Denis Itxaso condenó ayer miércoles la existencia del GAL, que “causó un dolor que es el nuestro y restó crédito y legitimidad al Estado”. Durante un acto de conmemoración del Día de la Memoria en Portugalete, el delegado del Gobierno en la CAV apeló a “tener el coraje de afrontar la tarea de deslegitimación de todos los discursos del odio sin tabúes ni miradas parciales”. Con la presencia de testimonios como los de Celso Recio (hijo de Eugenio Recio García, cabo de la Guardia Civil asesinado por ETA en 1985 en Santurtzi), Nerea Barrios (hija de José Luis Barrios, hostelero santurtziarra que murió asesinado el 17 de septiembre de 1988 por ETA) y Veronique Caplanne (hija de Robert Caplanne, asesinado por los GAL en Biarritz en 1985), el homenaje honró la memoria de “todas las víctimas sin excepción” y en su transcurso se nombró a las 18 víctimas nacidas en Portugalete o vecinos de la villa asesinados “por diferentes manifestaciones y actos violentos”. Según Itxaso, en Euskadi “se aprendió a odiar a conciencia, a celebrar la muerte, homenajear verdugos” y, después de “tantos años, el trabajo que nos queda por hacer para desaprender el mal es titánico”.

El delegado del Gobierno advirtió de que, una vez “extinguida” ETA, “determinados discursos del odio que la sustentaron han sobrevivido a su desaparición”. “Pegar un puñetazo a un joven vinculado al PP o verterle el contenido de una copa por encima durante una noche de fiesta. Una pintada o un tweet intimidatorio y amenazante”, enumeró. Itxaso censuró que “quienes protagonizan este tipo de gestos persiguen un objetivo edulcorado, ya no la muerte física, sino la muerte civil del enemigo con la presión y el señalamiento”. “Desaparece la muerte, sí; pero el discurso justificatorio permanece”, dijo, al tiempo que emplazó a tener una “mirada integral, completa y coherente de los derechos humanos”. “Si nunca hubo ni habrá una razón para el asesinato del adversario político, nunca debió haber atajos ni justificaciones de la doctrina perversa del ojo por ojo”, apuntó. En esta línea, reiteró que “el GAL nunca debió suceder y solo contribuyó a causar dolor y alimentar la Ley del Talión”.

Nerea Barrios trasladó un “mensaje de esperanza en el que no quepa odio” y recordó cómo tuvo que “vivir con bajar a la calle y que se justifique el asesinato” de su padre. Veronique Caplanne evocó “la tristeza y miedo” de aquellos momentos en que se preguntó “cómo es posible” que cometiera el asesinato la policía, que “se suponía que estaba para protegernos”.