MADRID. Luis Bárcenas no fue noticia ayer por las cuentas suizas o por la presunta financiación ilegal del PP, sino por un suceso a medio camino entre lo pintoresco y lo dramático. Sobre las 17.00 horas de la tarde, un hombre de 64 años de edad, ataviado con vestimenta de cura y con una pistola en mano, irrumpió en el inmueble del extesorero, situado en la madrileña calle de Príncipe de Vergara, y accedió al interior del domicilio. Según la investigación, el asaltante se hizo pasar por un sacerdote de Instituciones Penitenciarias que venía a hablarles de la salud de Bárcenas en prisión. Los testigos presenciales creen que esta persona podría haber accedido al portal aprovechando el descuido de la familia, que podría haber abierto la puerta del portal sin preguntar, dado que esperaban un pedido de fruta. "No es normal que le dejen pasar así como así porque la chica que trabaja en esa casa tiene orden de no abrir a nadie", indican estos testigos.
El hombre, Enrique Olivares García, les pidió insistentemente los pendrives con la supuesta contabilidad B del PP y estuvo en la casa alrededor de una hora sin conseguir dichos documentos. En un momento de descuido, la asistenta logró desatarse, arrebató la pistola, real y con munición de fogueo, al desconocido y bajó a una cafetería, donde solicitó ayuda. El hijo también pudo zafarse de las bridas, se enfrentó al asaltante y le redujo. Los investigadores creen que se trata de un desequilibrado, que no está en posesión de sus facultades mentales, si bien la policía está investigando las causas del asalto. Tiene antecedentes penales por robo con fuerza y posesión de drogas, pero datan de los años 60 y 70. Por su parte, médicos del Samur-Protección Civil atendieron a las tres residentes en la casa por una fuerte crisis de ansiedad y por contusiones en las muñecas.
Varios testigos presenciales del asalto a la casa de Bárcenas consultados relatan que se enteraron del incidente pasadas las 17.20 horas tras oír unos gritos que partían de la ventana del piso de los Bárcenas. Era la mujer del extesorero del PP, Rosalía Iglesias, que gritaba: "¡socorro, socorro. Mi hijo!". Algunos de los vecinos pensaron "que se trataba de una broma", hasta que vieron que los gritos no cesaban. En ese momento una de las personas que estaba en el edificio subió corriendo las escaleras de la casa y se encontró con la puerta abierta. Rosalía Iglesias, nerviosa, seguía gritando "¡mi hijo, la pistola, le tienen encañonado a mi hijo!". En otra estancia de la casa, Guillermo forcejeaba en el suelo con el asaltante que antes les había maniatado a ambos y a la asistenta. Esta persona, que conoce a la familia Bárcenas, se abalanzó en ayuda del joven preguntando por la pistola y fijándose en las manos del desconocido por si aún la tuviese en ellas. En ese momento Guillermo le dijo que ya le habían quitado la pistola y procedieron simplemente a inmovilizarle.
El abogado ve "cosas extrañas"
El relato del abogado de Bárcenas, Javier Gómez de Liaño, describió el incidente con tintes más violentos. Se mostró aliviado de que en el suceso no haya resultado herido nadie, después de que el agresor haya encañonado a los familiares de Bárcenas, y lamentó que "se están produciendo bastantes sucesos raros", opinó, en referencia a las grabaciones de vídeo filtradas a la prensa con escenas de Bárcenas en prisión, la publicación en un periódico de la ficha penitenciaria del extesorero y otras imágenes de Iglesias cenando en un restaurante tras ser, según el abogado, seguida hasta allí. "No estoy acusando ni sospechando de nadie, pero pasan cosas extrañas", zanjó.