Bilbao. La Iglesia beatificó ayer en un multitudinario acto en Tarragona a 522 religiosos, en su mayoría asesinados durante la Guerra Civil, pero no por el bando franquista. Una ceremonia precedida por cierta polémica, ya que colectivos como el Foro de Curas de Bizkaia habían reclamado a las autoridades eclesiásticas que subsanaran el olvido al que se han visto sometidos los curas que perdieron la vida a manos del bando del dictador. En ese sentido, la mayoría de los beatificados ayer murieron durante la Guerra Civil, pero fueron excluidos de la ceremonia los asesinados por el frente sublevado. Por ello, otros colectivos pidieron al Papa Francisco que suspendiera el acto o, incluso, que lo aprovechara para pedir perdón por el apoyo que habría prestado la jerarquía de la Iglesia española al régimen. La controversia fue tal que se prohibió llevar banderas a la ceremonia, la mayor beatificación en la historia del Estado.

En un mensaje grabado, el Papa Francisco no respondió a esas peticiones, y se circunscribió a pedir a los fieles que abandonen el egoísmo y la pereza, y sean cristianos con obras, y no solo de palabra. El prefecto de la Congregación por las Causas de los Santos, el cardenal Ángelo Amato, quien presidió la eucaristía, dijo que la ceremonia "no busca culpables", e incidió en que el perdón "es la esencia del cristianismo". "Vuestra noble nación fue envuelta en la niebla diabólica de una ideología que anuló a millares y millares de ciudadanos pacíficos, incendiando iglesias y símbolos religiosos, cerrando conventos y escuelas católicas", añadió.