Bilbao. Jubilado tras 28 años de docencia, el catedrático de la UPV Pedro Ibarra Güell es autor entre otros libros de La evolución estratégica de ETA. En conversación con DEIA analiza el último comunicado de la organización armada y los pasos que está dando la izquierda abertzale oficial en el último año.
¿Cómo valora el último comunicado de ETA? Para muchos ha sido insuficiente.
Si lo que esperaban era que dijera: "Lo dejamos y mañana vamos a entregar las armas", eso no iba a pasar. La cuestión es si se trata de un paso suficiente para otros pasos. Puede ser la estela para otros pasos en el sentido de que marca o define algo que puede ser irreversible. Por otro lado, es un comunicado un poco raro. En un 99% es de autopropaganda: somos los mejores, gracias a nosotros... pero de momento, lo dejamos. No encaja. Si crees que eres el mejor, ¿por qué lo dejas? No es un comunicado hecho con entusiasmo y está hecho sobre todo por la presión de Batasuna.
¿Ha sido entonces de consumo interno, dirigido a la izquierda aber-tzale?
Hay una cierta tensión entre Batasuna y ETA. Hasta dónde llega esa tensión, tampoco lo sabemos. Hay muchos que dicen que es grande y otros que es algo pactado. Pero está clara esa tensión. Si uno pide una tregua verificada y otros dicen: "Lo dejo y nada más", está claro que hay una tensión.
¿En este pulso se ha impuesto, por decirlo de alguna manera, el sector político?
No se ha impuesto totalmente, pero en estos momentos el equilibrio de fuerzas está a favor de Batasuna. No hay una subordinación total, pero creo que en estos momentos se está imponiendo la tesis de los que apuestan por las vías políticas. El riesgo de la vuelta atrás siempre existe, pero...
¿Puede haber también una tensión interna dentro de ETA?
Yo pienso que sí, que en ETA hay una tensión interna. Creo que hay un debate, pero es algo que siempre ha existido. Es algo que ha sucedido siempre en cualquier organización armada. Tradicionalmente son los más jóvenes los que propugnan seguir y eso tiene su lógica. Si acabo de entrar y al cabo de un año se me dice que lo dejamos, es algo que no entiendo, dirán los jóvenes. Además de un proceso ideológico, es algo vital.
Hay quien da valor al comunicado al llegar sin haberse producido una negociación previa o contactos, al ser una decisión unilateral de ETA.
Eso es cierto. Hay una cosa que es sustancial en todo esto. Se trata de una decisión unilateral y es una decisión que antes de tomarla todo su apoyo social, o como se quiera llamar, le han dicho: tienes que dejarlo. Es un cambio radical a lo visto hasta ahora y no se valora. ETA nunca antes ha dicho "lo dejo" porque previamente su base social le haya dicho que lo deje.
Otros muchos recuerdan que las veces que han dado plazos ha habido una vuelta atrás. Esta vez no han hablado de nada definitivo.
Esa especie de poca reflexión quizá facilite las cosas. Una persona que dice que lo deja condicionalmente o si pasa esto o lo otro, está marcando un terreno. Por el contrario, si no marcas ese terreno estás abierto a ser convencido.
¿Hay algún paralelismo con la disolución en su época de ETApm y el paso a la organización política, en aquel caso a EIA?
Puede ser. Lo que pasa es que no tenían tanta fuerza porque muchos se habían integrado en ETAm. Se puede buscar algo de paralelismo, aunque posteriormente EIA y luego Euskadiko Ezkerra hizo una evolución política que es muy poco probable que haga la izquierda aber-tzale. Se fueron a la social democracia en detrimento de las posturas soberanistas. En ese sentido no parece que vaya a ser similar, pero sí en la supeditación a los planteamientos políticos.
Anunciaron que cesaban en las "acciones armadas ofensivas", pero siguen mandando cartas a empresarios exigiendo el llamado "impuesto revolucionario".
Es algo que me descuadra hasta cierto punto. Hay veces que se piensa que en ETA hay grandes estrategas, pero yo creo lo contrario. Es gente con un nivel de formación política muy baja, con una visión muy limitada. Eso puede producir que haya algunos de ellos que se crean que pueden decir: "Lo dejamos, pero vamos a seguir aprovisionándonos". Creen que pueden engañar al Estado, y en ese sentido son ignorantes.
¿Poco que ver entonces con antiguos dirigentes de ETA formados ideológica y políticamente?
Eso se ha acabado. Cuando uno lee los comunicados tiene la sensación de que están copiados de panfletos de los años 60. A mí es algo que me preocupa. Si hay gente muy poco capacitada, el riesgo es mayor.
¿Los exiliados veteranos, con muchos años en la organización, tienen poder decisorio?
No creo que tengan tanto peso. Si fuera así hubiésemos tenido una declaración de tregua mucho más contundente. Hay sectores jóvenes a los que les está costando dar estos pasos. Digamos que hay reservas interiores.
¿Qué peso puede tener la opinión de los presos?
Creo que además de los que han dado ya un paso para exigir el abandono de las armas, hay otra gente que no lo tiene claro. Hay quien dice que hay muchos presos que están en esa posición de ir dejándolo, pero es algo que tampoco sabemos a ciencia cierta.
¿Y cuál es el papel que han jugado los firmantes de la Declaración de Bruselas?
Es algo que también ha tenido que ver para dar este paso. Tengo esperanzas de que se profundice en la petición que se hacía en la Declaración de Bruselas. Si aceptasen la verificación, sería algo muy distinto. No sería: "Lo vamos a dejar". Si hay un compromiso de verificación, hablaríamos ya de otra cosa.
Desde diversos sectores se ha desacreditado la acción de estos mediadores internacionales.
Si hay que hablar, que al final creo que así será, hablarán con ETA del tema de las armas y de los presos. Eso tendrán que tratarlo las partes afectadas. No lo va a decidir ninguna mediación internacional, pero es bueno que animen a las partes a que hablen entre ellos. Siempre ha sido así.
¿La respuesta del Gobierno español es la esperada?
El nivel de desconfianza del Gobierno es altísimo, y por otro lado es algo razonable. Otra cosa es que la desconfianza le paralice y no haga nada o dé pasos en contra. Sea prudente, pero haga algo, facilite el proceso. Por ejemplo, con la prohibición de la manifestación. El lema de la marcha: Derecho a todos los derechos, incluido al de la vida. No hay que ser un genio para darse cuenta de que eso va en contra de la violencia. Implícitamente era un llamamiento al cese de la violencia. Lo que hay que hacer es impulsar esa manifestación y que la gente de la izquierda abertzale vaya avanzando por ese camino.
¿Cuál cree que es ahora la estrategia del Gobierno Zapatero?
Yo creo que piensa "ya hablaremos, pero voy a estar muy duro hasta que hablemos. Mientras no se den pasos voy a seguir apretando". Tampoco lo tiene claro con la oposición por detrás marcándole en este asunto. En este tema lo único que puede presentar son resultados.
¿El Ejecutivo vasco lidera este proceso como le ha pedido a López el propio presidente del PSE, Jesús Eguiguren?
Tampoco tiene competencias, pero, al menos, sí podría hablar con la gente de la izquierda abertzale, ver hacia dónde van. Lo que siempre se ha dicho, que sea termómetro para pulsar la temperatura, y para ello es lógico que se mantengan conversaciones o, cuanto menos, contactos.
Su posición es negarse a hablar con formaciones ilegalizadas. ¿Lo encuentra lógico a tenor de los pasos que están dando?
El que haya formaciones políticas ilegalizadas es algo con lo que todos deberían estar preocupados. Que todos los partidos sean legales es algo que debería comprometer a todos las formaciones. Batallar por la democracia concierne a todos. Como Gobierno, debería dar pasos para favorecer la legalización.
En mayo del próximo año llegan las elecciones municipales y forales. ¿Estará la izquierda abertzale en esos comicios?
Lo veo complicado y difícil, si no hay más pasos de ETA. Que diga que acepta la verificación, que lo deja y admite que lo vean. Entonces sería muy difícil mantener la ilegalización.
¿La firma del acuerdo estratégico entre EA y la izquierda abertzale tradicional ha sacudido el panorama político en Euskadi?
Desde luego. El que aparezca que la izquierda abertzale esté en la construcción de un frente más amplio con otros partidos, es algo que tiene que animar. Tiene sentido que se deje la violencia ante lo que está surgiendo: nuevas fuerzas, nuevas confluencias. Imagino que a mucha gente no le hará demasiada ilusión. Habría que ver cuál sería la posición del PNV ante una nueva fuerza abertzale.
Positivista, negacionista, realista... Hay muchos calificativos. ¿Ahora mismo, dónde hay que posicionarse?
A veces pienso que soy positivista por supervivencia. Creo que la situación es muy distinta. Si nos fijamos en el lenguaje de los comunicados no es mejor ni peor, es igual, pero hasta hace tres años ETA tenía a 170.000 personas detrás. Y hay que ser positivista sobre todo porque son los que quieren hacer política los que les están diciendo por dónde ir. Por los datos que tengo, y tampoco son excepcionales, tanto los líderes como los militantes de la izquierda abertzale lo tienen muy claro. No claro, sino muy claro. Están convencidos de que este proceso es unilateral e irreversible. Aunque pasen cosas como ilegalizaciones o detenciones, no hay marcha atrás.