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El juego salvaje que abrió el camino

Peio Etxeberria destroza con fuego cruzado las ilusiones de Javier Zabala en una final que no tuvo historia

El frontó Bizkaia siguió con atención la evolución de un partido que muy pronto perdió la emoción.Pankra Nieto

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En ese lienzo estrecho –la jaula del Cuatro y Medio...– donde iban a jugárselo todo, dos hombres ponían en juego sus ilusiones, rebosantes de esperanza aún cuando bajaron por las escaleras desde las gradas al frontón, cada uno de ellos, Peio Etxeberria y Javier Zabala, enfocados por un cañón de luz, como si fueran los reyes de Hollywood de este año en ese acotado, donde apenas se respira.

A Javier le faltó el aire y de las manos de Peio fue desatándose un vendaval de saques en llamas y de voleas cruzadas que recordaba a un juego salvaje imposible de domar. Tras el trasteo de los primeros tantos el hombre de Zenotz se lanzó a la yugular de su presa y acabó destrozándola. No hubo otra historia hasta que una leyenda pelotazale, Iñaki Gorostiza, le impuso la txapela a Peio, el desatado, quien nada más llevar el 22 al cartó subió por las escaleras de las que había descendido una hora y pico antes para abrazarse con su compañeras de vida.

Peio Etxeberria invocó a su paciencia, a sus voleas en llamas y en la experiencia que traía en su zurrón de dos finales perdidas

La final estaba anunciada como el el encuentro de dos tierras, Navarra y La Rioja, que iban a cruzarse en el camino. Cada una de ellas traían consigo pelotaris que habían demostrado hermosas credenciales durante el campeonato aunque las apuestas se decantaban por el colorao apenas por centímetros. Javier Zabala bebía y bebía, como si los nervios le secasen la boca y Peio ensayaba algunas de esa dos paredes que más tarde desplegaría. Darán fe de lo que les digo gente como el lehendakari, Imanol Pradales; el presidente de La Rioja, Gonzalo Capellán; la consejera de Cultura y Deportes de Navarra, Rebeca Esnaola; la diputada general de Bizkaia, Elixabete Etxanobe; la vicelehendakari Ibone Bengoetxea; la presidenta de Juntas Generales de Bizkaia, Ana Otadui; la diputada foral Leixuri Arrizabalaga; el subdelegado del Gobierno, Carlos G. Buendia; el presidente de la Federación Vasca de Pelota, Joxemari Mitxelena y el presidente de la vizcaina, Iñigo Aurtenetxe; el viceconsejero Raúl Pérez Iratxeta o la concejala Itxaso Erroteta entre otras autoridades. El palco, como ven, lucía rebosante.

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Como el juego de Peio, dirían algunos. Entre quienes lo vieron fueron testigos el bronce del torneo, Jokin Altuna; dos de Elgoibar como Joseba Etxeberria y Josu Zubiaurre; cuatro mujeres jóvenes como Magda Coria, Jone Astondoa, Ane Alberdi y Olaia Etxezarreta; el presidente del EBB, Aitor Esteban, y el del BBB, Iñigo Ansola, Itxaso Atutxa, Iker Bidesola, Bittor Fano, Andeka Zubieta y el cocinero con estrella Michelín, Sergio Zarate, Carlos Sergio, Gorka Uribe, Xabier Basañez, del BEC, María del Río, Floren Erezuma, del Boliña Viejo; Andoni Ibargüengoitia, del Eneperi; Javier Martínez, Beñat Martínez y un buen puñado de gente que vieron como Peio, el estrangulador, le dejó sin oxígeno a Javier, el hombre que bebía para refrescar esa boca seca. Le resultó un imposible.