Durango - Pablo Berasaluze tiene un montón de recuerdos guardados en su zurrón pelotazale. El manista de Berriz soplará 18 velas como profesional el domingo, pero no llegará a las 19. Lo deja. Repasa para DEIA una carrera como referente en Bizkaia.
Dejará la pelota en octubre, pero cumplirá el domingo 18 años como profesional. ¿Qué se le pasa por la cabeza?
-¡Qué voy a pensar! Al final, nunca puedes imaginar que vas a cumplir tantos años como profesional. Parece que fue ayer cuando debuté. La verdad es que es algo que todo pelotari podría soñar. He tenido suerte por ello. Estoy contento.
En general, con la dureza actual del deporte profesional, es complicado conseguir alcanzar esa cifra.
-Es difícil, sí. He tenido mucha suerte. Hasta hace dos o tres años, cuando tuve lo del tendón, apenas había tenido lesiones. Eso, para cualquier deportista es muy importante. Además, estuve tres o cuatro años en los que no pude rendir a tope. Para hacer una carrera tan larga hay que tener suerte y yo he sido afortunado.
Alude a la suerte, pero también hay que currárselo día a día.
-Eso está claro. Si quieres mantenerte ahí arriba tienes que trabajar mucho a diario. Todos los que están en la élite trabajan mucho. En los últimos años me he dedicado plenamente a esto. Es mucho sacrificio, pero da frutos. Eso lo disfrutas.
Ya adelantaba en la presentación del Parejas en Zumaia que este iba a ser el último campeonato de su andadura profesional. ¿Cómo lo ha vivido?
-No he disfrutado mucho, la verdad. Empezamos el campeonato y no nos acompañaron los resultados. Entre Mikel Beroiz y yo no conseguimos sumar el juego necesario. En este torneo, si no sumas como pareja, es difícil ganar. Por otro lado, estoy contento porque he dado todo lo que he podido durante los encuentros que he jugado. Tenía seguro que iba a ser mi último campeonato de Parejas. Hay gente joven que está jugando muy bien y hay que dar oportunidades a los que vienen. Dar el relevo. Los hay que tienen más juego que yo. Hay que ser realista y dar este paso.
¿Cuesta darse cuenta de eso o lo está viviendo como un proceso natural?
-Si has jugado tantos años arriba no es fácil. Pero, en ese sentido, siempre he sido muy realista. Hay pelotaris por encima y chavales que están jugando bien, que merecen las oportunidades. Estoy muy agradecido de haber estado con los mejores durante años.
La memoria del deporte es bastante corta y usted jugó la final del Parejas el año pasado junto a Aitor Zubieta.
-Creo que estoy bien y tengo ganas de jugar a pelota. No se trata de una caída. No obstante, aunque tenga juego, hay sitio para cuatro o cinco delanteros y yo ya he hecho mi carrera. Hay gente joven que se lo merece.
Cambiando de tercio, rebobinemos al pasado, ¿qué ha cambiado en los neoprofesionales desde que debutó en Bergara en 1998 hasta ahora?
-Cuando entré, era distinto. Eran tiempos diferentes. Había pelotaris veteranos. El modo de juego era distinto, pero se venía jugando más de aire. Los jóvenes de ahora vienen muy preparados y entran mucho de aire. El juego también es diferente, más rápido. Los chavales están más preparados físicamente para eso.
En su caso, no obstante, el remate le venía impreso en el ADN.
-En los últimos diez o doce años se juega de modo diferente. Yo siempre he jugado de aire, pero hay pelotaris que jugaban mucho a bote que se han amoldado perfectamente. Es el caso de Aimar. También está Urrutikoetxea, que acaba bien los tantos y se ha transformado en pocos años. Los que han nacido para jugar a pelota se amoldan fácil.
¿Cómo ve a los jóvenes delanteros de su empresa?
-Muy bien. Están Aimar, Bengoetxea y Urruti, que son intocables. Víctor está jugando muchísimo. Creo que tiene que jugar arriba porque tiene cualidades y capacidad para ello. Lo está demostrando en el Parejas. Está perdiendo menos pelota que meses atrás. Es un pelotari a tener en cuenta. Danel Elezkano, por su parte, también da la talla en todos los partidos que está. Es un manista que da una garantía terrible y es muy bonito de ver. Artola ya está jugando arriba. Otros como Agirre estarán fijo. Asegarce va a tener grandes delanteros. Hay tantos que no hay sitio para todos.
Además, ha realizado una labor de botillero y ayuda técnica con el campeón de Zaratamo y el delantero de Ezcaray. ¿Cómo se ve en esa posición?
-Siempre intento ayudar a la gente. Creo que sé de pelota. Desde muy niño he estado en un frontón. Con Víctor me llevo muy bien y colaboro con él. Entrenamos prácticamente dos días a la semana. Trato de ayudarle dentro y fuera. Él tiene la costumbre de jugar rápido, precipitado, sin pensar las cosas, y pierde muchas pelotas por eso. Intento decirle que vaya tranquilo, que no se acelere y que a pelotas difíciles no vaya a terminar el tanto. Trato de darle consejos. Tiene mucho para crecer. Siempre voy a ayudarle.
Regresando al balance de su carrera, ¿cuál ha sido el momento para guardar en su memoria?
-Momentos ha habido muchos. Aun así, el más especial de mi carrera fue en la final del Parejas en la que me lesioné del tendón de Aquiles. La expectación que hubo antes de la final y, después, el cariño que recibí de todo el mundo, hizo que fuera el día más bonito de mi carrera.
¿Notó en esos momentos la presión?
-Fue una pasada. En aquel momento, toda Bizkaia estaba volcada conmigo y con la pelota. Hacía mucho tiempo que no había esa expectación. Fue algo grande, las entradas volaron y habría entrado más gente.
¿Sintió responsabilidad de jugar esa final?
-No. Había hecho las cosas bien. Había llegado a esa final y quería disfrutar. Habría sido bastante abierta. No sé qué hubiéramos hecho, si ganar o perder, pero nos habría salido un buen partido. Me quedé con esa pena de no poder terminarlo.
Se pudo desquitar el curso pasado.
-Sí, pero no disfruté nada. Sentí mucha presión por volver al mismo frontón, a otra final. Tuve mucho miedo en la cabeza de volver a romperme. Disfruté poco. Oinatz y Álvaro nos ganaron con todas las de la ley.
Esas cosas no se olvidan, no se puede evitar, ¿no?
-Trataba de desconectar, pero, cuando estaba solo, le daba vueltas a la cabeza. Tenía ganas de que llegara ese día y que pasara. Estaba todo el rato con el partido en la cabeza: una final, mismo escenario, la lesión? No disfruté nada. Más que nada, sufrí.
Si viajáramos en el tiempo y el Pablo Berasaluze de ahora se enfrentara al de hace 18 años, ¿quién ganaría?
-Yo creo que el de ahora con mucha diferencia. En los últimos diez o doce años de mi carrera he trabajado mucho. Cuando debuté era muy joven y no piensas igual que cuanto tienes 30 años. El Pablo de estos últimos cursos ha estado más centrado y, aunque son épocas distintas, mi mejor juego ha llegado en esta recta final.
La madurez le vino bien.
-Cuando mejor me he encontrado en el frontón ha sido entre los 30 y los 35, tanto psicológicamente como físicamente. Es cuando mejor me ha funcionado todo.
Continúe.
-¡Quién lo iba a decir! Con 25 años jugaba bastante menos que con 35. Dicen que más joven tienes mejor cuerpo, más frescura, pero pasada la treintena tienes más experiencia, sabes estar en el frontón, conoces tu cuerpo? Es distinto. La juventud, muchas veces, no te lleva a hacer las cosas bien. La tranquilidad te mejora. Eso me ha pasado a mí.
Y conoce mejor el juego, ¿no?
-Cuando eres joven, a veces, te viene todo muy grande. No valoras lo que tienes. Cuando debuté, empecé a jugar ya en Primera. No valoré eso igual que estos últimos años estando entre los mejores. Para mí era un partido más. Con la madurez, lo vi distinto. En el frontón he disfrutado muchísimo. No te das cuenta de lo que vives.
¿También ha cambiado el ambiente en el vestuario en este tiempo ?
-Empecé con Julián Retegi, Zezeaga, Galarza, Rubén Beloki era joven aún? Les teníamos más respeto. Nos poníamos en una esquina a cambiarnos. Ahora, todos somos más abiertos. En la actualidad, los jóvenes vienen y vacilamos con ellos. Es mejor ahora. Las figuras no imponían respeto, pero nosotros sí que lo sentíamos.
¿Un zaguero?
-Con el que más a gusto he jugado ha sido Aritz Begino, pero me quedaría con otros dos: Jon Ander Albisu y Rubén Beloki. Los tres han sido buenos para mí. Aun así, el mejor juego que he tenido ha sido Aritz.