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“Esta final supone cerrar el círculo entre Altuna III y yo”

Iñaki Artola está feliz. En la misma semana fue padre y finalista del Manomanista. Instalado en la cumbre, el de Alegia quiere la guinda con la txapela ante Altuna III

“Esta final supone cerrar el círculo entre Altuna III y yo”Markel Fernández

Una lesión en el dorsal impidió a Iñaki Artola (Alegia, 1994) disputar su primera final del Manomanista en 2021. Estaba citado con Altuna III, un gran amigo y rival, en el frontón Bizkaia de Bilbao, pero tuvo que declinar participar. Cuatro años después calcará partido y escenario en busca de conquistar su primera txapela de la especialidad el próximo domingo 1 de junio en el frontón Bizkaia de Bilbao (17.15 horas).

Llega por segunda vez a la final del Manomanista, pero será la primera vez que la se vista de blanco. Jugará el próximo domingo contra Jokin Altuna en el frontón Bizkaia de Bilbao.

—Es un partido que me motiva mucho. Me vienen a la cabeza todos los entrenamientos y todos los partidos que he disputado con el sueño de jugar un partido así algún día. Ha llegado. Es una gran oportunidad de ganar una txapela, el sueño de siempre. Encima, es contra Jokin. Es un contrario duro, pero ¿qué se puede esperar de una final del Manomanista? No se puede esperar un rival fácil. Tienes que jugar contra el mejor.

¿Cómo se le mete mano a Altuna III

—Es indiscutible que Jokin es el mejor pelotari de los últimos años. Eso se ve en las estadísticas. ¿Quién estará mejor el día de la final? No se sabe. Yo creo en mis opciones. Sé que estos días nos tocará hablar mucho de nuestra relación personal, lo bueno que es Jokin y todo eso, pero yo me centro en lo mío. Estoy tratando de olvidar quién es el contrario para intentar llegar lo mejor posible al partido, tengo que creer que si juego bien puedo ganar a cualquiera. 

Llegar a las finales coloca a los pelotaris en el foco principal de la pelota, pero cuando le ha acompañado la continuidad sí que ha dado un buen rendimiento a lo largo de estos once años de carrera. ¿Cree que es su mejor momento? ¿Cuál es su sensación personal?

—Muchas veces las sensaciones desde fuera son diferentes a las que siente el pelotari por dentro. Es verdad que últimamente estoy acertando más en dar mi mejor nivel en los momentos clave. Eso te hace llegar a este tipo de partidos. Diría que he tenido buenos momentos de juego durante esta década, pero era tal vez en campeonatos sueltos. Por ejemplo, dar el nivel catorce jornadas del Campeonato de Parejas de Primera y quizás fallar en los partidos finales. No sería justo pensar entonces que eres malo y que ahora soy el mejor. El juego es similar. Se trata de detalles. En ese aspecto, sí que he tenido tramos incluso mejores, pero creo que la experiencia me ha dado la posibilidad de controlar mejor esos partidos de tensión. Entonces, fallaba; ahora, son los partidos que más me motivan y en los que estoy dando más rendimiento. No han sido en balde estos diez años entrenando y jugando. Hay un trabajo tanto técnico como físico detrás y, por supuesto, mental. Estoy notando que eso me está ayudando mucho. 

En el deporte profesional cuando debutan tienen unas virtudes reconocidas, tanto técnicas como tácticas o físicas. Después, en la cúspide las diferencias son mínimas. ¿Considera que la clave está en esos aspectos que antes pasaban desapercibidos? 

—Está claro que si no tienes una buena base, es peligroso querer conseguir cosas que luego el juego no te va a dar. Es verdad que cada uno en su nivel, entre gente que tiene cualidades parecidas, lo mental es muy importante. Siempre lo he considerado así, pero el tiempo me ha enseñado que tiene más importancia de la que pensaba. No sé qué entrenador decía que el fútbol es estados de ánimos y es cierto. Fíjese, en la semifinal ante Iker Larrazabal lo viví en primera persona. 

“Si hubiera llegado a esta final del Manomanista hace cinco años, no habría pensado en otra cosa”

La gestión emocional

Explíquese.

—Fue una semana complicada. Apenas entrené. Los primeros días, porque venía de un partido duro contra Peio Etxeberria; y los siguientes, porque nació nuestra primera hija y lo importante era intentar descansar. Sin embargo, salí a la cancha contento, con ganas, motivado, y creo que hice un buen partido. Cada uno tiene sus historias, pero siempre me he enfocado en los otros aspectos y me he dado cuenta ahora de que tengo una buena base, más incluso de la que pensaba, porque me faltaba creer en mis cualidades, pero cuando más he creído, se ha notado en los resultados. Lo mental es importante, pero también lo es la continuidad. Siempre que la he tenido he jugado más o menos bien. Con los parones me costaba volver. En el por qué de esas lesiones sí que puede entrar lo mental: cómo entrenar o cómo entendía el día a día. 

“Es indiscutible que Jokin es el mejor pelotari de los últimos años. Eso se ve en las estadísticas”

¿Cómo ha llevado usted la tiranía del resultado en el deporte profesional?

—Evidentemente, el resultado es esencial. De hecho, entre los pelotaris lo defendemos a muerte. Por ejemplo, consideramos que el campeonato de Primera lo tiene que jugar un pelotari que haya ganado en Segunda. Al final, es lo que marca. Sin embargo, al mismo tiempo, si el pelotari está muy enfocado en ellos, te hacen jugar peor. Lo que tienes que tener en la cabeza es tu propio rendimiento. En ese sentido, me siento un poco friki de la pelota. He tenido temporadas en las que la gente me enviaba ánimos, porque estaba jugando en Segunda o no entraba en el Campeonato de Parejas de Primera, pero por dentro yo me sentía bien porque estaba con juego. Todos tenemos un entorno de frikis –mi botillero Iker Iriarte, mi hermano Mikel...– con los que vemos los partidos y valoramos qué hacemos bien o mal. Aunque eran partidos de Segunda, si había jugado bien, los disfrutaba. En ese sentido me dicen que soy bastante terco. Para el deporte, viendo los resultados, me ha venido bien.

Miedo a las lesiones

Durante el Campeonato de Parejas de Primera comentó que se estaba sometiendo a estudios médicos para valorar la razón de la acumulación de lesiones musculares en las últimas campañas. 

—No hemos encontrado una única razón, pero sí que he hecho un trabajo duro. Lo primero era reconocer que si me lesionaba, me lesionaba y punto. He pasado temporadas en las que no he dado ni el 50% de mi nivel por miedo a lesionarme. Mis miedos se habían hecho tan grandes que me pasaban factura en los partidos. Llegó un momento en el que me di cuenta de que no era una cosa que estaba en mis manos y si iba a ser un pelotari que se lesionaba dos veces al año, iba a ser así y punto, que no merecía la pena darle más vueltas.

Iñaki Artola, en el frontón Bizkaia.

Entender eso no es fácil. 

—No había solución, así que no podía vivir siempre con miedo y sufriendo. Se trataba de admitir que tenía que jugar lo que pudiera y ya. Diría que ese punto de vista me ha ayudado a lesionarme menos. Estoy más tranquilo. El estrés un factor a tener en cuenta. Por otro lado, no he variado apenas la alimentación, pero sí los entrenamientos. Más que nada, ensayar menos y darle más importancia al descanso. Más que pensar en el punto óptimo físico, centrarme en mi estado de juego y llegar bien.  

Su hija y jugar contra Altuna III

Nora, su primera hija, nació el pasado 16 de mayo. Dicen que los hijos ayudan también a relativizar lo que sucede alrededor... 

—Cuando era más joven, me costaba escuchar a los pelotaris veteranos. Me centraba en lo mío y me costaba cambiar de idea. He aprendido a escuchar. Aimar Olaizola, que no es cualquiera, y Ekaitz Saralegi me dijeron que cuando tuvieron a sus primeros hijos empezaron a jugar mejor. Y es que se pasaban las 24 horas del día pensando en la pelota. Se relajaron y rindieron más. El tiempo lo dirá, pero lo veo como una posibilidad real. Fíjese, si hubiera disputado esta final hace cinco años, no habría pensado en nada más durante todo el día, pero ahora llego a casa y ni siquiera puedo reparar en ella. Dormiré menos, pero despreocuparme también es descansar. 

Jokin Altuna y usted son grandes amigos, además de rivales. Son vecinos de pueblos colindantes. El ambiente será increíble en el frontón Bizkaia de Bilbao, pero los días anteriores están siendo muy especiales, ¿no?

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—Hay una relación directa y el entorno es similar. La hermana de Jokin tiene mi edad, sus familiares son mis vecinos... Y después está la historia que rodea esta final. El deporte es una metáfora de la vida. Lo que llama la atención es la épica del deporte. Jokin y yo empezamos la carrera prácticamente juntos, nuestra primera final la jugamos juntos y la que no pude jugar era entre los dos. Esta final supone cerrar el círculo.

Viene directo de la del Campeonato de Parejas de Primera, que es la primera que ha jugado en sus once campañas en la élite. 

—Me han venido muy seguidas, sí. Fue una pasada. En Alegia lo vivimos de forma muy intensa. Había carteles en los balcones, en el gaztetxe, en los bares... Me parece difícil que se vuelva a generar el mismo ambiente.