Solo cuatro ministras estuvieron presentes durante el debate en que se procedió a reformar la ley del solo sí es sí: la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz; la responsable de Justicia, Pilar Llop; la titular de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra; y la de Igualdad, Irene Montero. A su término, esta última se dirigió al hemiciclo desde la tribuna para señalar que esta era “el día más difícil” que ha vivido en el Parlamento como ministra y para reprochar al PSOE que no aceptara desde diciembre ninguna de las propuestas que le planteó su departamento y que, según explicó, se iban a adaptando a sus exigencias. “La ofensiva contra la ley ha sido contra el Gobierno y su presidente” Pedro Sánchez, reprochó la dirigente morada, que acusó a los socialistas de apoyarse en la derecha para volver al modelo anterior del Código Penal y desplazar el “consentimiento” del centro de la ley.

El PSOE no pudo evitar transmitir su malestar con la ministra de Igualdad por lanzar un mensaje de “involución”, como si la reforma supusiese un retroceso en la protección de las mujeres. Montero había criticado que el partido de Sánchez solo había hecho una propuesta en cinco meses y que esta fue para “volver al esquema penal anterior” que a su juicio basa la credibilidad de la víctima “en las heridas” y ahonda en la “impunidad” existente entre los agresores. Y mientras cargaba contra la reforma socialista, la titular de Justicia y promotora de la iniciativa, Pilar Llop, permanecía en silencio en el banco azul. Tras su intervención, la ministra recibió el aplauso en pie de todo Unidas Podemos, incluyendo el de Díaz, así como el de los representantes de ERC y Bildu. El PSOE admitió que vieron a Montero “dolida y afectada en lo personal” aunque no piensan que su imagen haya sufrido un deterioro adicional, sino que queda en la misma posición que estaba hace dos meses.

Desde el Ministerio de la vicepresidencia segunda subrayaron que Díaz acudió para mostrar apoyo a su grupo parlamentario aunque desde el ala socialista creen que su presencia era imprescindible para aplacar cualquier tipo de críticas. La ministra de Trabajo evitó encontrarse con los medios tras la polémica entrevista donde tildaba de machista a Sánchez y a Pablo Iglesias.