El Foro Social Permanente ha puesto sobre la mesa un documento con diez recomendaciones para construir una memoria crítica inclusiva tras décadas de violencia en Euskadi. Con este documento, llega a la conclusión de que la memoria tendrá que ser poliédrica, es decir, no habrá un relato único, sino varios, pero partiendo desde la premisa de que cualquier relato deberá ser autocrítico con el pasado. “En una sociedad diversa como la nuestra, deberán coexistir múltiples relatos diferentes”, dice, “sin perjuicio de que cada relato deba contener una mirada crítica y exigente sobre su propio pasado, alejada de la auto justificación”.

Los portavoces Nekane Altzelai y Agus Hernan presentaron ayer en el Palacio Miramar de Donostia el documento De los relatos de guerra a las memorias para la paz, que propone en primer lugar un ejercicio de escucha inclusivo y con empatía. Plantea construir memorias para la paz “y no relatos de guerra”. “Recomendamos que se destierre cualquier intención de imponer un relato único que, como se ha constatado, genera nuevos espacios de crispación social y política, y más en tiempos de una peligrosa polarización del debate político”, sostiene el documento.

El Foro Social recomienda una memoria poliédrica que se construya a partir de una suma de vivencias de distintas personas. A pesar de esa pluralidad de visiones, recomienda que esas memorias incluyan una “actitud autocrítica que no deje de lado ningún hecho”, para “ser efectivas como garantías de no repetición”. Aconseja que se analice el dolor causado en su contexto, pero sin que implique que esos hechos sean justificables. El Foro Social otorga valor a que todas las miradas estén incluidas porque, de esa manera, quien acceda a ese relato tendrá todos los elementos de juicio para formar su opinión.

“El hilo conductor del relato deberían ser los hechos: se mató, se secuestró, se torturó, se amenazó, se encarceló, se persiguió, se difamó, se extorsionó, se modificó la ley, se produjeron tales y cuales violaciones de derechos humanos..., hubo conversaciones, fracasos, éxitos, etc. Hechos que cada persona y organización que los protagonizó recuerda y narra de una manera”, recetan. Proponen, además, procesos de encuentro entre diferentes, poner a las víctimas en el centro y reconocerlas “sin ningún tipo de tratamiento asimétrico”, y garantizar los derechos.

EL MOMENTO

Aunque ha pasado más de una década desde el cese definitivo de ETA, el debate del relato sigue bloqueado. Por un lado, la mayoría de los partidos recriminan a la izquierda abertzale que no reconozca la injusticia de la violencia practicada por ETA y, por otro, el Estado no ha terminado de arrojar luz sobre las más altas responsabilidades detrás de los GAL y la guerra sucia. Desde el Gobierno vasco se ha avanzado en el proceso de reconocimiento de las víctimas de vulneraciones de derechos humanos por parte de las fuerzas policiales, y desde hace años se ha pedido perdón a las víctimas de ETA por la sensación de falta de acompañamiento que han podido padecer. Las víctimas de unas y otras violencias sí han protagonizado acercamientos y declaraciones conjuntas, por ejemplo, en el Consejo Vasco de Participación de Víctimas o en el marco de Gogora.

El Foro Social, por su parte, ha impulsado desde 2019 un Foro de Relatos en la comunidad autónoma vasca, y un Diálogo de Memorias en Nafarroa, “dos experiencias de diálogo, muy discretas, en las que han participado un total de 20 personas con tradiciones políticas y vitales muy diferentes”.