Puigdemont. En esta tesitura, apeló al “seny” tradicional, aplaudiendo la gestión de los gobiernos de CiU: “He admirado mucho la gestión de sus servicios públicos”.

La felicitación de Rufián

Feijóo reveló que portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, le felicitó por su discurso de investidura. “Espero que no le moleste ni le cause ningún problema en su partido. Al finalizar mi discurso, el señor Rufián vino a mi escaño para felicitarme. Para mí es un síntoma de normalidad política, de buena actitud y respeto”, detalló.