BILBAO- “Quiero agradecer a toda la afición y a la gente de Berriz cómo se han volcado conmigo”, desvela Pablo Berasaluze un día después de caer en la final del Parejas. No pudo devolver la txapela a Bizkaia 34 años después.
Terminó el domingo un Parejas maratoniano, de 17 semanas de duración y, aunque con derrota, le toca frenar el ritmo, ¿necesitaba también un poco de descanso?
-Necesito desconectar. Llevo dos años seguidos con problemas, con dos lesiones que me han tenido parado durante bastante tiempo. Este campeonato se me ha hecho complicado. Estas últimas dos semanas han sido duras para mí, las he pasado continuamente pensando en la final del Parejas, pensando en la lesión que tuve en 2013 en el mismo escenario. Se me ha hecho duro. Me he metido yo mucha presión a mí mismo. No pude disfrutar de esta final como esperaba.
¿Qué lectura hace del partido una vez pasadas unas horas de la disputa? ¿Hubo nervios, tensión? ¿Qué vivió?
-Salí muy tenso desde que me puse a calentar. Sentí que tenía mucha presión encima y no supe aguantar esa presión. No fui yo mismo. No fui el Pablo que suele salir a la cancha, pelotísticamente hablando. Oinatz Bengoetxea y Álvaro Untoria hicieron un partido redondo y además yo no di lo mío. Ellos jugaron muchísimo y, aunque hubiera dado el nivel que suelo tener, hubiera sido muy complicado llevarse el gato al agua.
Después de dos semanas de monotema con la final, supongo que cuando uno asoma la cabeza por la puerta del pasillo de vestuarios y observa a 3.000 personas abarrotando el frontón tiene que removérsele algo por dentro, ¿sintió ese miedo escénico o a perder?
-Miedo a perder no. Yo estaba con muchas ganas. Había mucha gente que estaba conmigo y veía que esa gente se merecía también una txapela. Al final, más que por el público, me presioné por la lesión que tuve en el tendón de Aquiles hace dos años. Le di muchas vueltas a la cabeza durante muchos días atrás y esa presión no me dejó disfrutar de la final del domingo.
Además, Bengoetxea VI y Untoria hicieron un partidazo.
-Ya dije después del encuentro que eso era indiscutible: ellos fueron superiores delante y detrás. Si nosotros hubiéramos estado bien, seguramente no hubiéramos ganado, porque ellos jugaron perfecto. Cuando unos hacen su trabajo a la perfección, lo lógico es que los contrarios jueguen bastante menos.
Desde fuera se vio a un Oinatz tremendamente entonado, como lleva todo el Parejas. Con el sotamano les metió en problemas, ayudó a Untoria y desde el saque ya generaba dudas, ¿qué opina?
-Oinatz es un pelotari que ha crecido mucho este último año. Ha madurado. Además, está en un punto buenísimo de juego. Durante todo el campeonato ha jugado muy bien y el domingo también lo hizo. Lo más importante fue que, como pareja, los dos salieron muy enchufados. Cuando unos contrincantes están así, es muy difícil meterles mano.
Una vez terminado el Parejas, que afrontaba tras una lesión seria como fue la luxación de los dos dedos del pie, que le ha dado muchos quebraderos de cabeza, ¿qué valoración personal hace del torneo?
-Sé que no he estado al cien por cien. Llegaba de una lesión. Salí, jugué dos partidos y me metí directamente en el campeonato junto a Aitor Zubieta. Aun así, es para estar contentos. He hecho un campeonato diferente que otros años. He jugado más serio, reservándome más. Con todo lo que he pasado, con todo lo que me ha costado llegar hasta aquí, bajo mi punto de vista he hecho un campeonato, quizás no muy bueno, pero sí bueno.
En la entrevista previa a la final del Parejas comentaba que una de las espinas que tenía clavada era la de acabar el partido.
-El miedo mío era terminar. Al final, la cabeza da muchas vueltas. Como me lesioné, mi obsesión era acabar el partido. En ese sentido, sí que me he quitado esa espina, porque iba a jugar al mismo sitio y demás. Se me pasaba por la cabeza el volver a lesionarme. Eso ya lo he quitado. Ahora, la verdad es que van los años para adelante pero tengo más ganas que en cualquier otro momento de mi carrera. Voy a seguir entrenando a tope y voy a intentar llegar a otra final. Lo voy a dar todo, bien por mí o por la gente que me ha apoyado. Ellos se merecen eso.
¿Tan pesado era ese pensamiento de la rotura del tendón de Aquiles de hace dos años sobre usted o quizás ha influido el constante recordatorio de ese instante por parte de todo el mundo?
-Ha sido un poco por todo. Se ha hablado mucho de esa lesión, de las segundas oportunidades y eso, creas que no, te presiona. Es difícil llevarlo. La vida es así. Por lo menos, jugamos y terminamos. No pude dar lo mejor de mí y solo queda felicitar a los rivales que hicieron un grandísimo partido.
¿Cómo se sintió durante el encuentro: frío o consiguió conectarse con el desarrollo del juego?
-Entré bastante bien. No obstante, no me encontraba del todo a gusto. Al final, tenía ese miedo metido en el cuerpo y no disfruté de la final. Lo que sí disfruté fue del ambiente y de toda la gente que había allí. Para mí, salir al frontón ya era como ganar a una txapela. Ver aquello fue muy grande.
Comentaba el domingo Mikel Urrutikoetxea, uno de sus compañeros de entrenamiento y amigo, que queda Berasaluze II para rato.
-Yo voy a seguir entrenando igual. La pelota es mi vida. Yo voy a seguir. Esta es mi vida y voy a continuar hasta que el cuerpo me aguante. Voy a luchar al máximo por mí, por toda mi familia, por toda la gente que me apoya, por la afición, para seguir en los frontones.
El objetivo actual, ¿el verano?
-Me tomaré ahora unas pequeñas vacaciones y me podré a preparar a conciencia el verano. A ver cómo acabamos la temporada en septiembre, si me veo bien y con fuerzas jugaré el Cuatro y Medio. Si no, ya veremos. Queda mucho. Con los años cuesta coger la forma, pero creo que todavía tengo cuerda. Hay que seguir peleando.