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Decían de Ekaitz Saralegi (Amezketa, 14-VIII-1979) que es un pelotari de esos que pueden sorprender a cualquiera, que su zurda es pura magia, que con el saque-remate es un prestidigitador y que puede rematar hasta cuando el encuentro anuncia tormenta. Sin reservas. Que es puro ataque, que le hierve la sangre cuando una pelota suelta se asoma por el rabillo de su ojo izquierdo a la altura de un gancho, pero que pecaba de poca profundidad, que delante es letal, pero que detrás sufre y que su defensa no es del todo satisfactoria. Que así era. Que era un pelotari talentoso diseñado para el Cuatro y Medio y que el retrovisor le había hecho acumular decepciones y no encontraba premio a ese alma de funambulista y ese perfil de brocha fina. Eso decían. Hasta que él se desdibujó, se convirtió en otro yo mejorado a base de triunfos. Cuenta Etor Mendia, su preparador físico, que "se ha sabido protagonista y eso le ha dado un plus".

Deslumbró a Urrutikoetxea, firmó el réquiem de Titín III en la jaula, capituló frente a Bengoetxea VI y revivió ante Arretxe II para volver a Idoate loco en un partido jugado a gran intensidad. Y todo lo dicho se volvió papel mojado. Ekaitz, el especialista, era puro colmillo y asomaba con una defensa efectiva ante guerreros de talla himalayesca como Iker y Mikel. Dos tótems con un físico al límite. Saralegi aguantó y, aunque el partido corto le venía de perlas, siendo largo lo exprimió también. Mendia lo explica: "Nuestro primer planteamiento comienza al ver el invierno de 2012, en el que hubo pocos partidos. Fue duro. Para un deportista de alto nivel no es fácil estar mirando cada lunes si la empresa le había puesto partidos. Así que valorando aquello propusimos que había que aprovechar al máximo el Cuatro y Medio y llegar lo más arriba posible. Era imprescindible que a nivel físico llegara bien y a nivel mental, también". De este modo, coincide en que "se le ha visto bien físicamente y lo ha sabido plasmar en la cancha". "Viéndole trabajar, a pesar de sus 34 años, lo hace siempre con la ilusión de un juvenil. Es un profesional con todas las letras, al cien por cien, y siempre ha sido fuerte a lo que resistencia se refiere", desgrana el técnico lazkaotarra, que afirma que "quizás en un partido entran en juego otros factores que no se controlan y en un partido duro se destapan las carencias de cada uno". En este caso, cabe destacar el aspecto mental y el físico como un único centro sobre el que orbita un pelotari que está tremendamente contento: Saralegi.

"Siempre se ha dicho de Ekaitz que era un pelotari que acababa muy rápido el tanto y quizás en ocasiones ha pecado de ello", relata Mendia. Es el amezketarra un delantero huracanado, poco amigo de pararse a madurar el tanto. Sin embargo, manifiesta el lazkaotarra que "jugando al nivel que juegan los que están arriba es preciso jugar a otras cosas, porque el partido se iguala mucho y es más difícil finalizar rápido". Quizás, una de las cosas que valora más Mendia en el estirón de Saralegi en la jaula es que "es consciente de sus puntos fuertes y sus puntos débiles y ha sabido jugar con ellos y adaptarse a las circunstancias".

más gimnasio "Muchas veces, cuando el partido está agonizando, los fallos se ven como malas ejecuciones técnicas, cuando la realidad es que el cansancio es el culpable", explica el guipuzcoano. Ahora Saralegi tiene gasolina.

También desvela el lazkaotarra que "hay chips todavía incrustados en la preparación del pelotari y se dicen cosas como que hacer gimnasio quita la chispa. Pero hemos ido mejorando en ese aspecto y había que hacer otra serie de entrenamientos para mejorar. Para Saralegi el gimnasio ha sido una pequeña novedad, no estaba del todo acostumbrado". Las sesiones, entonces, incidieron más en la velocidad que en el peso, para mejorar sus prestaciones en la cancha.

En un principio, el trabajo de cara al Cuatro y Medio estaba previsto para primeros de agosto; sin embargo, una fractura en el dedo gordo del pie frenó su progresión. "Estuvo dos semanas parado e hizo una preparación progresiva. Empezó un poco antes y tuvo una pequeña recaída. En septiembre cambiamos un poco las rutinas para ver cómo lo asimilaba y con las ganas que tiene ha sido muy fácil", considera Mendia, quien remata que "es un chico que se merece llegar donde ha llegado. Siempre genera buen ambiente en el grupo -formado por él, Albisu, Olaetxea, Mendizabal y Olaizola II- y trabaja siempre como si fuera el primer día. Me genera gran satisfacción que disfrute".