bilbao - Oinatz Bengoetxea es un pelotari de miedo. Y está en un buen momento. El campeón del Parejas, en una versión grandilocuente de sí mismo, asaltando YouTube de highlights por momentos como el del duelo a vida o muerte bajo el helado frontón de Irun o en una final tejida en el Bizkaia por y para su deleite, asoma en un año estelar. Es un adversario de pantalón largo y está considerado uno de los mejores de la última década. Suya es la intuición y el aliento, la magia y la impenitencia; suyos son los inicios de gasolina y fuego; suyas son las contradejadas y el sotamano perfecto. El aire, también. Suyo es el talento en el ADN, en el perfil tallado en Leitza, cuna de deportistas y pelotaris artistas.

Mikel Urrutikoetxea tendrá delante, el sábado en el Labrit de Iruñea, a un delantero crecido por los resultados y que cada día se acerca a aquel que desapareció justo antes de la final del Manomanista por la rotura del índice de la izquierda. Sus destinos, en aquel instante, se unieron en una desafortunada consecución de sucesos que acabaron con el vizcaino de colorado todo el año, campeón con todas las de ley y su nombre en la historia de la pelota. Porque Oinatz, con tiempo, arrastrando un nivel de acierto y competitividad extraordinario entonces, tuvo que declinar su participación en aquel encuentro en busca de la txapela más especial del curso en una maniobra de honestidad brutal, sobre todo para él. Abonó el camino de respeto al aficionado y al pelotazale. Derivó todo con el zaratamoztarra en la final, por quedar tercero en liza, al haber quedado en siete en las semifinales ante el huracán leitzarra. Ganó Urrutikoetxea con genio y justicia en la fecha señalada a Olaizola II en Bilbao y devolvió el sueño y la txapela a Bizkaia.

Tuvo Urrutikoetxea que actuar en su lugar en un duelo en el que no se le cayeron los anillos a la hora de trabajar y pelear. Los caminos de ambos se desviaron en ese instante y lo que para uno fueron loas, para el otro se tornó un vía crucis acentuado por la mala suerte de no recuperar a tiempo del verano la zurda. Porque Oinatz Bengoetxea, al que el dulce se le acabó de golpe y porrazo, arrastró problemas en largo y tardó en recuperar el duende hasta los Sanmateos, en los que amaneció a cada paso con más mordiente. En la revancha del mano a mano contra Aimar Olaizola no expuso toda la carne en el asador por la falta de rodaje, acusando la falta de rodaje. Y es que regresó en Errenteria el 23 de julio con derrota, pero acumulando horas de vuelo, y apenas un mes después tuvo que someterse al castigo del Individual.

Desde entonces, todo han sido vías abiertas hacia el éxito. A Oinatz, el pelotari explosivo, le ha ido bien la virtud de la hormiguita, paso a paso, de moda en el deporte por Simeone, pero lugar común en el hábitat del deportista de élite: trabajo, trabajo y más trabajo. El leitzarra suma cada día más juego y llegará a la semifinal del sábado ante el actual campeón del Manomanista como favorito en las tablas de contracancha para la cátedra.

Los antecedentes No ayudan los antecedentes a Mikel Urrutikoetxea. Sus encuentros ante el pelotari de Leitza en formato individual -Cuatro y Medio y en toda la cancha- se dirimen con derrotas. La concepción de juego del manista navarro, de mucho gas de inicio, todo pulmón y talento, hasta este momento no sienta bien al zaratamoztarra.

En campeonato oficial se han visto las caras en tres ocasiones, en las que Oinatz ha gozado de la suerte final en el 22. En el acotado fue en 2012, en octavos de final, cuando cayó Urrutikoetxea en Balmaseda por 22-7. En el mano a mano, en 2013 disputaron el tercer y cuarto puesto en Zarautz y triunfó el veterano por 22-14. Este mismo curso, la semifinal del Manomanista fue para el de Leitza con claridad (22-7) y no hubo opciones para el vizcaino. Pero, después, las vías se cruzaron. El miedo no tiene dueño.