París. El juicio que se sigue en París contra siete miembros de ETA por el atentado del 1 de diciembre de 2007 en Capbreton está ofreciendo poco a poco detalles de las circunstancias en que se produjo el mismo, que se saldó con el asesinato de los guardias civiles Raúl Centeno y Fernando Trapero. En la sesión de ayer, uno de los policías antiterroristas que dirigió la investigación, David Cruiziat, rechazó la versión defendida por ETA en su comunicado del 15 de diciembre de ese año en el que reivindicó la acción y la achacó a "un enfrentamiento armado" con los agentes.

"Estamos muy lejos de un enfrentamiento armado", afirmó el oficial, ya que Trapero y Centeno no llevaban sus pistolas, una práctica habitual en los guardias civiles que participaban en esa época en misiones contra ETA en Francia. Desde entonces, los miembros de las Fuerzas de Seguridad que realizan este tipo de cometidos lo hacen armados para poder defenderse de ataques como este, que fue el primer atentado mortal en el Estado francés contra agentes españoles.

Cruiziat agregó que "el acto fue pensado, llevado a término y asumido", ya que los acusados como autores materiales, Mikel Carrera Sarobe, Ata, Saioa Sánchez Iturregi, Hintza, y Asier Bengoa López de Armentia tuvieron casi ocho minutos para decidir lo que iban a hacer desde que los dos agentes salieron de la cafetería en la que se encontraron de forma casual con los etarras hasta que éstos fueron a su encuentro para matarlos.

En la sesión de la tarde tomaron la palabra los familiares de Trapero y Centeno, que pidieron al Tribunal de lo Criminal de París que los miembros de ETA acusados del crimen, entre ellos el exjefe militar de la banda Garikoitz Aspiazu Rubina, Txeroki, pasen el resto de su vida en la cárcel.