BILBAO. Con la detención ayer en Barakaldo de Igor Cachorro del Pozo, acusado de quemar hace dos años un cajero automático en la misma localidad, la División Antiterrorista y de Información de la Ertzaintza sumó ayer el cuarto arresto en un mes de supuestos autores de actos de kale borroka, por ataques cometidos entre 2001 y 2008. Esta repentina sucesión de detenciones ha sido posible gracias a las mejoras tecnológicas aplicadas en el análisis de las muestras genéticas que permanecen almacenadas en las bases de datos de la Policía vasca, lo que ha propiciado, en el caso de la violencia callejera, la reapertura de casos que estaban sin resolver desde hace nueve años. Todo ello gracias a la adquisición de tecnología de origen estadounidense, puntera en el análisis del ADN, y sin que haya variado un ápice la forma de trabajar de los agentes. "Lo importante sigue siendo el trabajo de campo, recoger el mayor número de muestras posibles y luego confiar en la tecnología", aseguraban a DEIA fuentes conocedoras de esta actualización del modus operandi del departamento Científico de la Ertzaintza.

Las mismas fuentes señalaron que este "avance tecnológico y científico" tiene dos aplicaciones concretas. En primer lugar se encuentra el kit reactivo que se aplica sobre las muestras congeladas de la base de datos, cuya capacidad a la hora de identificar el ADN ha aumentado de forma exponencial, lo que se traduce a su vez en un mayor número de muestras "aprovechables". A ello se suma el hecho de que, si antes era prácticamente imposible separar las muestras genéticas que estaban mezcladas entre sí -guantes con distintos tipos de sudor, fluidos corporales mezclados...-, en la actualidad, "después de mucho trabajo", y gracias a la aplicación de la nueva tecnología, sí es posible separar dichos restos.

El resultado tangible es que si hasta ahora se lograba un 60% de "acierto indubitado" en la identifiación del ADN en las pruebas recogidas por los ertzainas en el lugar del suceso, ahora dicho porcentaje ha subido hasta un 85% de identificación positiva de las muestras. Pero una cosa es hallar un rastro de ADN y otra, ponerle nombre y apellidos.

La Policía vasca recurre a dos vías: cruzar el ADN ya identificado con las bases de datos de sospechosos, con la esperanza de que se produzca una concordancia en muestras ya analizadas con anterioridad; o reabrir el caso en cuestión, identificar a imputados, sospechosos y demás personas que estuvieron en el lugar de los hechos y obtener un resto orgánico de ellos (la colilla de un cigarro, una taza con saliva...). Después, este ADN se coteja con el hallado en la escena del delito.

El mejorado nivel de fiabilidad de la labor de la Policía vasca ha propiciado la revisión de toda una serie de delitos graves que permanecían en los archivos sin resolver. Los mismos van más allá de la lucha antiterrorista e incluyen violaciones, asesinatos... "Se están repasando todos los delitos sobre los que se cernía alguna sombra de duda", explicaban a este diario conocedores de la situación.

Todos los cuerpos policiales que incluyen entre sus competencias el cotejo del ADN han afrontado la misma evolución que ha protagonizado la Ertzaintza. Es el caso, por ejemplo, de Inglaterra, donde se ha producido el mismo salto tecnológico y científico.

Listado de sospechosos Desde finales de los 90, la recogida de muestras biológicas se convirtió en una práctica habitual de la Er-tzaintza. Capuchas, guantes, colillas, saliva... Todo ha sido convenientemente almacenado con el fin de facilitar la resolución de los delitos. Poco después, los responsables de Interior solicitaron a las comisarías que les proporcionaran una lista con las personas sospechosas de participar en actos de violencia callejera, bien fuera por sus antecedentes, actividades o los ambientes en los que se movían.

Dicho listado, dotado de un avisador que saltaba en las comisarías tras una identificación, podía facilitar poner nombre y apellidos a los responsables de delitos o incluso la obtención de pruebas físicas in situ. Por ejemplo en el transcurso de un control de alcoholemia rutinario, con el simple gesto de guardar la boquilla utilizada para soplar.

En el mismo entorno radical han demostrado en ocasiones tener la lección bien aprendida. Un manual de seguridad incautado a los integrantes de la dirección nacional de EKIN desarticulada el pasado mes de septiembre, denominado Segurtasun-EA -siglas en euskera de izquierda abertzale-, incluía directrices como no tirar nada a la basura, quemar las hojas de las agendas una vez hayan pasado las fechas marcadas y evitar dejar huellas dactilares en objetos o documentos considerados "sensibles".

Antecedente El pasado mes de agosto se produjo el primer ejemplo paradigmático de la nueva fiabilidad que está demostrando la Er-tzaintza en el análisis del ADN. El día 3 se procedió al arresto en Hernani de Gurutz Agirresarobe Pagola bajo la acusación de ser el autor material del asesinato del jefe de la Policía Municipal de Andoain, Joseba Pagazaurtundua, perpetrado el 8 de febrero de 2003.

Esta detención, de indudable impacto mediático y que fue posible tras una investigación de años, se precipitó tras la obtención de una prueba de ADN de Agirresarobe en un control de alcoholemia reciente, una vez se cernió sobre él la sombra de la sospecha. Dicha muestra fue comparada con la recogida en una taza de café que se tomó el asesino de Pagazaurtundua poco antes de acabar con su vida, en el mismo bar Daytona donde tuvo lugar el atentado. Las pruebas coincidían.

El arresto ayer en Barakaldo de Igor Cachorro del Pozo se produjo al amparo de la Audiencia Nacional. Interior achacó al detenido un amplio historial delictivo.